Cómo puede afectar la alimentación a un paciente con Alzheimer

Written by: Dra. Maria Teresa García López
Published:
Edited by: Albert González

Es un hecho probado científicamente que una buena alimentación es vital para estar sano. Del mismo modo, una persona enferma también requiere sentar unas bases de nutrición personalizadas que le ayuden a recuperarse o al menos a controlar la enfermedad.

 

El Alzheimer y los trastornos neurológicos no son tampoco una excepción, ya que debe tomarse conciencia y considerar la alimentación parte del tratamiento. Aunque algunas veces se descuida o no se valora lo suficiente, el apartado de la nutrición permite progresar o tener controladas múltiples enfermedades.

 

Es importante además, que la dieta esté adaptada no solo a los gustos del paciente, sino a la textura y al valor calórico idóneo para el paciente. En el caso de la Enfermedad de Alzheimer, al ser un trastorno que aparece en edades avanzadas, los pacientes son vulnerables desde el punto de vista nutricional.

 

Asimismo, a todo esto hay que añadirle las alteraciones que se manifiestan de manera fisiológica durante el envejecimiento y la presencia de otros trastornos como la diabetes, la hipertensión, etc. Estos factores comprometen el estado nutricional del paciente, el cual puede agravar la demencia senil, entre otros posibles efectos adversos.

 

Pérdida de peso

Uno de las principales consecuencias del Alzheimer es la pérdida de peso. Entre el 20% y el 40% de los pacientes de Alzheimer sufren pérdidas de peso significativas. Por otro lado, el 80% tiene riesgo de desnutrirse si no tiene una alimentación adecuada.

 

Uno de las principales consecuencias del Alzheimer es la pérdida de peso.

 

En la mayoría de los casos esto se debe a distintos factores de la demencia como:

  • Falta de piezas dentales que afecta a la función masticatoria.
  • Alteración del olfato y el gusto.
  • Dificultad para cocinar e ir a comprar.
  • Aburrimiento de la dieta, al ser esta poco variada.
  • Necesidad de ayuda para comer.
  • Falta de apetito.

 

A medida que avanza la demencia, la ingesta de alimentos y de hidratación disminuyen, ya que aparecen nuevos impedimentos como el desarrollo de disfagia orofaríngea (dificultad para tragar los alimentos) o el olvido de la habilidad para comer.

 

Por estos motivos, la alimentación en enfermos de Alzheimer debe considerarse igual de importante que el tratamiento farmacológico. Cada cierto tiempo además, debe valorarse nuevamente el estado nutricional del paciente, así como readaptar su dieta según su estado actual y necesidades, para conseguir evitar deshidratación, desnutrición y el estreñimiento.

 

Disfagia

Otro punto fundamental a la hora de establecer una dieta es la disfagia. El objetivo debe ser que el paciente se alimente de tal forma que logre un estado nutricional adecuado a sus necesidades.

 

En este sentido, es muy importante poder diagnosticar con la mayor brevedad posible qué grado de disfagia tiene el paciente y qué textura de comida es la más adecuada. Una vez diagnosticada esta enfermedad se adapta la alimentación a la viscosidad que recomiende el especialista.

 

No obstante, existe una dificultad añadida en cuanto a la preparación de los alimentos, ya que al intentar adaptar las texturas puede caerse en la monotonía. Si esto sucede el paciente relacionará la ingesta de alimentos con algo pesado y aburrido, ocasionándole desnutrición.

 

Un especialista le facilitará unas pautas para una alimentación correcta.

 

Por este motivo deben presentarse los platos de manera que resulten apetecibles, además de escoger combinaciones de alimentos que resulten agradables al paladar y que sean nutritivas.

 

Valor calórico y nutricional

Sin embargo, el valor calórico y nutricional es crucial también. Teniendo en cuenta que las personas de edad avanzada tienen muy poco apetito, hay que poner especial énfasis en los pacientes con Alzheimer. Esta enfermedad sumada a la demencia puede provocar que si no se adecúa la alimentación, el paciente realice ingestas muy precarias.

 

Por ello, una vez más, la textura y la variedad resultan fundamentales para enriquecer los platos y aportar al paciente sus necesidades nutricionales. Se deberá incluir alimentos calóricos ricos en proteínas como:

  • Aceite de oliva
  • Mantequilla
  • Frutos secos
  • Cereales hidrolizados
  • Clara de huevo
  • Leche

 

En los casos en los que la alimentación no baste para cubrir las demandas nutricionales, será necesaria la suplementación para alcanzar unos niveles óptimos de macro y micronutrientes.

 

En caso de tener dudas al respecto, se deberá acudir a un especialista de la nutrición para que pueda facilitarle unas pautas o herramientas que permitan llevar a cabo una alimentación correcta en personas con Alzheimer.

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Dra. Maria Teresa García López

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Neurology

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