¿Qué es la hipercolesterolemia?

La hipercolesterolemia consiste en un nivel elevado de colesterol en sangre. Aunque solo existe un tipo de colesterol, se diferencia entre colesterol bueno o malo según la lipoproteína que lo distribuye por el cuerpo:

• Lipoproteína de baja densidad – LDL (Low Density Lipoprotein): transporta el llamado “colesterol malo” desde el hígado hasta los tejidos, pudiendo depositarse en las paredes arteriales.
   
• Lipoproteína de alta densidad – HDL (High Density Lipoprotein): transporta el “colesterol bueno” desde los tejidos y arterias (“limpiando”) hacia el hígado para su metabolismo.

¿La hipercolesterolemia es una enfermedad heredable?

En gran parte sí. La mayoría de casos de hipercolesterolemia se asocian a una combinación de factores genéticos (heredados por tanto) y factores ambientes (estilo de vida, alimentación, actividad física, peso…)

Hasta el 80% de los niveles de colesterol que presenta una persona se relacionan con la síntesis del organismo a nivel hepático (colesterol endógeno), mientras que un 20% aproximadamente depende de la absorción intestinal a través de la alimentación (colesterol exógeno)

Cabe distinguir varias entidades en las que el origen es primordialmente genético:

• Hipercolesterolemia familiar: se producen habitualmente por mutaciones en el recetor de colesterol LDL. Los niveles de LDL colesterol están elevados al nacer y permanecen así durante toda la vida. En adultos no tratados, los niveles oscilan entre 275 – 500 mg/dl.
   
• Hipercolesterolemia familiar poligénica: la mayoría de hipercolesterolemias moderadas (niveles de colesterol entre 240-350 mg/dl) son de origen poligénico, esto quiere decir que intervienen números genes que interactúan con el medio ambiente.

• Hiperlipemia familiar combinada (aparecen niveles elevados tanto de colesterol como de triglicéridos).

¿Cuáles son los riesgos y consecuencias de padecer una hipercolesterolemia?

El principal riesgo de la hipercolesterolemia es que puede acumularse silenciosamente en las arterias (proceso denominado aterosclerosis) favoreciendo la formación de placas de colesterol cuyo desarrollo puede llegar a obstruir una arteria y produce una necrosis de los tejidos que irriga.

Las complicaciones vasculares agudas de la hipercolesterolemia vienen derivadas por la obstrucción de la circulación de la sangre en distintas zonas del cuerpo: infarto de miocardio en corazón, accidentes cerebrovasculares (ictus) en cerebro o isquemia aguda en las piernas.

Las complicaciones vasculares crónicas más conocidos son la angina de pecho, isquemia crónica en miembros inferiores (claudicación intermitente en piernas conocida como “enfermedad de los escaparates”), disfunción eréctil, demencia de origen vascular, insuficiencia renal, etc.

¿Cómo puede evaluarse el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular?

En todo paciente con hipercolesterolemia debemos realizar una evaluación del riesgo cardiovascular global de forma individualizada para decidir su tratamiento y el grado de intensidad del mismo.

Debemos fijarnos en la existencia de otros factores de riesgo (obesidad, tabaquismo, diabetes, hipertensión, sedentarismo, estrés…), edad y antecedentes familiares para decidir los objetivos de control de colesterol.

Podemos además estudiar diferentes parámetros analíticos de riesgo cardiovascular (colesterol HDL, triglicéridos, resistencia a la insulina, marcadores inflamatorios, albuminuria, etc) o incluso pruebas de imagen como la ecografía carotídea, que permite medir el grado de aterosclerosis de una persona.

Especial interés en estos pacientes es determinar la Lipoproteina (a). Es una partícula transportadora de colesterol muy similar al LDL, por lo que niveles elevados también favorecen el desarrollo de placas de ateroma y enfermedad cardiovascular.

¿Puede tratarse de alguna manera? ¿Y prevenirse?

La base del tratamiento de la hipercolesterolemia se basa en adquirir una serie de hábitos saludables, como pueden ser mantener una buena alimentación, ejercicio, mantener un peso saludable, mantener niveles correctos de estrés o evitar tóxicos como el tabaco.

En el caso de que los hábitos de vida saludables no basten para controlar la hipercolesterolemia, se planteará el tratamiento farmacológico. El más utilizado es el tratamiento con estatinas, a pesar de que existen otros tratamientos con eficacia probada. Se les atribuye algunos efectos secundarios a las estatinas como dolores musculares (5-10% de personas) o elevación de transaminasas, sin embargo la evidencia científica muestra que su aparición es baja y reversibles al suspender el fármaco.

Un abordaje integral (modificación de estilo de vida y tratamiento farmacológico de los diferentes factores de riesgo) ha demostrado en estos pacientes reducir significativamente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, las cuales representan la primera causa de muerte en el mundo.

Si desea más información, consulte con un especialista en Endocrinología.