Fobia social: cuando la inquietud social se convierte en un desafío crónico

Escrito por: Lda. Lola Barros Albarrán
Publicado:
Editado por: Marga Marquès Gener

Mostrar cierto nivel de ansiedad durante las interacciones sociales puede ser, en cierta medida, beneficioso. Esa sensación de inquietud podría ser la fuerza impulsora detrás de comportarnos de manera apropiada en situaciones sociales nuevas o significativas, contribuyendo al éxito de la interacción.

 

Sin embargo, cuando la ansiedad es excesivamente intensa y aumenta a lo largo de la interacción, se convierte en un problema. En tales casos, puede afectar negativamente nuestra vida diaria y nuestras relaciones con los demás, llegando a convertirse en una fobia social.

 

La fobia social generalmente se manifiesta entre los 15 y 20 años

 

Las fobias sociales pueden ser clasificadas de la siguiente manera:

  • Fobias circunscritas: están vinculadas a estímulos sociales muy específicos, como hablar en público, comer o beber en presencia de otros, usar urinarios públicos, o escribir frente a otras personas. En esencia, se trata principalmente de fobias relacionadas con la ejecución de tareas.
  • Fobias generales: se refieren a situaciones sociales que implican interacción, como asistir a fiestas o tener citas.

 

Este problema puede ir acompañado de otros, ya que cuando la fobia social genera una interferencia significativa en la vida personal, pueden surgir trastornos depresivos, una baja autoestima crónica y otros problemas asociados.

 

Al igual que en otros trastornos de ansiedad, los síntomas asociados a la ansiedad social se manifiestan en tres áreas principales:

  • Área psicofisiológica: incluye síntomas como sudoración, temblores, aumento de la frecuencia cardíaca y enrojecimiento facial. Estos síntomas pueden generar una mayor ansiedad al ser fácilmente visibles para los demás. La persona que experimenta ansiedad social puede percibir que estas señales revelan una menor competencia o valía, lo que contribuye a su malestar.
  • Área conductual: implica la tendencia de la persona a evitar situaciones sociales o a intentar escapar de ellas. El aislamiento es común en individuos con fobia social. Aunque algunas personas puedan soportar la situación social, lo hacen con malestar. En estos casos, es habitual observar comportamientos como evitar la mirada, rehuir la iniciativa, seguir a los demás, permanecer en silencio y otras conductas similares.
  • Área cognitiva: los miedos asociados a la ansiedad social suelen girar en torno a la aprobación o desaprobación de los demás y al temor a las críticas.

 

Desde el punto de vista cognitivo, aquellos que experimentan ansiedad o fobia social suelen manifestar deficiencias cognitivas que pueden incluir:

  • Hiperfocalización en uno mismo: centran excesivamente su atención en sí mismos y creen que los demás están exclusivamente pendientes de su comportamiento.
  • Atención selectiva a aspectos negativos: se enfocan selectivamente en los aspectos negativos de la interacción, atribuyéndolos a fallos propios.
  • Recuerdo selectivo de experiencias sociales negativas: recuerdan de manera selectiva las interacciones sociales vividas como negativas.
  • Subestimación de habilidades sociales: tienen una tendencia a subestimar sus habilidades en la interacción social.
  • Sobrevaloración de la probabilidad de eventos negativos: suelen sobreestimar la probabilidad de que ocurra algo negativo en la interacción social que no esté relacionado con ellos mismos.
  • Pensamientos derrotistas: adoptan pensamientos derrotistas.

 

La fobia social generalmente se manifiesta entre los 15 y 20 años, pero a menudo la búsqueda de ayuda se retrasa hasta alrededor de los 30-35 años, cuando se percibe que la situación difícilmente cambiará. Se estima que la fobia social afecta alrededor del 2-4% de la población general, más comúnmente a personas solteras, seguramente vinculado a las dificultades para establecer relaciones sociales.

 

¿Cuál es la distinción entre la timidez y la fobia social?

En ambos casos, la persona puede experimentar temor en situaciones sociales y un miedo exagerado a las críticas. Sin embargo, en el caso específico de la fobia social, el curso es más crónico, persistiendo a lo largo del tiempo, y la interferencia en la vida diaria es más significativa. Mientras que una persona tímida puede sentir incomodidad en interacciones sociales, su funcionamiento general no se ve gravemente afectado.

 

¿Cómo se diferencia la fobia social de la agorafobia?

La fobia social se distingue de la agorafobia en que la evitación de los estímulos fóbicos es menos intensa y más sutil. La respuesta psicofisiológica se centra principalmente en el rubor, y las cogniciones están relacionadas principalmente con el temor a las críticas, en lugar del miedo o los ataques de pánico, que son más característicos de la agorafobia.

