La acidez estomacal: causas, síntomas y tratamiento
Escrito por:La acidez estomacal es una afección común caracterizada por una producción de ácido clorhídrico o secreción ácido-péptica en el estómago más elevada de lo normal. Este trastorno puede ser desencadenado por diversos factores, siendo los malos hábitos nutricionales uno de los principales culpables. Entre los alimentos y hábitos que contribuyen al aumento de la secreción ácida se encuentran las bebidas gaseosas, las ingestas copiosas o los alimentos excesivamente picantes, grasos o azucarados. Con el objetivo de extender la información sobre el tema, la especialista en Aparato digestivo Pilar Esteban Delgado dedica este artículo a profundizar sobre la acidez estomacal.
¿Cuáles son los síntomas?
La acidez presenta una sintomatología diversa y clara, lo cual permite un diagnóstico rápido. En este sentido, las señales más comunes de acidez son:
- Dolor en la parte superior del abdomen.
- Quemazón o ardor en la zona.
- Pesadez tras las ingestas.
- Distensión abdominal.
- Saciedad precoz.
- Gas abdominal.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
La mala alimentación y el procesamiento cada vez más extensivo y frecuente de la comida que caracteriza a Occidente ha provocado que la incidencia de acidez estomacal vaya en aumento, afectando actualmente a entre el 10% y el 30% de la población.
Así pues, esta afección suele estar asociada a otras patologías o factores de riesgo, como, por ejemplo:
- La dispepsia.
- La gastritis.
- La infección por helicobacter pylori.
- La úlcera gastroduodenal.
- El consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
- La obesidad o el sobrepeso.
- El tabaquismo.
- Una alimentación poco saludable o nutritiva.
- La toma de fármacos AINES, como la teofilina, la eritromicina, el hierro o la aspirina.
- La toma de antihipertensivos como los antiagregantes, los calcio-antagonistas, los anticoagulantes, etc.
- La toma de antidepresivos o fármacos empleados para inhibir la recaptación de serotonina.
- Otras afecciones menos comunes como los tumores digestivos o la pancreatitis crónica.
¿En qué se diferencia la acidez del reflujo?
A menudo, la acidez estomacal se asocia con el reflujo gastroesofágico, aunque difieren en su manifestación. El reflujo implica el ascenso de contenido gástrico, en su mayoría ácido, desde el estómago hacia el esófago, ocasionando síntomas como ardor retroesternal, regurgitación o sabor amargo en la boca. A su paso, el contenido gástrico puede dañar la salud de la garganta y del esófago.
Asimismo, la acidez y el reflujo difieren también en su variedad de causas. Si bien el reflujo puede, igual que la acidez, ser ocasionado por una alimentación excesivamente grasa, procesada o copiosa, también puede ser consecuencia de problemáticas funcionales en el esfínter del esófago, como la hernia hiatal.
¿Qué es la acidez crónica?
Si la secreción ácida persiste más de 1 a 3 meses, es fundamental consultar con un especialista en Aparato digestivo para evaluar la posibilidad de estar sufriendo de acidez crónica. Desatender los síntomas de esta afección crónica puede dar lugar a numerosas complicaciones graves, como:
- Alteración de los sistemas protectores del aparato gastrointestinal y sus mucosas, dando lugar a afecciones digestivas como la úlcera gastroduodenal o la gastritis erosiva.
- Esófago de Barrett, en aquellos casos en los que el cuadro de acidez también esté asociado a reflujo gastroesofágico.
- Patologías que provocan una secreción excesiva y persistente de ácido como los gastrinomas en el Síndrome de Zollinger-Ellison o la hipersecreción basal ácida.
¿Cómo puede prevenirse?
Existen múltiples medidas para la prevenir o mejorar la acidez estomacal, muchas de las cuales tienen que ver con los hábitos de nutrición del paciente. Entre ellas, encontramos:
- Reducir la ingesta de alimentos que incrementen la secreción ácida de las células del estómago, como son las comidas excesivamente picantes, grasas, azucaradas o ricas en carbohidratos (bebidas con cafeína, alcohol, gaseosas, menta, chocolate, cítricos, etc.).
- Evitar técnicas culinarias que involucren freír, rebozar o condimentar en exceso, optando por cocinar al vapor, rehogar, cocinar a la plancha o hervir.
- Repartir las ingestas en 5 comidas diarias, no muy copiosas y asegurándose de masticar cuidadosamente los alimentos y comer a un ritmo pausado.
- Evitar acostarse hasta al menos dos horas después de la última ingesta.
- Hacer ejercicio físico.
- Evitar la obesidad.
- Siempre que sea posible, reducir o eliminar la toma de medicamentos como las benzodiacepinas, los AINES o el ácido acetil-salicílico.
- Eliminar o reducir el consumo de tabaco o alcohol.
- Elevar la cabecera de la cama si se experimentan síntomas nocturnos.
- Consultar con un especialista en Aparato digestivo.