Adicción a los videojuegos: ¿Qué hacer?

videogamesLas ludopatías infromáticas y otras adicciones de internet ya forman parte del arsenal psicopatológico. Según la doctora Elena Padrell psiquiatra y miembro de Top Doctors, actualmente es usual que algunos pacientes, la mayoría adolescentes traídos por sus padres, muestren síntomas de dependencia a los videojuegos.

La adicción está siempre potenciada por el placer inmediato que uno obtiene gracias a una determinada conducta. Todas inciden en estimular los centros de placer que tenemos en el cerebro. Una vez hayamos sentido este placer, el cuerpo luchará para volver a sentirlo.

Además, según la doctora Padrells, el cuerpo siempre querrá llegar por lo menos al mismo nivel de placer registrado durante la primera experiencia. El problema, es que delante de un mismo estimulo, los receptores del cerebro no van a reaccionar una y otra vez con la misma intensidad de respuesta. Para registrar el mismo o incluso un nivel de placer superior, tendríamos que subir la intensidad del estimulo.

En el tema de los videojuegos, el placer está conectado con la posibilidad de ganar el juego y el desafío de superar el nivel. Los juegos son estimulantes, atraen por su riqueza de diseño, su inmediatez, el cambio imprevisible de estrategia, el escape que supone del entorno familiar y la ilusión de “control” sobre los personajes que en ocasiones uno mismo ha creado.

La adicción a los videojuegos puede ocurrir a cualquier edad, pero la adolescencia, según la doctora, es un período crítico, ya que es cuando uno tiene más curiosidad para probar cosas que comportan un riesgo desconocido, y todavía más si no hay límites establecidos. Es un período de rebelion y de ponerse a prueba continuamente. Los videojuegos son una canal que proporcionan esta falsa ilusión de “control” y autoridad, al menos sobre lo que ocurre en la pantalla.

Aun así, esta adicción, sobre todo en adolescentes, puede llevar a problemas de fracaso escolar, ruptura de relaciones familiares y de aislamiento social.

 

 

Tratamiento

El primer paso para la terapia será la educación de todos los implicados, ya que a menudo sólo son los padres los que están preocupados, mientras que el paciente o adolescente es el que debería tomar consciencia de su problema. Por eso, hay que proceder a implicar al paciente y a realizar con él un balance de posibles beneficios y riesgos de empezar o no un tratamiento.

Una vez obtenida la motivación, se utilizan herramientas parecidos a otros tipos de ludopatías, es decir, sin participación de sustancias químicas. Se empieza por una evaluación psiquiátrica, donde se descarta la existencia de otras adicciones o trastornos psiquiátricos, se valora la capacidad cognitiva del paciente y se estudian los posibles antecedentes médicos y psiquiátricos, tanto personales como familiares.

Normalmente, si no hay co-morbilidad y se obtiene una buena alianza terapéutica con el paciente (es decir, su sincera confianza, compromiso de participación y ganas de superarse), entonces se inicia el potenciar la motivación personal con un seguimiento cercano de auto-disciplina.

Junto con el paciente, se identifican unos objetivos a corto y a largo plazo, a ser posible con una gratificación positiva asociada a los logros de estos objetivos. Por ejemplo, en los videojuegos, se puede establecer un límite de días a la semana e ir disminuyendo progresivamente el tiempo invertido en el juego o bien establecer que cuando se consiga determinada meta del juego, se apague incondicionalmente.

Se trata de crear pautas de comportamiento a base de planificar el cuándo y cómo voy a realizar esta actividad. Como gratificación o refuerzo positivo, se puede celebrar con el paciente la capacidad de auto-control y explorar qué otros efectos positivos se derivan de su nueva “liberada” situación.

Si no se responde a una terapia individual de tipo cognitivo-conductual (como la descrita anteriormente), se puede potenciar con terapia familiar, grupal de autoayuda e incluso en determinadas circunstancias sera prescrito el abordaje psicofarmacológico, dirigida a disminuir elementos ansioso-depresivos u obsesivo-compulsivos tipicamente asociados con las adicciones.

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