La resiliencia como apoyo incondicional

Los orígenes del concepto de Resiliencia

Los psicólogos tienden a indagar en el pasado de los pacientes para conocerlos y obtener más herramientas para ayudarles con su día a día.

Dos psicólogas, Emmy Werner y Ruth Smith, estudiaron el desarrollo de 698 niños que habían nacido en 1955 en la isla de Kauai (Hawai). Entre los factores estudiados, indagaron sobre las circunstancias de sus nacimientos, analizaron sus condiciones físicas, psicológicas y sociales en las que habían crecido y siguieron su desarrollo de manera individual durante 40 años.

El objetivo era el de comprobar que los niños que nacían en condiciones seguras y saludables tenían menos probabilidades de sufrir trastornos de aprendizaje, enfermedades físicas o mentales, delincuencia o problemas de relación en la edad adulta que aquellos que habían nacido en circunstancias de riesgo, como partos complicados, madres o niños abandonados, hogares azotados por la pobreza, el alcoholismo o la violencia.

Tras el análisis, descubrieron que, de esos 698 niños, 201 niños habían sufrido cuatro o más de estos factores de riesgo en su desarrollo vital.  Y de esos 201, 129 sufrían ya en la adolescencia ciertos problemas de aprendizaje o comportamiento. Por lo tanto, se estaba corroborando su hipótesis inicial. Pero… ¿Qué pasa con los 72 niños restantes?

Esta cantidad de niños no había desarrollado ningún trastorno o dificultades en su vida era considerable; habían sacado sus bachilleratos sin problemas académicos ni de comportamiento, y en el seguimiento posterior, llegados a la cuarentena, todos habían desarrollado vínculos afectivos sanos, eran trabajadores competentes y se sentían parte de una sociedad a la que también sentían contribuir. Este hallazgo se convirtió en objeto de estudio, ¿qué diferenciaba estos 72 niños de los 129 con trastornos?

El descubrimiento fue que todos ellos habían mantenido vínculos seguros, de apoyo y de afecto incondicional con alguna persona de su entorno, ya fueran padres, abuelos, profesores… Cualquier persona del entorno que les había hecho sentir seguros y queridos incondicionalmente, que habían sido comprensivos con ellos, cariñosos y solidarios durante su infancia.

Este descubrimiento fue muy importante, porque lo que venía a decir es que un vínculo positivo, solo uno,  en el desarrollo de estos niños, les servía de palanca para desplegar una serie de herramientas para combatir la inestabilidad, la inseguridad, la pobreza, el abandono...

Y aquí es donde entra en escena por primera vez, el concepto de resiliencia, como una herramienta interna, para combatir las adversidades que la vida nos presenta, para combatir el desgaste ante todas estas situaciones que nos van minando poco a poco.

¿Qué significa resiliencia?

Este término, resiliencia, se recogió de la física. La palabra viene del latín RESILO, que significa retirarse, retroceder y en física se utiliza para definir la capacidad que tienen ciertos materiales para volver a su estado original después de haber recibido una presión. Posteriormente, y a raíz de estudios como el descrito anteriormente, se adoptó este término al uso de las ciencias sociales; se definió como la capacidad que tiene las personas para superar situaciones adversas y salir fortalecido.

Me gustaría hacer hincapié en la última parte de la definición de resiliencia, salir fortalecido, porque no se trata solo de resistencia, sino crecer y aprender. Sólo aprendemos si la emoción está presente, si somos capaces de sentir, de enterarnos de lo nos está pasando, y esta es la única manera de salir fortalecido de un revés.

¿De qué sirve la resiliencia?

De media a lo largo de nuestra vida, cada uno de nosotros vamos a pasar por dos o tres adversidades inevitables. Son situaciones a las que todos vamos a estar expuestos alguna vez en la vida, como muertes de personas cercanas, rupturas amorosas, perder un trabajo… La mayoría de nosotros superamos estas adversidades y seguimos adelante.

Dentro de nosotros hay algo que nos lleva a superarnos, que nos impulsa a buscar ayuda en otros, por lo que necesitamos aprender a crear vínculos positivos con las personas de nuestro entorno para sentirnos apoyados y sacar lo mejor de nosotros mismos en estas situaciones difíciles.

Cuando enfrentamos a algo por primera vez, puede parecer que el mundo se nos cae encima, podemos tener sentimientos de indefensión, de que no vamos a poder, pero cuando creemos que podemos salir adelante, que lo vamos a conseguir, nuestra percepción cambia y empezamos a sentirnos capaces.

El miedo es el principal enemigo de la resiliencia. El miedo nos paraliza, no nos deja pensar, nos contrae y nos hace pequeñitos. Cuando nos sentimos acompañados y apoyados para enfrentamos a nuestros miedos, estos desaparecen.
No quiero decir que sea fácil y parte del trabajo del psicólogo es este: ayudar a las personas a enfrentarse a sus miedos para hacerles sentir más capaces y que los superen. Esto no es fácil, lleva su tiempo. Y pedir ayuda es el primer paso.