Las emociones están principalmente compuestas por reacciones fisiológicas, como la tensión muscular o el incremento de la tasa cardíaca o de la respiración.
Para poder comprender y controlar las emociones, es necesario tener o haber adquirido algunas habilidades para manejarlas, ya que si no se logra se pueden vivir estados desagradables y/o conductas poco deseables. Se habla entonces de inteligencia emocional, que es la capacidad de enfrentarse y de adaptarse a las diferentes situaciones a las que la persona se enfrenta en su vida diaria y su capacidad para resolverlas de forma satisfactoria a la vez que genera motivaciones beneficiosas para sí mismo.
Y es que, cuando una persona se encuentra ante este tipo de situaciones, suelen darse una serie de reacciones fisiológicas, que vienen acompañadas de pensamientos específicos que amplían el rango de emociones.
A la hora de producirse una emoción, se han de tener en cuenta cuatro aspectos:
- Una situación en concreto
- Un conjunto o una serie de reacciones fisiológicas específicas y/o sensaciones, como por ejemplo la aceleración del pulso, de respiración…
- Una serie de pensamientos determinados y concretos
- Una serie de respuestas concretas adecuadas para la mencionada situación
¿Por qué se realiza el control emocional?
El control emocional se lleva a cabo con el objetivo de entender y controlar las emociones a las que una persona se puede ver expuesta en su día a día y que generan respuesta por parte del cuerpo hacia ellas. El control emocional puede ayudar a la persona en lo siguiente:
- El control emocional ayuda a manejar mejor los problemas
- El control emocional ayuda a disminuir e desgaste psicológico y permite hacer frente a las dificultades que aparecen en el día a día
- Permite controlar los sentimientos y las emociones de la persona
- Genera y potencia la autoestima
- Da a la persona una sensación de autonomía y seguridad, así como de percepción del control de la situación
- Estimula las relaciones interpersonales
- Mejora el rendimiento de la persona en distintos ámbitos, como el laboral, el académico…
¿En qué consiste el control emocional?
Cuando una persona se expone a un estímulo, se genera una emoción, y ésta emoción produce a su vez reacciones fisiológicas, aunque el tipo de reacción y su intensidad varía en función de cada persona, ya que algunas son más sensibles que otras. Y es que la persona que se deja influir o dominar por sus emociones, puede actuar impulsivamente sin reflexionar ni tener en cuenta las consecuencias de sus actos. La ira, el odio, el miedo, la confusión o la irritabilidad entre muchas otras producen una actividad en el cuerpo y pueden interferir en la conducta de la persona.
La capacidad de sentir una emoción es innata en todas las personas, aunque la forma de reaccionar a ellas puede aprenderse, modificando el resultado de la actividad de la persona.
Así, para manejar las emociones es preciso que la persona sea capaz de reconocer sus propios sentimientos e identificar los ajenos utilizando la inteligencia emocional. Y es que la inteligencia emocional consiste principalmente en conocer las aptitudes tanto personales como sociales, como por ejemplo la capacidad de autocontrol o la empatía.
No se trata de que la persona reprima sus emociones, sino de que las identifique y reconozca, y que tenga la capacidad de darle un significado positivo.