Preocuparse de más o ansiedad generalizada

Escrito por: Marina Dolgopol
Publicado:
Editado por: Yoel Domínguez Boan

¿Sientes que tu ansiedad es tanta que tu cabeza no para? ¿Tienes tensión muscular en los hombros, cuello o mandíbulas? ¿Te cuesta concentrarte en el trabajo y estás muy cansado? ¿Priorizar las tareas o tomar decisiones es un problema?

 

La preocupación es un proceso psicológico normal que nos permite prever, no controlar, el futuro. Es un fenómeno común a todas las personas, pero definirla formalmente puede resultar complejo. La definición más simple sería ocuparse antes que las cosas sucedan.

 

La característica principal de la preocupación preocupación excesiva son los pensamientos persistentes (más de la mitad de los días durante al menos 6 meses) y difíciles de controlar sobre varios acontecimientos o actividades, como, por ejemplo, el rendimiento laboral. Normalmente, las áreas de preocupación más habituales suelen ser actividades de la vida diaria: familiares, amigos, dinero, trabajo… Estas preocupaciones pueden ser por cuestiones menores tales como las tareas domésticas, la reparación del coche o llegar tarde a un sitio o a una cita. La dificultad para tolerar la incertidumbre está a la orden del día.

 

La preocupación genera ansiedad y está asociadas con síntomas tales como inquietud o impaciencia, cansarse o fatigarse con facilidad, dificultades de concentración o quedarse en blanco, irritabilidad, tensión muscular, perturbaciones del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sueño insatisfactorio y no reparador) o respuestas exageradas de sobresalto como asustarse con un ruido intenso.

 

El perfeccionismo suele es un problema en este tipo de consultantes, se fijan objetivos demasiados exigentes y se centran solamente en los errores. Entienden que la perfección es posible y que su valía está determinada por sus logros.

 

Estas personas destacan por un sentido de la responsabilidad exagerada y entienden que preocuparse los hace más responsables, que es una manera de controlar mejor el futuro, tolerar la incertidumbre o querer a sus familiares. Tienen dificultades para delegar tareas y suelen postergar decisiones por la necesidad de controlar todo y hacer las cosas de forma perfecta. Frases tales como: “tengo que estar yo para que las cosas se hagan bien”, “si nos vamos de viaje no quiero estar lejos por si sucede algo malo”, son ejemplos de lo que nuestros consultantes expresan en la consulta. suelen acompañar a las personas que se preocupan de exageradamente. Ven solo un aspecto de la situación, y en general valoran los acontecimientos de forma extrema. Por ejemplo, si tienen dolor piensan que algo grave les sucede y no pueden explicárselo buscando otra alternativa que no sea la más negativa.

 

Casi el 50% de las personas son diagnosticadas en la niñez o la adolescencia, aunque puede haber un inicio a partir de los 20años. Para poder ser diagnosticado debe haber la preocupación debe ser de tal intensidad que genere un deterioro en el área social, laboral o familiar.

 

¿Qué pasa con la preocupación excesiva en los ámbitos laborales? Las bajas por este tema no suelen ser diagnosticadas desde el comienzo. Son pacientes que consultan en su mayoría por uno de los síntomas más característicos, la tensión muscular continua, o el temor que puede llegar al pánico cuando tienen que presentarse en sus trabajos. Se estima que pueden rondar aproximadamente los veinte o treinta días de trabajo.

 

 

La preocupación excesiva puede derivar en ansiedad
La preocupación excesiva puede derivar en ansiedad
 

 

¿En qué consiste el tratamiento?

  • Psicoeducar en ansiedad y entrenamiento en darse cuenta de las preocupaciones.
     
  • Trabajar la tensión muscular con técnicas como la relajación progresiva y profunda o el biofeedback
     
  • Reestructuración cognitiva o poner a prueba los pensamientos que contribuyen a la preocupación.
     
  • Revaluar la utilidad de la preocupación.
     
  • Organizar el tiempo.
     
  • Resolución de problemas.

 

Por último y lo más importante: nuestro cerebro está acostumbrado a pensar de una manera. Tendemos a pensar siempre lo mismo sobre política, amor o trabajo... ¿Para qué cambiar? Nuestro cerebro solamente necesita que estemos vivos, no necesita que estemos bien ni tengamos una mejor pareja o trabajo. Cuando desafiamos estos pensamientos, nuestro cerebro trata de decir: “te va a llevar esfuerzo, te vas a equivocar, vas a fallar”. Cambiar nuestros pensamientos lleva esfuerzo y es probable equivocarse. Si estamos dispuesto a hacerlo podemos, es solo cuestión de practicar y cambiar un hábito. es simple de hacer, pero no es fácil.

 

Los contenidos publicados son orientativos y no reemplazan la consulta con un especialista.

Por Marina Dolgopol
Psicología

Con más de dos décadas de experiencia profesional como psicóloga en Argentina y España, la Sra. Marina Dolgopol se ha especializado en el estudio del estrés. el tratamiento de los trastornos de ansiedad,  habilidades en regulación emocional y bienestar psicológico.

Actualmente, ejerce como psicóloga en Málaga, donde trata las fobias, ataques de pánico, agorafobia, ansiedad social, ansiedad generalizada  y ansiedad vinculada a enfermedades médicas.  Coordina talleres presenciales en la Ciudad de Málaga sobre bienestar psicológico. ( Estrés y bienestar, habilidades sociales,  identificación y regulación de las emociones, comunicación y asertividad y relación sana con la tecnología).

Graduada como psicóloga por la Universidad de Belgrano en Buenos Aires y especialista en trastornos de ansiedad por la Universidad Complutense de Madrid y la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad, ha combinado su tarea clínica con la colaboración en empresas dedicadas a la comercialización de productos de lujo en España.
 

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