Esclerodermia: una enfermedad crónica, autoinmune y considerada como rara

Desde el año 2009 se conmemora la esclerodermia, una enfermedad rara y autoinmune que afecta a 3 de cada 100.000 habitantes.

Esclerodermia

El objetivo es sensibilizar y generar consciencia del diagnóstico precoz, el tratamiento y la investigación científica. En este sentido, la Dra. Noemí Garrido Puñal, reumatóloga especializada en esta enfermedad y miembro de Top Doctors, nos explica en este artículo qué es la esclerodermia y cómo afecta a las personas que la padecen.

La esclerodermia es una enfermedad de causa desconocida que se caracteriza por la afectación de la piel y el tejido celular subcutáneo, causando una disminución de la elasticidad de la piel y fibrosis.

Existen varios tipos en función de si la afectación es cutánea o sistémica. En el primer caso, se pueden diferenciar:

  • Morfea: se caracteriza por la formación de manchas o placas de piel endurecida y con cambios de coloración. Puede afectar solo la piel o también los tejidos subcutáneos y, en algunos casos, los músculos y los huesos.
  • Linear: se presenta como líneas o bandas de endurecimiento de la piel en forma de rayas. Puede afectar una extremidad o incluso extenderse a través de múltiples áreas del cuerpo.
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En cuanto a las formas sistémicas se dividen en dos tipos:

  • Forma limitada (CREST): es una forma de afectación sistémica en la cual la afectación cutánea limita a la parte distal de brazos por debajo de los codos y las piernas por debajo de las rodillas. También puede afectar la cara.

    Generalmente, se asocia a anticuerpos, pero no son específicos de esta variante. Al ser una forma sistémica puede afectar a otros órganos distintos de los pies, como los pulmones, el sistema gastrointestinal, los vasos sanguíneos y, a veces, el corazón.

    Dentro de la forma limitada, existe el llamado síndrome CREST, que proviene de las iniciales de las características principales de esta forma: calcinosis, fenómeno de Raynaud, dismotilidad esofágica, esclerodactilia y telangiectasia.

  • Forma difusa: en esta forma, la esclerodermia sistémica afecta áreas más extensas de la piel, próximas o por encima de los codos y rodillas, así como el tronco. También puede involucrar órganos internos, como los pulmones, el corazón, los riñones y el sistema digestivo. Suele asociarse a anticuerpos antitompoimeras 3, anti Scl-70. Además, puede haber una mayor tendencia a la afectación pulmonar y renal en comparación con la forma limitada.

¿Cuáles son las causas de esta enfermedad?

La causa exacta de la esclerodermia no se conoce completamente, pero se cree que es el resultado de una combinación de factores genéticos, autoinmunes y ambientales.

Algunas posibles causas y factores de riesgo asociados con la esclerodermia son los siguientes:

  • Factores genéticos: se ha observado que existen ciertos genes asociados con un mayor riesgo de desarrollar esclerodermia. Sin embargo, no se trata de una enfermedad hereditaria directa y no todos los individuos con los genes de riesgo desarrollarán la enfermedad.
  • Disfunción del sistema inmunitario: se cree que la esclerodermia es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el sistema inmunológico del cuerpo ataca erróneamente los tejidos sanos. Esta respuesta inmunológica anormal puede provocar la producción excesiva de colágeno, los fibroblastos y otras células, lo cual lleva al endurecimiento de la piel y otros tejidos.
  • Factores ambientales: la exposición a toxinas, productos químicos o infecciones virales, podrían desencadenar la respuesta autoinmune en individuos genéticamente susceptibles.
  • Factores hormonales: se ha observado que las hormonas, como los estrógenos, pueden desempeñar un papel en la esclerodermia, ya que la enfermedad afecta con mayor frecuencia a las mujeres en comparación con los hombres.
  • Factores de riesgo adicionales: algunos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar esclerodermia incluyen la edad; afecta más comúnmente a personas de 30 a 50 años y personas con antecedentes familiares de la enfermedad.

Es importante tener en cuenta que la investigación sobre las causas de la esclerodermia está en curso y aún se necesita más estudio para comprender completamente los mecanismos subyacentes de esta enfermedad.

¿Cómo se manifiesta?

