La depresión y los adolescentes: la importancia de la confianza familiar
Escrito por:Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) en su informe de enero de 2020 el trastorno depresivo afecta aproximadamente a unos 300 millones de personas en todo el mundo. Además, los datos que ofrece la OMS es que unas 800 mil personas se suicidan en todo el mundo. Ante estos datos, podríamos considerar el suicidio como la consecuencia última de la depresión y, por supuesto, la más grave.
La preocupación por este trastorno en la población adolescente es creciente, al menos en el mundo occidental. Recientemente el gobierno de España ha habilitado un recurso de atención (Línea de atención a la conducta suicida 024) a los niños y adolescentes que estén en riesgo de hacerse daños a sí mismos o que estén en conocimiento de que amigos, compañeros o familiares cercanos puedan llegar a hacerlo.
En abril de 2022, la Asociación Española de Pediatría, publicaba un inquietante estudio en el que se informaba de un aumento de consultas por problemas de salud mental en niños y adolescentes de un 47% tras la pandemia por COVD-19.
Es fácil encontrar otras noticias igualmente alarmantes, por ejemplo, según los datos de la Fundación ANAR, han atendido en este período un 145% más llamadas de menores con ideas o intentos de suicidio, y un 180% más de autolesiones con respecto a los dos años previos. Para aquellos que no la conozcan, Anar significa Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo. También es conocido como Teléfono del Menor (900202010).
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adolescentes ha aumentado un 47% tras la pandemia por COVD-19.
La adolescencia: una etapa de cambios profundos
La adolescencia es una etapa del desarrollo en la que se producen cambios profundos, tanto físicos como psíquicos. Estos cambios suelen llevar asociadas algunas dificultades para aceptarlos y aparecen los clásicos problemas de la adolescencia.
Ante las conductas cambiantes que pueden presentar los adolescentes, los adultos solemos fallar, ya que muchas veces tomamos sus cambios como ataques personales, nos falta paciencia, empatía, capacidad de escucha… Incluso, minimizamos sus problemas y les exigimos que los resuelvan sin ayuda o bien los resolvemos por ellos sin tener en cuenta su propio criterio. Hay que tener mucho cuidado en validar mensajes que desmerezcan la gravedad de la situación.
La confianza es fundamental, pero si no se ha trabajado antes (en la infancia) un clima de comunicación en el que prime la escucha (no solo los consejos), en el que los chicos y chicas sientan que pueden contar lo que sea y que no serán juzgados por ello… es muy complicado que en la adolescencia exista ese vínculo de confianza y difícilmente nos van a contar que están deprimidos y, por tanto, que pueden ponerse en riesgo.
En la consulta de Psicopartner nos encontramos con una afirmación muy común por parte de los adolescentes y que refleja el gran fallo de los adultos: “esto a mis padres no se lo puedo contar”.
Señales que debemos tener en cuenta
Sin embargo, hay señales que podemos observar y que nos pueden alertar sobre ello:
- La presencia de algunas somatizaciones: dolores de cabeza o de tripa inexplicables desde un punto de vista médico.
- Pérdida de interés repentino en las actividades sociales (incluido a través de las redes).
- Excesivas horas de sueño (prefieren estar durmiendo a viviendo).
- Episodios de llanto sin motivo aparente o verbalizaciones de desesperanza (“no puedo seguir”, “la vida no merece la pena”, “ojalá no hubiese nacido”).
- Alteraciones en el patrón de alimentación, sobre todo un descenso del apetito (en aumento de apetito se observa menos y en caso de estar presente se relaciona más con la ansiedad).
- Aunque forma parte de la adolescencia, una excesiva irritabilidad, a veces acompañada de crisis de ansiedad intensas.
- Sin lugar a dudas, todas las conductas autolesivas que puedan observar en los niños son señales muy graves a tener en cuenta y son motivo de valoración siempre por el especialista (cortes en los brazos, cara interna de los muslos, torso. Golpes pellizcos en las mismas zonas. Rascado compulsivo, que provocará heridas visibles…).
Si observamos este tipo de señales en nuestros hijos debemos actuar de inmediato, pidiendo ayuda a los especialistas en Psicología. La mayor parte de las veces es necesario un trabajo en equipo, entre la familia del menor, los servicios de psiquiatría y los orientadores, profesores y psicólogos.
La depresión es una patología muy seria, si no le prestamos atención puede poner en riesgo la vida de un ser humano.