 

El trastorno de personalidad evitativo se considera una forma más severa de fobia social, asociada con una ansiedad social más pronunciada, habilidades sociales reducidas, un mayor deterioro y una mayor probabilidad de aparición de otros trastornos asociados.

 

¿Cómo determinar si se padece de fobia social?

Según la Asociación Psiquiátrica Americana, en el DSM-V, este trastorno se caracteriza por:

  • Experimentar miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales donde se enfrenta a la posibilidad de ser evaluado por otras personas, como en interacciones sociales, ser observado o realizar acciones frente a otras personas. En niños, este problema puede manifestarse en compañía de individuos de su misma edad, no solo en interacciones con adultos.
  • Temer actuar de cierta manera o mostrar síntomas de ansiedad que puedan ser valorados negativamente.
  • Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad. En niños, el miedo o ansiedad puede expresarse mediante llanto, rabietas, parálisis, aferrarse, encogerse o la incapacidad de hablar en situaciones sociales.
  • Evitar o resistir activamente situaciones sociales debido al miedo o ansiedad intensa.
  • La persistencia del miedo, ansiedad o evitación es de 6 meses o más.
  • El miedo, ansiedad o evitación ocasiona malestar clínicamente significativo o deterioro en áreas importantes del funcionamiento social, laboral u otras.
  • No se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o a alguna afección médica.
  • No se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como el trastorno de pánico, trastorno dismórfico corporal o trastorno del espectro autista.
  • En presencia de otra afección médica (Parkinson, obesidad, desfiguración debida a quemaduras o lesiones), el miedo, ansiedad o evitación está claramente no relacionado o es excesivo.

 

La fobia social puede manifestarse en conjunto con fobias específicas y agorafobias, y a menudo se acompaña de baja autoestima y un temor pronunciado a las críticas. Por lo general, el curso de la fobia social tiende a ser crónico, aunque la duración puede depender significativamente de las circunstancias individuales.

 

La fobia social en niños

En el caso de niños con fobia social, pueden manifestar síntomas como llanto, tartamudeo, parálisis, aferrarse a familiares cercanos y evitar el contacto social. Algunos pueden mostrar aversión a hablar e incluso desarrollar mutismo selectivo en situaciones de ansiedad social intensa.

 

Es común que los niños experimenten dificultades para establecer relaciones con sus compañeros y personas desconocidas, lo que puede denominarse como inhibición social. Sin embargo, con el tiempo y a pesar de las dificultades, muchos niños superan estas barreras y comienzan a interactuar sin que la relación interpersonal con sus compañeros se vea gravemente afectada. En estos casos, se podría hablar de timidez, retraimiento o introversión, lo cual puede contribuir a un aprendizaje deficiente de habilidades sociales.

 

Para diagnosticar la fobia social en niños, es fundamental verificar que el niño sea capaz de relacionarse socialmente con su familia, y que la ansiedad social extrema se manifieste específicamente en la interacción con niños de su edad, no solo con adultos.

 

Es importante diferenciar la fobia social de otros trastornos como el trastorno generalizado del desarrollo y el trastorno esquizoide de la personalidad. Estos últimos se distinguen por la falta de interés en relacionarse, mientras que en la fobia social existe un deseo de conexión, pero se evita debido al sufrimiento asociado.

 

Afortunadamente, la fobia social es tratable. Las terapias psicológicas, como la exposición, diversas técnicas cognitivas (como la Terapia Relacional Emotiva de Ellis y la Terapia Cognitiva de Beck), y el entrenamiento en habilidades sociales (ya que muchas personas con fobia social presentan déficits en esta área) son enfoques comunes que se utilizan de manera combinada en el tratamiento de este trastorno.

Por Lda. Lola Barros Albarrán
Psicología

La Sra. Lola Barros es una reputada psicóloga en Sevilla que cuenta con varios años de experiencia. Actualmente, forma parte del cuadro médico de la Clínica Oryzon, en Sevilla, donde es experta en TDAH, trastornos de la personalidad, estrés o psicosis, entre otros. 

Licenciada en Psicología por la UNED, ha realizado un Máster en Psicología General Sanitaria por la misma institución. Además, es experta universitaria en Estadística Aplicada a las Ciencias de la Salud y experta en Mediación y Orientación Familiar, así como en Psicopatología y Salud. ​Además, cuenta con formación avanzada en psicoterapia relacional.

Con anterioridad se diplomó en Enfermería, teniendo la especialidad de Salud mental. Ha sido investigadora en las áreas del estrés, psicosis y personalidad. Actualmente, es psicóloga general sanitaria en la Clínica Oryzon, en Sevilla.

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