Lo más visible de la enfermedad es la afectación cutánea, que sufre una disminución de la elasticidad de la piel, fenómeno de Raynaud que comparte con otras enfermedades autoinmunes como el Lupus, las miopatías, etc. Y, según la evolución, las lesiones tróficas con úlceras isquémicas en zonas distales de los dedos.

Aunque la afectación de órganos internos puede verse tanto en las formas limitadas como difusas, tiene una distribución diferente:

  • Esclerodermia sistémica limitada: se asocia con más frecuencia a afectación de los vasos cardiopumonares originando hipertensión pulmonar (HTP). En estadios evolutivos tardíos, suele asociar calcinosis en dedos, telangiectaisas y afectación esofágica.
  • Esclerodermia sistémica difusa: se asocia con mayor frecuencia a una afectación difusa del parénquima pulmonar, en forma de neumopatía intersticial e incluso fibrosis pulmonar. También, a mayor riesgo de crisis renal que suele ocurrir en los primeros años de la enfermedad y a mayor afectación esofágica y cardiaca.

Manifestaciones comunes

La esclerodermia puede manifestarse de diferentes maneras y sus síntomas pueden variar de una persona a otra.

La enfermedad afecta principalmente la piel y puede tener impacto en varios órganos internos. Los síntomas y las manifestaciones más comunes de la esclerodermia son:

  1. Endurecimiento de la piel: el síntoma más característico. Puede comenzar en las extremidades, la cara o el tronco y progresar gradualmente.
    La piel afectada puede volverse tensa, gruesa, brillante y aparecer con áreas de decoloración.
  2. Fenómeno de Raynaud: se caracteriza por cambios de color en los dedos de las manos y los pies debido a la reducción del flujo sanguíneo en respuesta al frío o al estrés emocional.
    Los dedos pueden volverse blancos, azules y luego enrojecerse a medida que la circulación se restablece. Puede preceder a la enfermedad en años.
  3. Problemas gastrointestinales: puede causar síntomas como acidez, dificultad para tragar (disfagia), reflujo gastroesofágico, distensión abdominal, diarrea o estreñimiento.
  4. Problemas pulmonares: se puede desarrollar afectación pulmonar, como fibrosis pulmonar.
  5. Problemas cardíacos: hipertensión pulmonar, lo que puede provocar dificultad para respirar, tos seca y cansancio.
  6. Complicaciones vasculares: puede afectar los vasos sanguíneos, lo que puede provocar úlceras en los dedos, hipertensión pulmonar y daño renal.
  7. Problemas articulares y musculares: algunas personas pueden experimentar dolor, rigidez y debilidad en las articulaciones y los músculos e inflamación articular, lo que puede dificultar el movimiento.
  8. Otros órganos afectados: puede afectar otros órganos, como el corazón, los riñones y el sistema nervioso, lo que puede resultar en problemas cardíacos, daño renal o neuropatía.

Es importante tener en cuenta que la esclerodermia es una enfermedad compleja y los síntomas pueden variar en severidad y progresión en cada individuo. Por lo tanto, es fundamental que las personas con sospecha o diagnóstico de esclerodermia sean evaluadas y tratadas por médicos especialistas, como reumatólogos o dermatólogos, para un manejo adecuado y personalizado.

 

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de la esclerodermia se basa en una combinación de la evaluación clínica, los antecedentes médicos del paciente, los síntomas presentes y los resultados de pruebas y exámenes complementarios.

Los enfoques más comunes utilizados en el proceso diagnóstico de la esclerodermia son:

