Sobrellevando la carga: ansiedad en estudiantes universitarios y cómo afrontarla

La ansiedad es una emoción que aparece cuando nos enfrentamos a la incertidumbre y a los riesgos que aún no se han producido. Sentimos ansiedad cuando no sabemos si tenemos las herramientas o habilidades para dar respuesta a las demandas del medio, o cuando creemos que hagamos lo que hagamos, el resultado de nuestro esfuerzo será negativo.

Durante la etapa universitaria se puede experimentar una mayor ansiedad por varios motivos. En primer lugar, porque este es un periodo en el que se experimentan muchos cambios, tanto físicos como psicológicos, pero sobre todo porque se está en plena formación de la identidad.

¿Qué es la ansiedad en estudiantes universitarios y cómo se manifiesta?

En el contexto universitario, la ansiedad podría aparecer durante los primeros días o el primer mes, cuando no se sabe cómo va a ser ese periodo, los compañeros de clase, el profesorado… Pero también, durante los exámenes, cuando no se tiene claro si nos hemos preparado suficiente y creemos que podríamos suspender…

La ansiedad es una emoción que nos sume en un estado muy desagradable, y es el motivo por el cual, en muchas ocasiones, evitamos enfrentarnos a las situaciones que nos producen ansiedad, para así no tener que experimentarla. Sin embargo, eludir este tipo de circunstancias no reduce los problemas derivados de estas situaciones y, precisamente por esto, cuantas más veces evitamos ir a las clases, salir a la pizarra, hacer una presentación en público, presentarnos a nuevos compañeros… más difícil nos resultará afrontar estas situaciones en el futuro.

¿Qué consecuencias puede tener la ansiedad en el rendimiento, la salud y el bienestar de los/las universitarios/universitarias?

Las consecuencias inmediatas son la sensación de malestar, mayor tiempo dedicado a pensar en lo que nos preocupa, reducción de la productividad, peor descanso durante las horas de sueño, capacidad de memoria reducida…

Pero el problema real es cuando la ansiedad se da de manera sostenida en el tiempo, algo que puede conducir a desarrollar diferentes trastornos como podrían ser:

• Trastorno de ansiedad social, si lo que nos preocupa son los otros y nuestra ejecución ante ellos.
• Trastorno de pánico: si comenzamos a temer salir de casa o ir a lugares en donde podríamos “perder el conocimiento”, “sufrir un ataque cardiaco”, “que se nos vaya la cabeza” … en público o en lugares de los cuales sea difícil poder escapar (dentro del autobús, en un teatro…).
• Trastorno de ansiedad generalizada, cuando todo nos preocupa y nos parece amenazante, nos sentimos incapaces de afrontar lo que nos sucede, estamos en un estado de nervios y tensión constante y dedicamos muchas horas al día a pensar en lo que nos preocupa sin poder evitarlo.

Cuando la ansiedad pasa a un estado clínico (trastorno), es común que dejemos de implicarnos en ciertas actividades (las que nos producen ansiedad) y, por ello, dejamos de aprender de nuestros errores, de desarrollarnos y de crecer como personas. Nos estancamos en nuestros miedos que, poco a poco, parecen cada vez más reales.

¿Qué estrategias y recursos pueden ayudar a los/las universitarios/universitarias a manejar y reducir su ansiedad?

Una de las cosas que más afectan en tener una alta ansiedad durante el periodo universitario es tener unas expectativas inadecuadas de la carrera o de la universidad. Además, es muy importante no tratar de querer hacerlo todo bien, sino más bien, plantearse este periodo como una carrera de fondo donde lo importante es ir aprendiendo, mejorando para llegar a la meta.

También puede ayudar el hecho de tener en cuenta todas las cualidades y las cosas que se hacen bien, y recordarse todo lo que se ha conseguido hasta el momento, como forma de potenciar la autoestima y la autoconfianza.

Y ante la ansiedad, en lugar de preocuparnos sobre las situaciones, prepararnos ante ellas. Podemos hacer esto a través de dos estrategias:

• Enfrentamiento progresivo: generalmente las situaciones que nos producen ansiedad son aquellas para las que no nos consideramos preparados. Enfrentarnos a este tipo de circunstancias puede ser arduo al inicio, pero si nos proponemos abordar la “versión más sencilla” del problema, es más fácil que logremos un mejor resultado. Por ejemplo, si sentimos pánico a hablar ante un número nutrido de personas, podemos empezar por entrenar nuestra disertación ante nuestra familia, en segundo lugar, ante un grupo de amigos, en tercer lugar, delante de unos pocos desconocidos… y así, ir avanzando poco a poco hasta afrontar la situación que nos produce mayor ansiedad.
• Práctica: en el mismo ejemplo, no nos produce el mismo pavor hablar de algo de lo que no sabemos nada, que cuando lo hacemos sobre un tema que nos gusta y dominamos. Si practicamos las habilidades o conocimientos necesarios para la situación en cuestión, nos resultará más sencillo afrontarla, y será más probable que nuestra ejecución sea mejor.

En cualquier caso, si el estado de ansiedad es alto, la mejor solución es un tratamiento clínico dirigido por un especialista en Psicología que desarrolle un plan de trabajo personalizado, enseñe técnicas de gestión emocional, ayude al paciente a evaluar las creencias y expectativas que hay tras esas emociones, y lo acompañe durante el proceso.