¿Cómo sobrellevar un trauma en la vida cotidiana?

La palabra trauma deriva del griego y significa lesión. En nuestro caso, hablamos de trauma psicológico.

Un trauma surge tanto porque has sufrido un miedo de gran intensidad con peligro para la vida, como porque te has sentido incapaz de manejar un peligro real o potencial. En la vida de las personas es mucho más frecuente de lo que pensamos.

¿Qué situaciones pueden derivar a un trauma?

El trauma puede derivar de un episodio que ha puesto en peligro nuestra vida, como un accidente de coche, la muerte repentina de un familiar, una agresión física, abusos sexuales, ser testigo o víctima de un crimen, etc. También, puede derivar de situaciones que, en principio, son menos graves, pero se repiten a lo largo de nuestra vida como, por ejemplo, demasiada exigencia por parte de nuestros padres o falta de reconocimiento.

El trauma relacional se puede definir como la exposición a desajustes crónicos y estados prolongados de desregulación en el contexto de la relación de apego temprana, como el bullying en la escuela o relaciones de pareja que han resultado un fracaso. Son situaciones que pueden derivar a una vivencia traumática.

Aunque podamos olvidar determinados episodios, todas las vivencias que van asociadas a una carga emocional quedan grabadas en nuestro cerebro. La característica del trauma es que quedan almacenadas en su forma original, bien sea con información completa o fragmentada, que incluye emociones y sensaciones corporales tal y como las sentimos en el momento en que ocurrió el episodio.

¿Cómo podemos reconocer que estamos ante un episodio traumático?

Muchos de los problemas que vemos en la consulta provienen, en alguna medida, de un trauma original.

Reconocemos que existe un trauma porque los síntomas no acaban de resolverse, existen recaídas después de un tratamiento o nuestras reacciones emocionales no se corresponden con la importancia de la situación que tenemos en un determinado momento. Por ejemplo, si estamos preparando un examen importante o unas oposiciones, trabajamos y tenemos familia, sería normal sentir algo de inquietud, pero si los niveles de ansiedad nos impidieran dormir durante días y no cedieran, eso ya no sería normal.

Una vez tenemos estos indicios hay que realizar una buena historia clínica y, si es necesario, también una exploración con cuestionarios específicos.

¿Hay personas más propensas a sufrir este tipo de experiencia traumática?

Como en todas las tendencias humanas, puede existir una predisposición biológica. Aquellas personas más propensas a experimentar miedo, también podrán vivir los episodios de su vida con mayor intensidad y, por lo tanto, desarrollar vivencias traumáticas más fácilmente.

Sin embargo, existe un aspecto de gran relevancia; el vínculo afectivo que establecemos con las personas de alrededor, el apego. En la primera etapa de la vida comienza el apego infantil, que es cuando la madre sabe que está embarazada. La primera figura de apego es la madre. Luego, el padre y la familia cercana. Es la etapa en la que se crean los primeros lazos afectivos, los primeros aprendizajes y el primer eslabón de la personalidad.

Aquellas personas que, por diversas causas, no han podido establecer vínculos de confianza o relaciones de apego seguras con sus cuidadores principales, serán más propensas a experimentar vivencias traumáticas.

¿Qué tratamientos pueden ser eficaces para abordar un trauma y sus síntomas?

En primer lugar, el tratamiento de los síntomas es esencial para poder estabilizar a la persona y dotarla de herramientas que le permitan gestionar el malestar en el día a día.

Posteriormente, podremos abordar los episodios traumáticos con herramientas específicas como el EMDR. El neurofeedback también es una herramienta muy eficaz que podemos utilizar en combinación con EMDR y facilita el acceso a los recuerdos traumáticos de una manera más suave.

¿Es posible resolver un trauma sin ayuda de un experto?

Hay traumas que se resuelven solos. Por suerte, no todas las experiencias traumáticas derivan en un trauma, sino que hay personas que pueden integrar sus experiencias difíciles en su vida. Sin embargo, aquellas personas que han desarrollado síntomas es necesario que acudan a un profesional especializado, ya que si el trauma no se aborda adecuadamente, el hecho de recordar la experiencia original puede llegar a retraumatizar a la persona implicada. Por tanto, en estos casos es necesario la concurrencia de un profesional especializado.