Incertidumbre: aceptar que no podemos controlar todo
Escrito por:¿Qué es la incertidumbre? ¿Por qué nos preocupa tanto?
La incertidumbre es la falta de conocimiento de lo que va a pasar, la falta de certeza.
Nos preocupa tanto porque los seres humanos tenemos cierta tendencia al control. Esa actitud a veces nos beneficia, otras veces no.
No lo es, por ejemplo, en aquellos casos cuando percibimos de forma consciente o no, si estaremos suficientemente preparados para enfrentarnos a lo imprevisto, a algo que nos puede desestabilizar. El ser humano continuamente, inconsciente o conscientemente, tiende a interrogarse sobre si puede enfrentarlo. De todas formas, la incertidumbre está en la vida misma y forma parte de ella.

que la incertidumbre pertenece a las dinámicas de la misma vida
¿La incertidumbre puede ser incapacitante? ¿Qué efectos tiene sobre el organismo?
Sí, puede ser incapacitante. Frente a la incertidumbre podemos quedarnos bloqueados y responder desde distintas dimensiones: mental, emocional y física.
- Mental: quedarnos pensando y activando un bucle continuo de pensamientos sobre la dificultad, sobre lo que deberíamos o podríamos hacer. Los pensamientos están centrados en la preocupación en vez de en la activación, en hacernos cargo de la situación o conseguir los recursos para enfrentarnos a lo que percibimos como difícil o catastrófico.
- Emocional: el miedo es la emoción vinculada con la incertidumbre y la ansiedad y la preocupación los estados de ánimo que creamos y en los cuales podemos quedarnos atrapados.
- Física: genera problemas de ansiedad y aumenta el nivel de estrés, con las consecuencias que eso comporta a nuestro organismo, entre algunos: problemas cardiacos o dermatológicos, hipertensión, obesidad, colon irritable o úlceras, inmunodepresión.
¿Cuáles son los desencadenantes de la incertidumbre?
Pueden ser varios. Por ejemplo, como hemos dicho, la tendencia como seres humanos a tenerlo todo bajo control, porque tenemos una visión antropocéntrica. Nos pensamos como el centro del mundo y no tenemos en cuenta que somos un elemento entre otros muchos elementos. Esto puede darse a raíz de los avances tecnológicos y científicos de los últimos 100 años, ya que hemos creado una idea del ser humano como todo poderoso. Hemos experimentado el crecimiento de las capacidades del individuo y creado la idea de poder, y deber, controlar todo aquello que está a su alrededor.
La incertidumbre se desencadena cuando algo se sale de nuestra capacidad de control y nos sentimos desestabilizados. Cuando nos vemos obligados a manejar los imprevistos y encontrar recursos tanto internos como externos para lidiar con las circunstancias.
Cuando estamos frente a una dificultad entra en juego el concepto de autoeficacia, es decir ¿cuánto soy bueno yo y qué recursos tengo para salirme con la mía?”. La idea de autoeficacia está vinculada a la idea de autoconcepto, la idea que tengo de mi mismo. Al hecho de tener una buena y positiva percepción de mí (buen autoconcepto), de saber qué tipo de recursos tengo y cuánto creo que sería eficaz a la hora de enfrentarme a determinadas circunstancias (percepción de autoeficacia).
La incertidumbre cuanto más tengamos la percepción de no estar suficientemente capacitados para lidiar con lo que no conocemos todavía, más impactará, y negativamente, en nuestra vida. Esa percepción puede darse porque hemos crecido con una idea de nosotros mismos que se ha ido construyendo a raíz de lo que hemos oído decir de nosotros en los entornos familiares y escolares. En algunas ocasiones, durante la terapia se va descubriendo que el paciente ha sido víctima de acoso, de bullying o de maltrato familiar, lo cual ha influido en su seguridad personal y en la confianza en sí mismo y hacia los demás. Puede que los padres, o figuras adultas de referencia, hayan tenido una comunicación negativa (“podrías haber hecho más”), o se hayan hecho continuas comparaciones con los hermanos. La inseguridad puede, además, ser consecuencia de manipulaciones activadas por algunas personas a las que hemos entregado cierto poder o reconocido cierta autoridad (otros familiares, amistades, parejas, compañeros de clase).
Asimismo, puede deberse a haber vivido circunstancias traumáticas como un desamor, una pérdida de trabajo o falta de éxito profesional o escolar. Eventos que pueden poner en crisis la percepción de estabilidad, de control o de comodidad.
¿Podemos aprender a afrontar la incertidumbre? ¿Cómo?
Tenemos que reconocer que no podemos llegar a controlar todo y que la incertidumbre pertenece a las dinámicas de la misma vida.
El segundo paso es empezar a conocer nuestras fortalezas y puntos débiles, para saber cómo enfrentarnos a situaciones X, saber qué nos faltaría por aprender para gestionarla. Asumiendo y aceptando, a la vez, sin autocastigarse, la posibilidad de que algunos recursos no están en nuestra mano y que tenemos ciertos límites. Aun así, no por eso tenemos que considerarnos personas incapaces o inferiores. Al contrario, se trata de una estrategia importante, la de asumir nuestras limitaciones, de saber en qué podemos ser buenos y en qué menos, sin que esto afecte a nuestra seguridad, percepción de autoeficacia y autoconcepto.
Es decir, aceptar lo que somos, pero no desde una perspectiva de resignación o victimismo (“pobre de mí”), sino desde la proactividad y de lo que sí es posible dentro de lo que es.
Podemos plantearnos estas preguntas:
- ¿Qué voy a hacer con lo que tengo?
- ¿Cómo lo voy a hacer?
- ¿Cuándo lo voy hacer?
- ¿Para qué lo voy a hacer?
- ¿Y qué necesito de más para hacerlo?
Hay personas que han desarrollado una buena capacidad de resiliencia y saben enfrentarse a la incertidumbre por sí mismas. Hay otras que tienen cierta dificultad para descubrir los talentos y los recursos que tienen y que no saben o pueden ver. La terapia con especialistas en Psicología puede ser un recurso muy útil para ayudar a reconocer las propias fortalezas y debilidades, así como para aumentar la sensación de seguridad personal. A la vez, podemos aprender a enfrentar el imprevisto o lo desconocido sin que impacte en la salud psíquica y física, como los síntomas comentados anteriormente. Por tanto, es necesario sentirnos capacitados, sosegados y confiados para poder seguir adelante a pesar de que no siempre sea tan fácil, de que nos cueste mucho trabajo y sacrificios.
Cabe destacar que el uso de fármacos puede ser necesario para acompañar la terapia. Sin embargo, por si solos no ayudan a empoderarse de cara al manejo de la incertidumbre. Sólo son paliativos de los síntomas y pueden, en algunos casos, ser necesarios para que sea más llevadera la psicoterapia y más eficaz.