Ligamento cruzado anterior
¿Qué es el ligamento cruzado anterior?
El ligamento cruzado anterior es un cúmulo de fibras colágenas que se extiende entre el fémur y la tibia, en sentido oblicuo. Se inserta en el interior de la articulación de la rodilla y, aunque es de tamaño pequeño, tiene gran importancia. Se le llama “cruzado” porque tiene esa forma en el espacio, en relación al ligamento cruzado posterior y a los ejes de la rodilla, en el plano frontal, sagital o lateral. Así, el ligamento cruzado anterior (delante) se cruza formando una “X” con el ligamento cruzado posterior (detrás).
Función del ligamento cruzado anterior
Tanto el ligamento cruzado anterior como el posterior son el eje central de la rodilla y son responsables de los desplazamientos de la tibia sobre el fémur. Así, sus funciones son:
- Evitar desplazamientos del fémur sobre la tibia, hacia delante.
- Dar estabilidad a la rodilla cuando hay una rotación en ésta.
Así, es el freno más importante ante el desplazamiento anterior de la tibia, limita la rotación tibial y la angulación interna y externa de la rodilla cuando se encuentra estirada.
Patologías que puede sufrir el ligamento cruzado anterior
Es el ligamento que más frecuentemente se lesiona. Cualquier cambio brusco en la dirección de la rodilla, al desacelerar, puede provocar una lesión. Es una lesión frecuente en actividades deportivas. De hecho, dos tercios de las lesiones de ligamento cruzado anterior tienen origen deportivo, y la mayor parte de la población afectada es joven. Algunos ejemplos son: al caer y apoyar mal la pierna tras un salto, o bien si se para bruscamente después de correr.
Son lesiones más frecuentes en mujeres, porque las características anatómicas son distintas a las del hombre: más laxitud articular, pelvis más ancha que influye en una rotación externa de la tibia y la escotadura (lugar donde se aloja el ligamento cruzado anterior en la rodilla) es más pequeño en la mujer.
Las lesiones más importantes son la rotura del ligamento cruzado anterior, que puede provocar inestabilidad en la rodilla y dar al paciente sensación de que no le aguanta, inflamación de la articulación, dificultad para apoyar la pierna o limitación para doblar y estirarla. Por otra parte, también puede haber una deficiencia crónica del ligamento cruzado anterior, como consecuencia de una rotura no reciente o una elongación-estiramiento por un traumatismo no reciente en la rodilla.
Cuando ocurren estas lesiones, tanto de rotura como de deficiencia crónica, se permite una rotación y traslación anormal de la tibia. Como consecuencia, al correr y caminar se pueden lesionar los meniscos y el cartílago. Si los huesos y el cartílago van friccionando sin protección la artrosis va evolucionando y se produce dolor e imposibilidad de caminar.
Tratamientos para las patologías del ligamento cruzado anterior
La lesión del ligamento cruzado anterior no puede curarse por sí solo. El especialista en Traumatología será quien decida si el tratamiento debe ser quirúrgico o no. Normalmente el tratamiento no quirúrgico se recomendará:
- Si el paciente es mayor y si realiza poca actividad física.
- Según el grado de estabilidad de la rodilla, si es buena y si el paciente no realiza mucha actividad física.
- Si no hay otras lesiones que hagan necesario otro tratamiento, tales como rotura de meniscos, de ligamentos o de cartílago.
El tratamiento no quirúrgico obliga a que el paciente cumpla con un tratamiento de rehabilitación prolongado que permita reforzar la musculatura de cuádriceps e isquiotibiales. También será necesaria una rodillera para llevar a cabo algunas actividades deportivas o para caminar. También es posible que el paciente deba cambiar las actividades deportivas que realiza y la intensidad o nivel de estas.
Si estos tratamientos no son compatibles con el paciente o el tipo de lesión, se recomendará la cirugía, que permite una recuperación total de la lesión y la articulación. Así, podrán recurrir a la cirugía de ligamento cruzado anterior pacientes con rotura reciente del ligamento y un estilo de vida activo, pacientes con una deficiencia crónica del ligamento que hace desestabilizar la rodilla (y lesionar los meniscos y cartílago), y pacientes con rotura del ligamento cruzado anterior y práctica de deportes de impacto. Si estos pacientes no se intervienen quirúrgicamente puede que no puedan volver a su actividad deportiva por la inestabilidad que sufrirá la rodilla, así como las posibles lesiones asociadas de meniscos, ligamentos o cartílago.
La cirugía de ligamento cruzado anterior se realiza, normalmente, por artroscopia. Esto significa que se aborda la lesión con dos o tres incisiones de menos de 1cm. El ligamento lesionado se deshace, por lo que es necesario un injerto que puede obtenerse del mismo paciente y de la rodilla lesionada. Gracias a la artroscopia el injerto se introducirá mediante un túnel hecho en la tibia y en el fémur. Tras varias semanas de la implantación del injerto se unirá al hueso, por lo que primero es necesario que el injerto se fije al hueso. Para ello se emplean varias técnicas: tornillos de titanio (en los extremos del injerto) o tornillos bioabsorbibles, entre otros. El especialista inmovilizará la rodilla tras la intervención. Al siguiente día ya podrá el paciente ir moviendo la articulación, de manera progresiva. A partir de entonces ya se empezará la rehabilitación con un Fisioterapeuta, para restablecer la movilidad.
Especialista que trata las patologías del ligamento cruzado anterior
El especialista que trata las patologías del ligamento cruzado anterior es el traumatólogo. En concreto será aquél que tenga formación específica en rodilla y sepa cómo abordar a la perfección las lesiones que pueda sufrir la articulación.