¿Está relacionada la caída capilar con la infección por SARS-CoV-2?

Escrito por: Dr. Isidro Eladio Pacheco López
Publicado: | Actualizado: 10/02/2023
Editado por: Nerea Colomé Lamas

Cada día parece que aumentan los efectos secundarios de esta enfermedad y de la propia pandemia. Desde su inicio, se confirmaron las manifestaciones cutáneas producidas por la infección de este virus, pero no fue hasta pasados unos meses, tras superar la enfermedad, que numerosos pacientes comenzaron a consultar por una caída brusca y masiva de su cabello, que llamó la atención de los profesionales dedicados a la Tricología y la Patología capilar.

 

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La alopecia puede producirse por múltiples motivos y es reversible

 

 

Entonces, ¿es posible fisiopatológicamente esta perversa relación?

Pues sí, el COVID puede provocar la caída del pelo. La caída del cabello por estrés, ansiedad, anemia, alteraciones del tiroides o incluso por cambios de estación, como por ejemplo la entrada en otoño, ya se conocía desde hace años. Son los populares Efluvios Telógenos (ET), muy conocidos por las mujeres, sobre todo morenas y de pelo largo, que ven sus duchas y peines llenos de pelos cada año en los meses otoñales.

 

 

Pero, ¿qué ocurre tras pasar el COVID?

Lo que sucede en nuestro cuero cabelludo es un ET agudo, es decir, el paso rápido y generalizado de la fase de crecimiento de la unidad folicular a la fase de caída de la misma, provocando un descenso masivo de la densidad de nuestro cabello.

 

Numerosos estudios de varios países han confirmado esta conexión, que fue observada en aquellos pacientes que habían padecido una enfermedad grave que requirió el ingreso hospitalario, la necesidad de oxígeno o de intubación. Los pacientes que padecían de alopecia androgenética previamente o sufrían ya de otras enfermedades como diabetes, anemia, hipotiroidismo, etc., eran los más afectados por la caída de cabello tras el COVID, pero no solo ellos; incluso los pacientes que no cumplían estos “requisitos” eran víctimas de esta caída de pelo.

 

El COVID es una enfermedad inflamatoria sistémica que afecta principalmente al sistema respiratorio. Algunas hipótesis a las que se llegó tras estos estudios fueron que nuestro sistema inmune respondía al daño producido por el virus liberando proteínas, llamadas citoquinas, de forma excesiva, dando lugar a la famosa “tormenta de citoquinas” y el conocido “síndrome hiperinflamatorio sistémico”, responsables del daño de las células de la matriz de la unidad folicular.

 

Otro mecanismo de este caos inflamatorio es la activación de la cascada de la coagulación y el descenso de las proteínas anticoagulantes, produciendo microtrombos, es decir, microembolias, que inducen a un fallo en la circulación del folículo piloso. Ambas situaciones inducen la caída del pelo que la unidad folicular contiene.

 

También, se llegó a postular que el propio virus SARS-CoV-2 entra directamente a los folículos de nuestro cabello a través de proteínas estructurales de señalización presentes en la superficie de las células del folículo, provocando un daño directo de la unidad folicular y la consecuente caída del cabello. Incluso la propia ansiedad generada por la pandemia y el confinamiento fueron factores psicosociales que se contemplaron como otras causas.

 

Llegaron a la conclusión de que esta caída capilar aparecía de forma más temprana y que su duración era mayor a los ya conocidos ET por otra situación estresante, enfermedad o cambio de estación.

 

 

A pesar del “dramatismo médico” que explica la caída del cabello tras superar “al bicho”, ¿qué tienen que saber los pacientes?

Esta caída masiva y brusca del pelo es reversible. Se trata de un tipo de alopecia no cicatricial, en la que no se pierde el folículo que fabrica el pelo, solo se daña y se altera su ciclo de crecimiento. Aquellos pacientes que, además, sufren de otro tipo de alopecias como calvicie común, poca densidad genética, etc., son los más vulnerables a recuperaciones lentas y tardías de la densidad capilar previa.

 

 

¿Qué podemos hacer?

Existen fármacos tópicos en lociones y orales, así como tratamientos clínicos de bioestimulación y regeneración capilar, que ayudan a la unidad folicular a recuperar su maquinaria de producción y síntesis.

 

Un diagnóstico médico que descarte otras patologías y establezca las características del pelo y del cuero cabelludo son imprescindibles para establecer un tratamiento personalizado que tenga como fin detener la caída y estimular el crecimiento del cabello de los pacientes.

Por Dr. Isidro Eladio Pacheco López
Cirugía Capilar

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