En qué consiste el tratamiento de la hidrocefalia

Escrito por: Dr. Carlos Fernández Carballal
Publicado:
Editado por: Margarita Marquès

El término hidrocefalia proviene de las palabras griegas hydrops (agua) y cephalus (cerebro). En el interior del cerebro se encuentran unas cavidades llamadas ventrículos cerebrales rellenas de líquido cefalorraquídeo (LCR), o líquido fisiológico que rodea al tejido cerebral.

 

El LCR se produce en el interior del cerebro en unas estructuras llamadas plexos coroideos, circula por los ventrículos cerebrales y se reabsorbe en el espacio subaracnoideo del cerebro y la médula espinal. Diariamente, se producen entre 350 y 500 cc de LCR. Cuando se produce un aumento del líquido cefalorraquídeo presente dentro de los ventrículos cerebrales estos se dilatan y aumentan de tamaño produciendo sintomatología, y es entonces cuando hablamos de hidrocefalia. 

 

Los síntomas de la hidrocefalia incluyen cefalea,
visión borrosa, náuseas, vómitos y somnolencia, entre otros

 

¿Cuáles son los síntomas de la hidrocefalia?

La clínica de la hidrocefalia puede tener un curso rápido y ocasionar sintomatología derivada de un aumento de la presión intracraneal, produciendo cefalea, visión borrosa, náuseas, vómitos, somnolencia; en aquellos casos en que no se soluciona puede producir disminución de nivel de conciencia y coma.

 

También puede tener un curso más indolente y una clínica de presentación más lenta, sin aumento de la presión intracraneal, especialmente en personas de edad avanzada, lo que se conoce como hidrocefalia crónica del adulto o hidrocefalia a presión normal; en estos casos los pacientes presentan una alteración de la marcha con dificultad para caminar y realizar giros, asociado a incontinencia urinaria y con menor frecuencia pérdida de memoria

 

Causas de la hidrocefalia

La hidrocefalia puede producirse de forma global según dos mecanismos diferentes. Puede existir una obstrucción al flujo del LCR en los ventrículos que impida el paso del mismo por los diferentes compartimentos cerebrales. La causa de esta obstrucción puede ser congénita por una malformación presente al nacimiento, por un coágulo de sangre en los ventrículos cerebrales que obstruya el paso del LCR o por un tumor que impida la circulación fisiológica del mismo. 

 

En otras ocasiones, el flujo de LCR no está obstruido y la hidrocefalia se produce por una alteración en la reabsorción del LCR. Esta deficiente reabsorción del LCR se ocasiona por que el mecanismo de reabsorción se haya podido alterar por la presencia de sangre después de una hemorragia cerebral, células infecciosas o tumorales, o por el propio efecto del envejecimiento 

 

Cómo se diagnostica

El diagnóstico se realiza de forma sencilla mediante un TAC craneal o una RMN cerebral y la correlación de las imágenes con la clínica y la exploración del paciente. En el embarazo conviene evitar pruebas radiológicas como radiografías o tomografías axiales que puedan dañar al feto, especialmente en los primeros meses del embarazo para evitar malformaciones congénitas.

 

Sin embargo, la resonancia magnética es una técnica segura que puede emplearse en las pacientes embarazadas para el diagnóstico de una hidrocefalia en caso de sospecha clínica.

 

¿Qué tratamiento se debe seguir?

El tratamiento de la hidrocefalia aguda consiste en colocar un drenaje de forma transitoria en los ventrículos cerebrales para facilitar la eliminación del LCR hasta que se resuelva la causa que la produce. Sin embrago, en casos de hidrocefalia crónica es necesario un tratamiento permanente. La colocación de una derivación del LCR a otras cavidades del organismo donde también se puede reabsorber el LCR (cavidad abdominal, pleural o aurícula cardíaca) es el tratamiento más frecuentemente utilizado; la derivación se acopla a un sistema valvular que se puede programar desde el exterior y regular la cantidad de LCR drenada según las necesidades de cada paciente.

 

En algunas hidrocefalias de causa obstructiva, se puede realizar un agujero o estoma en los ventrículos cerebrales utilizando un endoscopio para obviar la obstrucción y facilitar la reabsorción de LCR. Ambas intervenciones requieren un corto periodo de ingreso postoperatorio y son bien toleradas por el paciente.

Por Dr. Carlos Fernández Carballal
Neurocirugía

El Dr. Fernández Carballal es un destacado neurocirujano con una importante formación nacional e internacional y extensa experiencia profesional, docente e investigadora. Autor de abundantes publicaciones y comunicaciones, sus especialidades son el tratamiento de patología de la columna, con particular experiencia en la cirugía mínimamente invasiva espinal, así como la neurocirugía funcional, que incluye la cirugía del dolor, epilepsia y los trastornos del movimiento.

Con dos décadas de experiencia en el ámbito de la Neurocirugía, en la actualidad ​es especialista en Neurocirugía en el Hospital Universitario Quirón Madrid, en Pozuelo de Alarcón y ocupa el cargo de Jefe de Sección del Área de Columna en el servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario General Gregorio Marañón. Además, ha complementado su actividad asistencial en diversos centros como el HM Montepríncipe, el Hospital Nuestra Señora del Rosario y el Hospital Beata María Ana.

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