Ronquidos, pausas de respiración y somnolencia, los síntomas de la apnea del sueño

Autore: Dra. Irene Cano Pumarega
Pubblicato:
Editor: Sofía Berrón

La apnea del sueño es una enfermedad que se caracteriza por una interrupción repetida de la respiración durante el sueño. Se trata de una enfermedad muy frecuente, que ha presentado un aumento significativo en su prevalencia en la última década en relación a una mayor precisión de los equipos diagnósticos y a la epidemia de la obesidad. Los últimos estudios estiman que esta patología afecta a más del 20% de la población adulta e, incluso, apuntan a un infradiagnóstico significativo, ya que solo el 20% de las personas con apnea están diagnosticadas y tratadas.

La apnea es más frecuente en hombre que en mujeres, aunque estas últimas también aumentan su prevalencia a partir de la menopausia. En el caso de los niños también es una enfermedad común: impacta sobre el 4% de los niños con edades comprendidas entre los 2 y los 6 años.

Existen 2 tipos principales de apnea del sueño:

  • Apnea obstructiva del sueño: es el tipo más frecuente y se debe a una obstrucción a nivel de la garganta, en concreto por un colapso de los músculos que mantienen la vía aérea superior abierta.
  • Apnea central del sueño: la pausa de respiración no se produce por una obstrucción sino por ausencia de un esfuerzo respiratorio.

Tras cada pausa de respiración, se generan dos hechos fundamentales que explican todos los síntomas de la enfermedad y sus complicaciones: en primer lugar, el descenso de la saturación de oxígeno de forma repetida (lo que se llama hipoxia intermitente); y, como consecuencia, aparecerá el segundo mecanismo: el arousal o microdespertar, que es un alertamiento a nivel cerebral que ocasiona un sueño fragmentado a lo largo de toda la noche que justifica la posterior somnolencia diurna.  

La apnea del sueño es más frecuente en hombres que en mujeres

Causas de la apnea obstructiva del sueño

Las causas pueden ser todo lo que haga que la vía aérea superior sea más estrecha o tenga mayor tendencia al colapso. Por una parte, tenemos factores anatómicos, que implica cualquier alteración del cuerpo que ocasione menos espacio en la vía aérea superior:

  1. Alteraciones craneofaciales, como la falta de proyección de la mandíbula respecto al maxilar superior (retrognatia).
  2. Alteraciones de la cavidad oral o faríngea, como tener la lengua más ancha (macroglosia) o amígdalas excesivamente grandes (hipertrofia amigdalar), que es la principal causa en los niños.

Además, existen factores musculares, neurológicos y cualquier aspecto que comprima la vía aérea superior, como ocurre con el tejido graso en el caso de la obesidad o con la acumulación de líquidos en el caso del edema.

Por otro lado, hay situaciones que pueden aumentar la tendencia a padecer apneas del sueño. Los principales factores de riesgo, además de la obesidad y los factores anatómicos, son el componente hereditario, el sexo masculino (los hombres son más propensos a padecer apnea del sueño, aunque la prevalencia en las mujeres aumenta a partir de la menopausia), la edad avanzada, la posición al dormir (empeora al dormir boca arriba) y el consumo de alcohol, de tabaco o de fármacos depresores del centro respiratorio.

Por último, la apnea central del sueño aparece fundamentalmente en pacientes con insuficiencia cardíaca o en determinadas enfermedades del sistema nervioso central.

 

Síntomas de la apnea del sueño

La apnea del sueño puede aparecer tanto en la infancia como en la edad adulta, cursando con distinta presentación.

Existen tres síntomas típicos que deben hacernos sospechar una apnea del sueño en un adulto:

  • El ronquido: está prácticamente siempre presente, pero no es un síntoma específico, ya que muchos pacientes pueden ser roncadores sin padecer una apnea del sueño. El ronquido suele ser fuerte y entrecortado por las pausas de respiración.
     
  • Las pausas de apnea: son mucho más específicas y, por ello, es muy útil la información que aporte el compañero de cama.
     
  • La somnolencia diurna: este y el resto de síntomas pueden ser percibidos de forma distinta por el paciente y su familia, por lo que es útil disponer de toda la información.

Además de estos tres síntomas característicos, hay que conocer el resto de sintomatología, ya que en ocasiones la presentación de la enfermedad puede ser distinta.

El resto de síntomas nocturnos que pueden presentar los pacientes, además de los ronquidos y las pausas de apnea observadas, son: episodios de asfixia, movimientos anormales, sudoración abundante, despertares frecuentes, nicturia (que quiere decir orinar varias veces por la noche), sueño agitado o insomnio.

Los principales síntomas diurnos, además de la excesiva somnolencia durante el día, son: sensación de sueño no reparador, cansancio crónico, dolor de cabeza por las mañanas, irritabilidad, apatía, depresión, dificultad en la concentración, pérdida de memoria, disminución de la libido e incluso impotencia sexual.

