Qué son las emociones y cómo gestionarlas

Written by: Paulino del Campo Redondo
Published:
Edited by: Margarita Marquès

Desde la antigüedad el ser humano ha tratado de entender las emociones y se han desarrollado técnicas basadas en la racionalidad para no dejarnos llevar por las emociones y los sentimientos.

 

Las filosofías griega y romana en Europa con sus métodos racionales o el taoísmo y el budismo con métodos más experienciales, ya se ocupaban de aconsejarnos sobre cómo no reaccionar, llevados por la emoción, y pensar qué acción era más adecuada antes de actuar o cómo aceptar la experiencia sin reaccionar, llevados por emociones intensas.

 

El caso es que somos seres guiados por las emociones y casi todo lo que hacemos está influido por ellas. El pensamiento y la racionalidad creemos que orientan nuestras acciones, pero casi siempre están mediatizados por las emociones.

 

Por ello pongamos el pensamiento es su lugar, decidir y reflexionar el curso de acción a emprender, solucionar los problemas que se nos presentan y crear algo nuevo, sea ciencia, sistemas de pensamiento o arte.

 

La emoción nos informa de lo que ocurre y de lo que necesitamos en ese momento y el pensamiento nos ayuda a gestionar las emociones cuando reflexionamos sobre lo que sentimos y decidimos la acción más adecuada a lo que la necesidad informada por la emoción requiere.

 

Las emociones son lo que nos guía y nos orienta en nuestro mundo y en situaciones concretas, y entenderlas es de enorme importancia para aprovechar su utilidad.

  • Son herramientas innatas para la supervivencia ya que están conectadas a nuestras necesidades y nos informan de nuestra posición respecto a estas necesidades.
  • Son formas de procesar la información y llevan implícita la tendencia de acción que nos orienta en el entorno.

 

Un mal aprendizaje ocasiona problemas emocionales,
que nos causan malestar y falta de adaptación en el mundo

 

Conocerlas y explorarlas nos permitirá aprovechar su valor

La historia de aprendizaje de cada persona puede haber facilitado o no la habilidad para regular las emociones y utilizarlas de manera eficaz o haber creado esquemas emocionales disfuncionales que se expresan como una forma crónica de sentirse o como emociones desproporcionadas en forma, intensidad o duración en algunas situaciones.

 

Por ello un mal aprendizaje ocasiona problemas emocionales, que son los que nos causan malestar y falta de adaptación en el mundo:

  • Falta de consciencia emocional para identificar, expresar y entender las emociones.
  • Problemas interpersonales, que son casi siempre de comunicación emocional.
  • Heridas emocionales por las necesidades primarias, cuidado y cariño, aceptación, ayuda y guía, protección, libertad para explorar en un entorno seguro, que no son atendidas.
  • Mala regulación emocional, tanto por exceso como por defecto.

 

¿Cuándo surge un problema?

  • Falta de habilidad para cambiar el entorno.
  • Evitación y control de las emociones, lo que produce desorientación.
  • Problemas para regular la intensidad de la emoción.
  • Traumas.
  • Esquemas emocionales aprendidos por la experiencia, que se activan de forma automática.

 

Existe una gran variedad de emociones que después de largos estudios en la historia de la Psicología se pueden clasificar en:

  • Emociones primarias adaptativas: Son respuestas a situaciones vitales. Flexibles pues cambian con las circunstancias. Nos orientan a una acción que soluciona el problema. Son sentidas clara e intensamente y necesarias para adaptarnos. Por ejemplo: tristeza por la pérdida, enfado ante un insulto, miedo ante una amenaza.
  • Emociones primarias desadaptativas: Han perdido su función adaptativa. No cambian con las circunstancias. Son difíciles de comprender. Se asocian a esquemas disfuncionales aprendidos. Bloquean y destruyen vínculos. Por ejemplo: ansiedad en situaciones sociales, vergüenza por expresar sentimientos, enfado ante muestras de cariño, sentirse fracasado, inseguro o tener miedo a la cercanía e intimidad. Son un viejo dolor que nos resulta familiar, una herida en nuestro ser íntimo.
  • Emociones secundarias: Son reacciones a emociones primarias y son inespecíficas, como sentirse molesto. Suelen tener síntomas de depresión, como la desesperanza, y agitación. Encubren otras emociones y son autodestructivas. Muchas veces se deben a emociones prohibidas por el entorno en la infancia, donde no estaba bien sentirse de determinada forma. A veces la creencia de no tener derecho a sentir una emoción concreta lleva a sentirse de otra forma. Por ejemplo: sentir enfado en lugar de miedo, irritación ante la tristeza, falsa alegría cuando estoy triste o incluso tristeza ante la alegría.
  • Emociones instrumentales: Se expresan para conseguir algo de otros y no suelen ser conscientes. Por ejemplo: enfado para imponerme y dominar a otros, tristeza para dar pena y conseguir la atención de los demás.

