Aprender a gestionar nuestras emociones para un mayor bienestar

Algunas personas argumentan que las emociones son eventos mentales, mientras que otros las definen como respuestas fisiológicas que nos preparan y nos hacen reaccionar ante las demandas del ambiente. En realidad, ambas definiciones pueden ser consideradas válidas.

Existen emociones que se activan de forma instintiva e innata en los seres vivos, como la alegría, el miedo, el asco, la ansiedad, la ira y la tristeza, y que funcionan como mecanismos de adaptación y supervivencia. Por otro lado, hay emociones secundarias, como la satisfacción, la culpa, el orgullo, la decepción y la frustración, que se activan como consecuencia de nuestra historia de aprendizaje. Nuestras experiencias moldean nuestras actitudes, creencias y valoraciones, lo que nos lleva a entender y apreciar el mundo, a los demás y a nosotros mismos de manera particular y única.

Los seres humanos somos, ante todo, seres emocionales. Ante cualquier cambio en nuestro entorno, se activa una emoción que tiene su origen en la amígdala, la cual envía esta información emocional al córtex prefrontal. Allí, la persona valora la situación, decide cómo responder y considera las consecuencias, tanto para sí misma como para los demás. Estas consecuencias generan el caldo de cultivo para desarrollar actitudes y creencias que influirán en nuestra respuesta ante situaciones similares en el futuro.

Un ejemplo de todo ello podría ser:

Tomemos como ejemplo el caso de María, una niña de 6 años que está jugando en el parque y de repente se le acerca un perro grande y suelto que empieza a ladrarle. María siente miedo y se paraliza, no puede evitar llorar. Finalmente, el perro se cansa y se va.

En los días siguientes, cuando María se acerca al parque, siente miedo y no quiere ir. Es en este momento cuando María empieza a formar actitudes y creencias acerca del peligro que representan los perros, lo que condiciona su comportamiento futuro. Es probable que los padres de María le brinden seguridad y la animen a relacionarse con otros perros. Si esto no ocurre, María podría seguir sintiendo miedo y activar una respuesta condicionada ante cualquier perro que se le acerque en el futuro.

¿Cuáles son las emociones más primarias? ¿Por qué se producen?

La alegría es una emoción fundamental que nos permite conectarnos con los demás y disfrutar de experiencias placenteras. Además, es la base de la motivación y del logro de metas.

Por otro lado, el miedo y la ansiedad son respuestas de alerta que se activan cuando percibimos una amenaza o peligro, aunque se diferencian en que el miedo se asocia a un evento específico (por ejemplo, miedo a las arañas o a los aviones) y la ansiedad se presenta en situaciones de incertidumbre (por ejemplo, el miedo a enfermar o a perder el trabajo).

El asco, por su parte, es otra emoción fundamental que se activa cuando nos encontramos con algo que puede ser peligroso o dañino, como un alimento en mal estado.

La ira se activa en respuesta a una agresión real o percibida, lo que nos ayuda a defendernos y establecer límites con los demás.

Finalmente, la tristeza se desencadena ante la pérdida de algo o alguien importante para nosotros y nos ayuda a procesar el duelo, a desvincularnos y a cerrar la pérdida.

La necesidad de gestionar y saber expresarse emocionalmente

Todas las emociones tienen un propósito adaptativo y son esenciales para la supervivencia de la especie. El problema no está en experimentarlas, sino en que a menudo las personas evitan las emociones desagradables o intentan neutralizarlas con otros comportamientos, como comer, beber, drogarse o distraerse, lo que puede aumentar y fortalecer esas emociones, haciéndolas más frecuentes, intensas y duraderas.

El ser humano busca el bienestar y esto implica buscar la calma y la tranquilidad, y evitar lo desagradable. En mi consulta diaria, encuentro a menudo personas que evitan sentir emociones incómodas, lo que puede generar problemas emocionales y psicológicos a largo plazo.

La alexitimia también puede estar asociada con una dificultad para regular las emociones, lo que puede llevar a problemas en la interacción social y la resolución de conflictos. Es importante aprender a identificar y expresar las emociones de manera adecuada para tener una vida emocional saludable y una mejor calidad de vida.

¿Qué podemos hacer para mejorar?

Además, es importante aprender a regular nuestras emociones, es decir, no dejar que las emociones negativas nos dominen y nos controlen. Esto se puede lograr a través de técnicas como la meditación, el ejercicio físico, la respiración profunda y otros métodos que ayudan a reducir el estrés y la ansiedad.

También es fundamental aprender a tolerar la incomodidad emocional y a no huir de ella, ya que esto solo refuerza la evitación y hace que la emoción se mantenga. Aceptar nuestras emociones y aprender a manejarlas de forma adecuada es un paso importante hacia el bienestar emocional y psicológico.

Para más información puedes pedir cita con la especialista en Psicología de Psicopartner, Irene Calleja López