Existen dos subpoblaciones, las mujeres y los ancianos, donde los síntomas pueden ser más atípicos, lo que ocasiona que pueden pasar desapercibidos y por ello diagnosticarse más tarde. En las mujeres, los síntomas característicos son: depresión, ansiedad, irritabilidad, insomnio, cefalea o fatiga, que muchas veces son confundidas con los síntomas propios de la menopausia. En los ancianos es característico encontrar nicturia, alteraciones cognitivas, depresión, ansiedad, insomnio y caídas, que muchas veces se confunden con los síntomas propios de la edad avanzada.

En los niños, el síntoma guía es el ronquido habitual, seguido de las pausas de apnea, la respiración bucal diurna y el sueño inquieto. Otros síntomas nocturnos son la enuresis nocturna (hacerse pis por la noche) o la hiperextensión del cuello al dormir. Al contrario de lo que ocurre en los adultos, el síntoma clásico de excesiva somnolencia diurna es poco común en los niños más pequeños (aunque sí puede estar presente en los niños más mayores o con obesidad). Los niños presentan con más frecuencia alteraciones neurocognitivas como inatención, hiperactividad, trastornos de conducta y del humor e incluso fracaso escolar.

 

¿Se puede prevenir la apnea del sueño?

Existen ciertos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer apnea del sueño, por lo que, controlando estos factores, podremos prevenir su aparición. El más importante de ellos es la obesidad, así que será muy importante mantener un peso adecuado (Índice de Masa Corporal menor de 25 Kg/m2). También es importante evitar la posición de dormir boca arriba y el consumo de alcohol, de tabaco o de fármacos depresores del centro respiratorio.

Hay otros factores anatómicos (como la retrognatia o la hipertrofia amigdalar) que no se pueden prevenir pero que por supuesto sí se pueden corregir y con ello mejorar o incluso curar la apnea del sueño.

 

¿Cómo es el tratamiento de la apnea del sueño?

En caso de sospecha clínica, el especialista en Neumología experto en Medicina del Sueño indicará un estudio para poder diagnosticar esta enfermedad. Existen principalmente dos tipos de estudios de sueño que se pueden realizar para diagnosticar una apnea del sueño: la polisomnografía, en el que se registran variables cardiorrespiratorias y neurofisiológicas y la persona debe quedarse a pasar una noche en un laboratorio de sueño para poder ser monitorizado; y la poligrafía respiratoria, que registra variables cardiorrespiratorias y es el principal método diagnóstico usado hoy en día para valorar esta enfermedad, ya que nos permite realizarla de forma domiciliaria.

A partir de allí, el tratamiento más adecuado para cada paciente se elegirá en función de las necesidades individuales. El tratamiento considerado gold estándar es la CPAP, que es un dispositivo que suministra al paciente aire de forma continua a través de una mascarilla con el objetivo de evitar el colapso de la vía aérea. Este es un tratamiento que ha mostrado ser muy eficaz tanto en el control de los eventos respiratorios como de toda la sintomatología del paciente.

No obstante, actualmente existen varias alternativas terapéuticas a la CPAP disponibles para el tratamiento de la AOS. Por un lado, existen los dispositivos de avance mandibular, que contienen una férula doble (una en la arcada superior y otra en la inferior) con el objetivo de adelantar unos milímetros la mandíbula del paciente, facilitando el paso del aire mientras duerme. Por otro lado, hay dispositivos posicionales activos que buscan que el paciente no duerma boca arriba, emitiendo una pequeña vibración cuando la persona se coloca en dicha posición.

Además, se puede realizar terapia miofuncional, que consiste en ejercicios orofaríngeos para fortalecer los músculos de la lengua y la garganta, o tratamientos quirúrgicos muy efectivos, como el avance bimaxilar, la cirugía bariátrica en caso de obesidad u otros tipos de cirugías otorrinolaringológicas para solucionar determinadas obstrucciones.

Evitar y tratar la apnea obstructiva del sueño es fundamental, ya que tiene consecuencias en la salud. Numerosos estudios sugieren que la presencia de apnea del sueño se asocia a hipertensión arterial, enfermedades cardio y cerebrovasculares, cáncer, deterioro de la calidad de vida y de las funciones cognitivas, aumento de accidentes de tráfico por somnolencia y a una mayor mortalidad.

Además, se ha demostrado que los pacientes no diagnosticados duplican el consumo de recursos sanitarios comparados con aquellos ya diagnosticados y tratados. Por tanto, dado que se trata de una enfermedad muy prevalente, con efectos significativos en la salud, esta enfermedad se considera un importante problema de salud pública.

*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione

Dra. Irene Cano Pumarega
Pneumologia e Malattie Respiratorie

*Tradotto con Google Translator. Preghiamo ci scusi per ogni imperfezione

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