¿Cómo diferenciar la ansiedad de una crisis de pánico?

La ansiedad es un fenómeno psicológico que aparece ante determinados estímulos internos y/o externos que se interpretan como amenazantes y que genera un estado de alerta en el organismo. En líneas generales, se puede diferenciar entre ansiedad normal y ansiedad patológica, en función de la intensidad de la misma, la frecuencia de los episodios de ansiedad, el grado de sufrimiento e interferencia con la vida cotidiana, y la proporcionalidad de la respuesta respecto al estímulo.

En una crisis de pánico, los síntomas de ansiedad son extremadamente altos y bruscos, se producen de forma aguda y se acompañan de intensa sintomatología física y sensaciones de desrealización, de absoluta falta de control y/o de miedo a morir.

¿Cuáles son los principales síntomas?

Los síntomas de ansiedad más frecuentes están relacionados con la activación de los sistemas de alerta del organismo, tanto a nivel cognitivo como emocional, fisiológico y conductual.

Algunos de dichos síntomas serían: preocupación y/o rumiación persistente, sensaciones de miedo o vulnerabilidad, sudoración, taquicardia, temblor, respiración agitada, hiperventilación, inquietud o bloqueo.

¿Cómo actuar ante una crisis de pánico? ¿Y ante la ansiedad?

Para el manejo de la ansiedad podemos recurrir a herramientas de regulación emocional, de respiración o de atención plena que deberemos practicar con cierta frecuencia para incorporarlas como herramientas internas de afrontamiento. En un proceso de terapia esto es algo que se trabaja habitualmente.

En el caso de los ataques de pánico, existen ejercicios de respiración y de regulación adecuados para momentos de crisis que permiten aliviar síntomas como la hiperventilación o la desrealización.

¿Qué motivos son los más frecuentes por los que se producen estos episodios?

Yo haría una distinción entre motivos concretos que pueden desencadenar una crisis de ansiedad, como un problema personal, una discusión, una situación de estrés intenso o mantenido en el tiempo, y motivos más generales. Estos últimos tienen que ver con el modo en el que la persona ha aprendido a regularse emocionalmente.

Esto es algo que los seres humanos aprendemos desde que nacemos a través de nuestro entorno familiar, social y cultural, y que repercute en nuestro nivel de alerta habitual, y el consecuente a diferentes estímulos internos o externos.

¿Cuáles son las secuelas?

Las secuelas de unos niveles de ansiedad altos y/o mantenidos en el tiempo se producen no solo a nivel psicológico, tal y como he ido explicando, sino también a nivel físico, ya que, por ejemplo, los neurotransmisores implicados en la respuesta de ansiedad tienen un efecto negativo y directo en el sistema cardiovascular o en el sistema inmunológico. Además, un nivel de alerta continuo va a interferir en nuestros hábitos de autocuidado, con una peor alimentación, una peor higiene del sueño, o estrategias de afrontamiento autodestructivo, como fumar más o dejar de implicarse en actividades gratificantes.

¿Cómo se puede tratar la ansiedad? ¿Y la crisis de pánico?

El tratamiento psicológico implica la práctica de técnicas de regulación emocional, respiración, enraizamiento o atención plena, por un lado, y por otro, y de una forma más profunda, podemos explorar el origen de esa tendencia a la ansiedad, que puede estar en traumas más o menos complejos.