 

Las emociones regulan el funcionamiento mental, organizando el pensamiento y la acción.

 

El pensamiento surge para resolver el problema de como alcanzar la meta establecida por la emoción.

 

Los centros emocionales del cerebro reciben la información antes que los responsables de la toma de decisiones y planificación. Son las emociones las que establecen los problemas para que los resuelvan los centros cognitivos o de razonamiento.

 

El interés y la curiosidad promueven la exploración y producción de nuevas conductas.

 

La alegría y la felicidad son el resultado de mantenernos en contacto con aquellos a los que nos sentimos vinculados, como de la sensación de eficacia y mantienen al organismo proactivo, con el dominio de la situación.

 

El enfado es la necesidad de poner límites a la situación que vivimos. La tristeza nos informa de una pérdida importante para nosotros y la necesidad de cuidarnos y sentirnos apoyados. El miedo nos impulsa a huir o afrontar una situación amenazante. El asco que algo es desagradable y tenemos que apartarnos de ello. La culpa que hemos cometido un daño y necesitamos repararlo.

 

Las emociones positivas fomentan la vida y el crecimiento. Las emociones mal llamadas negativas nos preparan para afrontar situaciones potencialmente dañinas.

 

Cuando se expresa una emoción, esta se transforma, sentimos que podemos cambiar el ambiente, nos da confianza y fortaleza, y un mayor contacto con el entorno.

 

Anular las emociones en la toma de decisiones, solo produce un pensamiento circular, incapaz de decidir, como demuestran los experimentos y observaciones llevados a cabo por Damasio con personas cuyos centros emocionales del cerebro estaban dañados.

 

En definitiva, las emociones nos informan de cómo nos afecta y reaccionamos ante una situación y que necesidades y metas tenemos en ese momento, e informan a los demás, por ello son inevitablemente visibles, de nuestras intenciones y disponibilidad para actuar.

 

En situaciones de estrés o vulnerabilidad, la capacidad para la evaluación a nivel racional es lenta, nuestras emociones son más reactivas y pueden desbordarnos. Patrones regulares de vivencias se convierten en esquemas emocionales que se activan automáticamente ante situaciones de la vida cotidiana. Si estos esquemas se han formado por vivencias donde nuestras necesidades no fueron suficientemente atendidas o estuvimos en peligro, podemos reaccionar automática y desproporcionadamente y nuestra respuesta empeorar el problema, y nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos.

 

La regulación de las emociones se convierte en crucial para tener una vida satisfactoria, lo que no significa en absoluto tener emociones de las llamadas positivas, si no saber lo que nuestras emociones informan, qué necesidades nos demandan y racionalmente interpretarlas y ver las posibilidades para actuar en consecuencia.

 

Regular no es controlar, suprimir, evitar, ocultar. Es equilibrar la experiencia emocional y su expresión y traducirlo en acciones constructivas.

 

Unas veces la emoción es lo primero que aparece ante una situación, otras lo que pensamos o interpretamos sobre lo que ocurre desencadena la emoción, también podemos pensar sobre cómo nos estamos sintiendo y aparecerán así otras emociones diferentes.

 

Las emociones aparentemente tan sencillas pueden llegar, debido a nuestra enorme capacidad de aprendizaje a ser un entramado muy complejo y difícil de desenredar y entender sin ayuda profesional.

 

La psicoterapia actúa sobre los pensamientos, emociones y conductas para conseguir el bienestar de la persona. Dependiendo del problema, la situación y la persona será más eficaz tratar en un nivel o en otro.

 

La psicoterapia también enseña cómo gestionar las emociones con una gran cantidad de métodos y técnicas diferentes.

 

Cuando sientes malestar o dolor emocional, la psicoterapia puede ayudarte a entender que está pasando, que hay en este malestar, poder entenderlo y procesarlo, bien para deshacerme del mismo o para convertirlo en la necesidad que se está expresando, reflexionar sobre cómo puedo satisfacer esta necesidad y en acciones o conductas para conseguirlo.

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By Paulino del Campo Redondo
Psychology

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