Las otoemisiones acústicas, en inglés conocidas como OAE (Otoacoustic Emissions), son unas pruebas para diagnosticar el estado auditivo del paciente.
¿Qué son las otoemisiones acústicas?
Las otoemisiones acústicas, en inglés conocidas como OAE (Otoacoustic Emissions), son unas pruebas para diagnosticar el estado auditivo del paciente.
Las OAE son los sonidos originados en la cóclea, producidos por su propia actividad y como resultado del movimiento de las células ciliadas del órgano de Corti. Se trata de una prueba que se realiza sobre todo a los recién nacidos para detectar una pérdida auditiva de forma temprana.
¿En qué consiste?
Las otoemisiones acústicas pueden ser de diferentes tipos:
Otoemisiones acústicas espontáneas: son los sonidos que produce la cóclea debido a la ausencia de estimulaciones externas.
Otoemisiones acústicas provocadas: se trata de las OEA que se generan como respuesta a un estímulo. Según las características del estímulo son:
Otoemisiones transitorias: emisiones provocadas por un estímulo acústico breve, suele ser un clic. Detectan daños cocleares y, también, para un diagnóstico precoz de la hipoacusia o sordera.
Otoemisiones continuas: son las emisiones como respuesta a dos tonos simultáneos de frecuencia distintas. Sirven para detectar precozmente daños cocleares leves, que no pueden observarse en audiometrías convencionales.
Las otoemisiones acústicas son unas pruebas objetivas que se realizan de forma rápida, sencilla y no invasiva, por lo que están muy enfocadas a la Pediatría. Permiten hacer una detección precoz de la hipoacusia en bebés.
¿Por qué se realiza?
Como ya hemos comentado, es una prueba clínica para diagnosticar una hipoacusia de forma temprana en niños pequeños. Se trata de un test objetivo que no requiere la colaboración directa del paciente.
En adultos, las otoemisiones acústicas permiten hacer una exploración del conducto auditivo hasta la cóclea, incluido el nervio auditivo, por lo que podemos confirmar el estado auditivo del paciente, si tiene una pérdida auditiva y de qué tipo es. Además, estas pruebas se realizan para monitorizar el daño auditivo provocado por medicamentos ototóxicos, así como la detección y prevención de daños en pacientes expuestos a ruido.
Preparación para las otoemisiones acústicas
Es aconsejable realizar la prueba de las otoemisiones acústicas tres o cuatro días después del nacimiento del bebé, antes del alta hospitalaria. De esta forma, el conducto auditivo estará completamente aireado y no quedarán detritus o residuos sólidos.
Para las pruebas el niño deberá estar dormido, o bien despierto y relajado, y en una habitación silenciosa. Del mismo modo, en las OEA en adultos también es necesario un ambiente insonorizado. Además, el paciente tendrá que estar sentado o tumbado, de forma cómoda, y evitar hacer ruidos como carraspeo, tos o degluciones. Deberá minimizar sus movimientos, así como mantener una respiración pausada.
El paciente no debe tener acumulación de cera, tampoco presencia de líquidos o residuos sólidos en los oídos, o tener otitis.
¿Qué se siente durante el examen?
El examen empieza con la introducción de una sonda acústica, compuesta por dos micrófonos y un altavoz, en el conducto auditivo externo, que realizará el especialista en Otorrinolaringología. Se trata de la parte de la prueba más importante, porque la aplicación y encaje de la sonda influirá directamente en la correcta medición de las otoemisiones acústicas. Debe realizarse de manera cuidadosa.
La prueba es completamente indolora y rápida. Suele tardar un minuto por oído. Según la preparación del niño y las posibles interrupciones el procedimiento se puede alargar a 10 minutos.
Significado de resultados anormales
En niños, si la primera prueba registra respuestas negativas se le suele citar para realizar una segunda. Es habitual que los resultados no sean 100% precisos.
La prueba puede detectar hipoacusia o sordera en el bebé, por lo que el tratamiento consistirá en una rehabilitación auditiva y la implantación de audífonos o implantes cocleares en caso necesario.
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