  1. Evaluación clínica: el médico realizará una historia clínica detallada y un examen físico completo para evaluar los síntomas y los signos característicos de la esclerodermia, como el endurecimiento de la piel, el fenómeno de Raynaud y otras manifestaciones cutáneas y sistémicas.
  2. Capilaroscopia: es una prueba que se realiza visualizando los capilares de alrededor de las manos con un microscopio o lupa de aumento y, en el caso de la esclerodermia, presenta unos patrones específicos que pueden ayudar al diagnóstico de forma precoz.
  3. Pruebas de laboratorio:
    • Análisis de sangre: Se pueden realizar análisis de sangre para detectar ciertos anticuerpos asociados con la esclerodermia, como los anticuerpos antinucleares (ANA), los anticuerpos antitopoisomerasa (anticuerpos Scl-70) y los anticuerpos anticentroméricos.
    • Marcadores inflamatorios: se pueden realizar pruebas para evaluar la inflamación en el cuerpo, como la velocidad de sedimentación globular (VSG) o la proteína C reactiva (PCR).
    • Pruebas de función renal y hepática: se pueden realizar análisis para evaluar la función de los riñones y el hígado, ya que estos órganos pueden verse afectados en la esclerodermia.
  4. Pruebas de imagen:
    • Rayos X o tomografía computarizada (TC): se pueden realizar imágenes de los pulmones y otros órganos para detectar posibles anomalías, como fibrosis pulmonar.
    • Ecocardiografía: permite evaluar la función cardíaca y detectar posibles complicaciones cardíacas, como la hipertensión pulmonar.
  5. Pruebas específicas según los órganos afectados: dependiendo de los síntomas y las manifestaciones clínicas presentes, pueden realizarse pruebas adicionales para evaluar la función de órganos específicos, como pruebas de función pulmonar, pruebas de la función del esófago, entre otras.

¿A qué personas afecta?

La esclerodermia puede afectar a personas de cualquier edad, aunque se observa con mayor frecuencia en adultos, especialmente entre los 30 y 50 años. Aunque puede afectar a hombres y mujeres, las mujeres tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, especialmente en la forma limitada (CREST) de la esclerodermia sistémica.

Es importante destacar que la esclerodermia es una enfermedad relativamente rara y su incidencia exacta varía según la región geográfica y la población estudiada. Si bien puede afectar a personas de cualquier grupo demográfico, es más común en adultos y, en concreto, mujeres.

¿Cómo se trata?

El tratamiento de la esclerodermia se enfoca en controlar los síntomas, prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente. Dado que la enfermedad puede afectar diferentes órganos y sistemas del cuerpo, el enfoque terapéutico es multidisciplinario e individualizado según las necesidades de cada paciente. Es fundamental un seguimiento estrecho para diagnosticar las complicaciones antes de que sean sintomáticas y así en algunos casos poder frenar su evolución y mejorar su pronóstico.

Algunas opciones de tratamiento utilizadas en el manejo de la esclerodermia:

  1. Medicamentos:
    • Medicamentos inmunosupresores: se pueden prescribir fármacos como metotrexato, micofenolato mofetilo o corticosteroides para reducir la actividad del sistema inmunológico y controlar la inflamación.
    • Medicamentos vasodilatadores: Para tratar el fenómeno de Raynaud, se pueden utilizar fármacos que ayudan a dilatar los vasos sanguíneos, como bloqueadores de los canales de calcio o medicamentos que actúan sobre los receptores de la endotelina.
    • Medicamentos específicos para tratar complicaciones pulmonares, gastrointestinales u otras afectaciones orgánicas.
  2. Terapia física y ocupacional: estas terapias pueden ayudar a mejorar la movilidad, prevenir la rigidez muscular y proporcionar estrategias para realizar actividades de la vida diaria.
  3. Terapia ocupacional: se centra en adaptar las actividades diarias y proporcionar técnicas para facilitar la independencia y la calidad de vida.
  4. Tratamientos tópicos para la piel: se pueden utilizar cremas o ungüentos para hidratar la piel seca y aliviar la picazón.
  5. Manejo de síntomas específicos: se pueden utilizar medicamentos o enfoques terapéuticos específicos para tratar síntomas como la acidez, el reflujo gastroesofágico, la hipertensión pulmonar u otras manifestaciones de la enfermedad.
  6. Cuidado multidisciplinario: los pacientes con esclerodermia suelen ser tratados por un equipo de especialistas que pueden incluir reumatólogos, dermatólogos, neumólogos, gastroenterólogos, cardiólogos, entre otros, según los órganos afectados.

Es importante destacar que el tratamiento de la esclerodermia es individualizado y puede variar según la gravedad de los síntomas y las complicaciones presentes en cada paciente. Por lo tanto, es fundamental trabajar en estrecha colaboración con un equipo médico especializado para desarrollar un plan de tratamiento adecuado y adaptado a las necesidades individuales.

Actualmente, se están realizando múltiples ensayos clínicos con fármacos específicos para tratar la enfermedad y sus complicaciones.

 

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