El énfasis en el autocuidado mental está ganando relevancia para las empresas

Con el tiempo, mediante investigación, ciencia y educación, hemos mejorado nuestra atención hacia el cuidado del cuerpo en este mundo occidental acelerado y ocupado en el que vivimos. Hemos adoptado hábitos saludables como una buena alimentación, ejercicio o búsqueda de aire limpio. Sin embargo, nuestra atención hacia la salud mental sigue siendo insuficiente. En todo el mundo, son numerosas las personas que experimentan estrés y agotamiento, y lo preocupante es que no siempre son conscientes de ello. El autocuidado debe comenzar siempre por uno mismo.

Las largas jornadas laborales, el sueño deficiente y la mezcla entre trabajo y tiempo libre, incluso durante las vacaciones, pueden reducir significativamente el tiempo de calidad que pasamos con nuestra familia y amigos. Estos factores contribuyen a una alta incidencia de trastornos recurrentes como la depresión, la ansiedad e incluso problemas físicos como las úlceras intestinales. Es evidente que la mente y el cuerpo se influyen mutuamente de manera notable.

A menudo descuidamos aspectos importantes de nuestras vidas, sin tan siquiera percatarnos, dejándonos llevar por la rutina diaria o la falta de habilidades para gestionar nuestro tiempo, emociones, comunicación y relaciones interpersonales. Si no intervenimos, esto puede pasar factura. Al igual que nuestros músculos se lesionan por el sobreesfuerzo y los malos hábitos físicos, el estrés crónico, la ansiedad y la depresión pueden surgir debido a la falta de técnicas de autocuidado y recursos para manejarlos adecuadamente.

El entorno laboral exigente ejerce una gran influencia en nuestra salud mental. Aunque las empresas son responsables de vigilar y cuidar a sus empleados, también es crucial que cada individuo se involucre de manera activa en el cuidado de su propia salud mental.

A menor atención al autocuidado, más problemas surgen

Es imprescindible mantener un equilibrio entre el bienestar físico y emocional, brindándonos cuidados variados. Desde la práctica de deporte, la meditación y el ocio, hasta el trabajo personal a través de la reflexión, la lectura, la psicoterapia, los grupos de apoyo y la formación, entre otros recursos disponibles.

Cuidar, ya sea a otros o a nosotros mismos, implica siempre una actitud proactiva, dinámica, exigente y muy demandante. Por ello, es crucial dedicar energía y tiempo a la autoobservación para iniciar el proceso de autocuidado. Después de escucharnos, debemos actuar en función de las necesidades que demanden nuestro cuerpo y nuestra mente. En el contexto laboral, es importante prestar atención a los factores que pueden influir en el riesgo psicosocial, identificarlos y abordarlos de la mejor manera posible.

Las estadísticas sobre el agotamiento laboral son preocupantes, ya que pueden provocar desde falta de motivación y productividad hasta errores graves y accidentes en el trabajo. Tanto si lo experimentamos personalmente como si afecta a alguien en nuestro entorno, siempre tiene un impacto en la salud. Este fenómeno puede desembocar en el síndrome de desgaste laboral o burnout, reconocido por la OMS como enfermedad profesional. El burnout es una de las principales consecuencias del estrés laboral prolongado y acumulado a lo largo del tiempo.

Para afrontar de manera más efectiva cualquier adversidad en el trabajo, es esencial comenzar centrándonos en la resolución del problema en lugar de obsesionarnos con el problema en sí mismo. Debemos aprender a reestructurar nuestro pensamiento, ya que a menudo nuestra forma de pensar puede perjudicarnos en lugar de ayudarnos. Nuestras interpretaciones pueden aumentar el estrés, deteriorar nuestras relaciones laborales y crear un ambiente tenso en el trabajo.

Para dar los primeros pasos en el autocuidado en el entorno laboral, podemos comenzar identificando diversos aspectos. Por ejemplo, evaluando si la estructura organizativa de nuestra empresa es rígida y altamente jerarquizada, lo que puede generar presión y estrés, o si existen relaciones tóxicas entre compañeros, lo que puede causar malestar emocional. También es importante considerar si nuestra labor implica un alto grado de contacto con el público, lo que puede llevar a enfrentar quejas y malos comentarios, o si implica una implicación emocional significativa en situaciones delicadas. Además, es fundamental realizar una evaluación personal para detectar posibles trastornos como la autocrítica patológica o patrones disfuncionales de afrontamiento del estrés.

Es esencial compartir nuestras inquietudes y dificultades con compañeros, superiores o subordinados, según corresponda, como primer paso para enfrentar los desafíos laborales. Esta acción nos ayuda a cultivar relaciones de mayor calidad y fortalecer nuestra percepción personal, allanando el camino hacia la recuperación. La calidad de nuestras relaciones influye significativamente en nuestra calidad de vida, por lo que es crucial fomentar la conexión entre líderes y empleados, así como entre compañeros de trabajo.

Nuestro compromiso con el bienestar comienza por nosotros mismos. Como afirmaba Juvenal (S. I y II, d.C.) es importante fomentar la relación entre la mente y el cuerpo (mens sana in corpore sano). Es crucial cuidar tanto nuestra mente como nuestro cuerpo, ya que ambos se influyen mutuamente de forma continua y circular. Aprender a cuidarnos es una habilidad que debe desarrollarse gradualmente, con paciencia, para descubrir qué herramientas y estrategias funcionan mejor para nosotros. Al establecer una buena relación con nuestro cuerpo y mente, y al proteger nuestra autoestima, estaremos practicando un cuidado integral y efectivo hacia nosotros mismos.