¿Cómo podemos poner límites?

Escrito por: Mar Estévez García
Publicado:
Editado por: Lucía Ramírez

Los límites son unas líneas reales o imaginarias que marcan el final de una superficie, cuerpo o la  separación entre dos entidades. Suelen indicar un punto que no puede o debe sobrepasarse.
 

En general, los límites físicos son claros. Sin embargo, los límites emocionales son más confusos y es necesario aprender a establecerlos.

 

Los límites nos estructuran como personas y definen nuestra identidad

 

¿Por qué es tan importante poner límites?

Los límites con los demás nos estructuran como personas, constituyen nuestra identidad, definen nuestra forma de ser frente al otro… Es decir, a mi “yo” se le da forma con los límites.
 

Relación entre límites emocionales y límites físicos

Nuestro mundo interno se proyecta en las cosas cotidianas que nos rodean como la comida, la gestión del tiempo, la casa, la economía o la ropa.
 

Por este motivo, poner límites físicos a las cosas (poner un tope a la comida, gestionar mis horarios y mi tiempo, a las drogas en caso de adicciones, cerrar la puerta y que no entre nadie si no quiero, obtener mi propio dinero y no sentir que abusan de él o que alguien tiene poder sobre mí por dármelo…) también nos ayuda a establecer límites emocionales con las personas.
 

Hasta los 18 meses, el bebé piensa que él y su madre son “todo uno”, una completa fusión donde   no hay límites. Llega un momento en que el niño descubre que es una persona autónoma y,  por fin, puede ver a la madre como un ser diferente. Todo esto es sano para el crecimiento del niño.
 

Los límites permiten descubrir la existencia del otro y, por tanto, nos hace conscientes de nuestra propia existencia. Además, se distingue hasta dónde eres tú y hasta dónde soy yo, como eres y como soy. Es por ello que el resto de personas te empiezan a percibir como alguien con presencia y autonomía, un aspecto fundamental para el crecimiento personal.
 

Los límites físicos y los límites emocionales están muy relacionados, ya que ambos generan autoregulación y autonomía, una base para la autoestima y el bienestar.
 

No poner límites es dejarse llevar por la vida y por los demás. Esto genera sensación de descontrol, por lo que se intenta compensar con un exceso de control en otras cosas más pequeñas.
 

¿Qué significa poner límites?

  • Tomar las riendas.
  • Decir no cuando no quiero algo y sí cuando lo deseo o necesito.
  • Decir hasta aquí.
  • No dejarme llevar haciendo lo que los demás quieren para evitar crear conflicto.
  • No terminar realizando las sugerencias de los demás.
  • No dejar que invadan mi intimidad.
  • No dar por hecho que cualquiera puede opinar, manipular y exigir sobre mi espacio personal.
  • Distinguir lo que quiero hacer y lo que no quiero hacer.
  • Cuando alguien me falta al respeto no consentirlo, aunque sea alguien a quien otorgue cierto “poder” como jefes, profesores, tutores o padres.
  • Decir no quiero, aunque esto represente cierto dolor a la otra persona (dolor que muchas veces sobredimensionamos y no es tan catastrófico).
  • Establecer límites con las personas que más queremos, que son las que más nos cuestan.
  • No dejarme influir con los chantajes emocionales, por miedo a ser egoísta o egocéntrico (este es un error frecuente).
  • No confundirme con frases como “lo hago por tu bien”, el cariño nos descoloca.
  • Tener un espacio propio, una parcela privada sana que autogestiono (para  que no explote en una parcela patológica).
     

¿Qué consecuencias tiene no poner límites?

  • Inseguridad general.
  • Baja autoestima.
  • Dificultad para saber lo que quiero.
  • Falta de identidad.
  • Dependencia emocional.
  • Desconcentración.
  • Confusión.
     

¿Por qué no ponemos límites?

  • Porque no nos damos cuenta cuando pensamos “no me importa, no me cuesta nada”, y se va  acumulando. Después sientes un malestar general que no sabes de dónde viene.
  • Por temor a ser egoístas y malas personas.
  • Por omnipotencia y creer que podemos con todo.
  • Por miedo a la soledad.
  • Por automatismo, funcionar sin pensar, dejándonos llevar.
  • Porque en el fondo nos cuesta ponernos límites a nosotros mismos, o que otros nos los pongan.
     

¿Qué representa poner límites?

  • A nivel consciente: decir o hacer lo que se piensa en la vida cotidiana, decidir mi propio  camino.
  • A nivel inconsciente: formarse como individuo, con mi propia individualidad, y  estructurarme psíquicamente.
     

Creencias populares dañinas

  • La familia piña: aquella que está unida debe compartirlo todo, no cuestionarse los  unos a los otros y que no exista nada privado porque eso es de despreocupados y egoístas. En realidad, el amor se sostiene en el respeto.
  • El amor idílico: el verdadero amor es que los dos sean uno, compartirlo y saberlo  todo. Quererse implica una fusión sin límites (como el bebé con su madre).
  • Esto no solo es erróneo, sino perjudicial a nivel psicológico. Madurar la autonomía es algo  básico para la salud psíquica.
     

Se puede querer a alguien, compartir cosas, ayudar a los demás y, a la vez, mantener parcelas propias. Es compatible y mejora las relaciones.
 

¿Cómo ponemos los límites?

  • Poco a poco.
  • Primero hay que comenzar por identificar las situaciones, aunque no podamos cambiar  nada.
  • Estar alerta y localizar cuando me siente mal algo (a veces contestamos tan automáticamente que no pensamos si me gusta o no lo que me están diciendo).
  • Recordar que seguimos queriendo a esa persona, pero que no es egoísta ponerle un límite.
  • Cuando lo tengamos claro internamente empezará a salir de forma natural.
  • Soportar la culpa inicial, ¡no estamos acostumbrados!
  • Confiar en uno mismo, ya se irá consiguiendo sin prisas.
  • Todos somos igual de valiosos. El valor te lo das tú mismo.
  • Entender que todo no se puede, así que decidir renunciar es una forma de avanzar.
  • Siendo asertiva: decir lo que pienso, con educación y cuidado, pero con firmeza, me permite sentirme coherente conmigo mismo y me genera tranquilidad, seguridad y respeto.
     

Es fundamental aprender a poner límites de manera sana sin sentirse culpable, el especialista en Psicología puede acompañarte durante el proceso.

Por Mar Estévez García
Psicología

Mar Estévez García es una experta en psicología y sexología en Molins de Rei (Barcelona). Licenciada en psicología por la UNED, con especialización el Psicología Clínica e Industrial, cuenta con una trayectoria de más de 20 años de experiencia.

Especialista en amplios temas como la gestión de la ira, depresión, divorcio, problemas emocionales, adicción a internet, embarazo y posparto, autoestima, abuso sexual, adicción al sexo yo el estrés. Su práctica terapéutica se enmarca dentro del campo del coaching y el EMDR, ofreciendo así terapias tanto individuales como grupales

Ha realizado numerosos másteres relacionados con la sexología clínica, la neuropsicología y el coaching, además de un posgrado en Trastornos Alimentarios, Nutrición y Dietética. Actualmente, ejerce como psicóloga en su consulta Privada Mar Estévez de Molins de Rei.  

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