¿Es el suicidio una solución permanente a un problema temporal?

Escrito por: María Lluïsa Ceinos Barrera
Publicado:
Editado por: Cristina Mateo

La crisis sanitaria por la COVID-19 ha impactado significativamente en la salud mental de la población en general, mientras que las autolesiones, los trastornos de la conducta alimentaria, el consumo de alcohol y drogas , así como las tentativas de suicido han aumentado especialmente entre los más jóvenes.

 

Las causas de este crecimiento se explica porque los jóvenes y adolescentes sufren más de sintomatología de ansiedad y de depresión, el aislamiento , la falta de interacción del grupo de iguales, la referencia de profesionales de la educación y la salud, predisponen a los trastornos mentales y, por tanto a la tentativa de suicidio.

 

Sin embargo, los únicos datos oficiales disponibles son los que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE) relativos al año 2019, los cuales muestran como la muerte por suicidio en España es la primera causa de muerte no natural (3,7%) en los jóvenes de entre 18 y 29 años. Realizando una comparativa de estos datos respecto al de años anteriores, se confirma que la cifra crece cada año y la pandemia ha disparado la incidencia de casos.

 

En un 90% de casos, el suicidio está motivado por trastornos mentales con diferentes factores multicausales que conviene conocer porque pueden ser importantes tanto para su diagnóstico como tratamiento, siendo éstos: problemas económicos, violencia doméstica, bullying, etc.

 

Aumentan los suicidios en el colectivo de jóvenes de entre 18 y 29 años.

 

Hay que entender que el suicidio es un acto de desesperación, de desesperanza; la persona es incapaz de ver el futuro. La persona que piensa en quitarse la vida exterioriza, la mayoría de veces de forma inconsciente, una serie de signos que pueden indicar esa tendencia al suicidio, siendo principalmente los siguientes:

  • Cambios de humor bruscos.
  • Habla de la muerte o de su deseo de morir. Puede expresar rabia e ira. Expresa sentimientos de desesperanza: no ve solución al presente.
  • Abandona actividades que eran placenteras.
  • Puede aumentar el consumo de alcohol y de drogas.

 

Es fundamental preguntar y escuchar a la otra persona sin juzgarla para encontrar una solución al conflicto. Hay que ayudarle a entender que las crisis son transitorias y que el sufrimiento es temporal. Hablar de las ideas de suicidio y permanecer acompañado de un familiar, amigo o terapeuta es liberador. Ser empático sin subestimar los problemas que nos plantean. Hay que evitar frases como “no digas tonterías”, y darles la importancia que tienen.

 

El acompañamiento y la contención familiar son imprescindibles, pero en la mayoría de los casos en que se han detectado los signos de alerta conviene consultar con rapidez a un psicólogo Especialista en Psicología clínica o algún otro profesional de Salud Mental. Ellos trataran la psicopatología de base con psicoterapia individual junto al seguimiento familiar. Asimismo, es importante intentar neutralizar los factores externos que han precipitado la crisis, especialmente para evitar recaídas. Aun así, pueden producirse recaídas no deseadas, pero que forman parte del proceso psicoterapéutico.

 

Es importante no silenciar el problema en el entorno cercano del joven. Hay que romper el estigma del silencio que rodea al tema del suicido porque es necesario para las víctimas, pero también para sus familias que se sienten indefensas socialmente ante esta situación. Conviene recordar que el suicidio en España es la primera causa de muerte no natural entre los jóvenes. Hay que visibilizar el problema e implementar planes de prevención efectivos.

Por María Lluïsa Ceinos Barrera
Psicología

María Lluïsa Ceinos Barrera es una destacada especialista en Psicología Clínica, licenciada por la Universidad de Barcelona. Cuenta con una extensa formación en Salud Mental. Ha realizado el Máster en Psicopatogía Clínica, Legal y Forense, además de un Postgrado en el tratamiento sistémico de familia y el máster en terapia breve estratégica.

Ha trabajado tanto en el campo juvenil, como en el adulto, y es experta en distintos trastornos, como la ansiedad, la depresión, el duelo o las fobias, trastorno por estrés postraumático, así como en el peritaje psicológico en el ámbito familiar, civil y penal, mediante la elaboración de informes y asistencia a juicios.

Cuenta con más de dos décadas de experiencia en distintos centros y hospitales y actualmente ejerce en el Centro de Psiquiatría y Psicología, ubicado en la Calle Consell de Cent 355 de Barcelona. Por otro lado, es destacable su participación como colaboradora con el proyecto del Centro de Coordinación de la Cruz Roja de Barcelona, donde realiza cursos específicos de Psicología para voluntarios y trabajadores de esta entidad.

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