¿Qué son los trastornos alimenticios y cuáles son los principales?

Lo primero, aclarar que los trastornos alimentarios son un grupo heterogéneo de enfermedades caracterizadas por la adopción de patrones rígidos, anómalos y limitantes en relación con la comida, la imagen corporal y el peso. Creo importante recalcar lo que no son:

• No son caprichos de adolescentes.
• No son falta de voluntad.
• No son modas.

No se les debe restar importancia confiando en que se solucionen solos porque son graves y con tendencia a cronificarse, además de asociar una elevada tasa de complicaciones médicas, incluyendo un alto riesgo de suicidio. Hay que hablar claro sobre este aspecto, porque creo que se ha “romantizado” y ello no ha hecho ningún bien.

Hay trastornos en que se limita o restringe la ingesta de alimentos, como la anorexia nerviosa, que es quizás el más conocido. En otros, se produce un descontrol en la misma, como es el caso de la bulimia o el trastorno por atracón, en los cuales las personas que los sufren comen cantidades de comida desmesuradas. A veces se realizan luego conductas compensadoras (vómito, dietas, laxantes, ejercicio…) y en ocasiones no. Pero siempre hay un intenso sufrimiento de las personas que los padecen, ya que toda su vida y pensamientos pasan a girar en torno a la comida y a su cuerpo, que es rechazado.

¿Qué causa los trastornos alimenticios?

No lo sabemos con certeza. Se sabe que existe una vulnerabilidad genética que interacciona con rasgos de la personalidad y diversos factores o sucesos a lo largo del desarrollo, los cuales favorecen su desencadenamiento. Por ejemplo, negligencia, maltrato o abuso en la infancia, además de, indudablemente, la presión sociocultural con respecto al ideal de cuerpo perfecto, juventud, belleza y salud. Me gustaría puntualizar que si bien han sido más frecuentes en mujeres, estamos viendo un ascenso notable en varones, acorde con los nuevos tiempos.

¿Qué es un trastorno por atracón?

Es el tipo más frecuente de trastorno alimentario, tan frecuente que suele pasar desapercibido. Consiste en ingerir grandes cantidades de comida de una sentada (atracón) con sensación de pérdida de control. Por ejemplo, una tarrina entera de helado, una pizza, una botella de zumo y un paquete de embutido con 1 barra de pan. Debe ocurrir con frecuencia, no ser un episodio aislado. Y conlleva un sentimiento de vergüenza y culpabilidad. A diferencia de la bulimia, no asocia conductas de vómito para compensar esta ingesta.

Es tan frecuente que como digo se ha normalizado (romper con el novio y terminarse todos los helados del congelador) y es por desgracia habitual que no se detecte incluso por parte de profesionales que tratan a personas que buscan perder peso. De hecho, diversos estudios muestran una presencia del trastorno por atracón en un 30-50% de pacientes que quieren un tratamiento para la obesidad. Sin embargo, quiero resaltar que los trastornos alimentarios pueden darse en personas con todo tipo de cuerpos (delgados, normales o grandes).

¿Ha influido de alguna forma la pandemia de la COVID-19 en este tipo de trastornos?

La pandemia COVID ha supuesto un importante estrés y ruptura de patrones en todos nosotros. En concreto, los trastornos alimentarios son una de las patologías con mayor incremento como consecuencia del confinamiento. Las personas que los padecían frecuentemente han empeorado o se han descompensado y en muchos casos ha sido el desencadenante para su inicio.

Durante los meses de confinamiento, ¿aumentaron los trastornos alimenticios y el trastorno por atracón?

Efectivamente. Durante y, sobre todo, los meses posteriores. Ahora estamos viendo las consecuencias del confinamiento. Tened en cuenta que los seres humanos no somos calderas, no metemos calorías para quemarlas, sino que la comida representa mucho más que una fuente de energía. Comer es esencialmente un acto social, la comida une, reconforta, consuela, se ha usado como premio y como castigo, como forma de expresar afecto… Por todos estos condicionantes y otros muchos más complicados es precisamente por lo que estos trastornos son tan complejos de abordar. Siempre me gusta recalcar el origen de la palabra “compañero”, que etimológicamente viene a decir “aquel con quien se comparte el pan”. Creo que explica muy bien por qué centrarse en las calorías, en los números, nunca resuelve el problema.

¿Cómo se pueden tratar este tipo de trastornos?

Se pueden y se deben tratar por profesionales formados y con experiencia, dentro de equipos multidisciplinares. Es un error nefasto restarles importancia, considerarlos caprichos, falta de voluntad, ganas de llamar la atención… Quiero transmitir este mensaje: de los trastornos alimentarios se puede salir. Pero es preciso un trabajo muy importante por parte de la persona que los padece y su familia, un camino nada fácil y largo en el tiempo, con retrocesos también que es preciso saber manejar. Los profesionales que nos dedicamos a esto proporcionamos los conocimientos, guía y herramientas para poder superar un trastorno alimentario.