Tras la pandemia, prioricemos la salud física, mental y emocional

Escrito por: Dr. Fernando Marquínez Bascones
Publicado:
Editado por: Margarita Marquès

Desde la llegada del virus y la declaración por la Organización Mundial de la Salud de estado de pandemia (enfermedad epidémica que se extiende a muchos países), el miedo se ha instalado en nuestro planeta como un fuego salvaje y devastador. La pandemia Covid-19 es la enfermedad más reciente de un mundo enfermo.

 

Nos hemos encontrado desvalidos, carentes de suficientes certezas científicas en que apoyarnos para comprender las causas de la crisis, su posible evolución y el mejor modo de hacerle frente. En esta situación de alarma sobrevenida parece que son las voces extremas las que más gritan, y la mayoría social, casi totalmente silenciosa, permanece más desmovilizada que antes y con más miedo que nunca.

 

El profesor Francisco Mora, catedrático de neurociencia en la Complutense de Madrid define así el miedo: “Emoción innata que ocurre en el mundo animal y se expresa máximamente en los mamíferos incluido en hombre. Está producido por un peligro o una amenaza a la supervivencia, real o evocado por su recuerdo. En el ser humano esta emoción, gracias a los intrincados mecanismos que generan la conciencia, se eleva a sentimiento desagradable que, dependiendo de su intensidad, puede llegar a ser de terror, pánico y hasta paralizante.”

 

El miedo también puede definirse otras maneras. A mí la que más me gusta es la que utiliza el acrónimo para nombrarlo en inglés (F.E.A.R.), y sería una falsa expectativa o presentimiento de contenido negativo, que asumimos como real. Decía Tito Livio que el miedo está siempre dispuesto a ver las cosas peor de lo que son. El miedo puede ser controlado o vencido en la mayoría de las ocasiones sino en todas. Una vez vencido el miedo, es innecesaria la fe, cualquier tipo de fe, y, de hecho, podríamos considerar la fe, cualquier tipo de fe, como una patología de la mente humana.

 

Desde el inicio de la pandemia, el miedo se ha instalado
en nuestro planeta como un fuego salvaje y devastador

 

El escritor y científico británico, Arthur C. Clarke sostenía que la mayor tragedia de toda la historia de la humanidad puede haber sido el secuestro de la moralidad por parte de las religiones. Entre los doce hijos de Gea (enfermera) y Urano (médico general) destaca el titán intelectual Mario Bunge, de ahora en adelante M.B., quien efectivamente logró asaltar el cielo. Allí reside tras vivir más de cien años en este precario planeta, habiéndonos dejado el sabio magisterio de su obra científica. Según M.B. las mejores ideas son las que hacen abrir la mente, no la boca.

 

A este propósito suele atribuirse a Albert Einstein la comparación de la mente con un paracaídas que solo funciona si se 2 abre. Por tanto, las buenas ideas producidas en la mente de un cerebro humano son las que provocan e incitan a inventar nuevas ideas. En esto consiste la fuerza de alguna de ellas, y la debilidad de otras consiste en que inmovilizan en vez de movilizar. En todo caso no exageremos la importancia de las ideas. El gran Rousseau las consideraba inferiores a los sentimientos, pero no se trata de clasificar sino de integrar sistémicamente, la mente sentí-pensante con la acción correcta.

 

Combatir el miedo con humor

En esta loable labor puede y debe ayudarnos el humor si es humor adecuado, si es buen humor. Dicen en lo más tremending del Diario Público que el humor es una de las armas más fuertes contra el odio y las mentiras de los intransigentes y antidemócratas. Estas cuestiones de mal humor o humor negro no las vamos a considerar aquí. Las vamos a desdeñar. Las ideas divertidas, las buenas ideas humorísticas pueden hacernos abrir a la vez la mente y la boca. Al hacernos reír nos hacen inmortales unos segundos. Me parece incluso ingenuo y atrevido llamar cuántica a esta inmortalidad.

 

Todos, sabemos, desde los tiempos del imperio romano, que los seres humanos somos los “morituri”, los que van a morir y son conscientes de ello. Sin embargo, el tabú de la muerte sigue instalado en nuestras culturas. En diciembre del año pasado, el congreso de los diputados aprobó el trámite de la ley del derecho a la eutanasia y al suicidio asistido (L.O.R.E). Una flor más en el mundo.

 

La revista D.M.D. en su número 82 dice a este respecto que la llegada de la pandemia de la Covid-19 es un auténtico sunami que ha hecho emerger muchas de las deficiencias de nuestra sociedad. Ha mostrado por ejemplo la escasa implantación de los derechos sanitarios, especialmente el derecho a una muerte digna. Razones epidemiológicas y de penuria de medios han llevado a miles de personas a una muerte en soledad, cuando no privadas de la asistencia exigible, por más que profesionales sanitarios sin recursos y en un contexto tan inédito como insoportable, hayan hecho lo que han podido.

 

El 18 de marzo de 2021 el congreso de los diputados aprobó con 200 votos a favor, 141 en contra y dos abstenciones, el último tramo de la ley que entrará en vigor dentro de tres meses. Así España se sitúa en quinto lugar de todos los países del mundo que regula la eutanasia. Para celebrar esta fecha podíamos tratar de enterrar el tabú de la muerte. Puede que la muerte sea la forma en que la naturaleza nos indica que vayamos más despacio. Dice W. Shakespeare en Hamlet: “Muerte es el país no descubierto de cuyos límites ningún pasajero regresa”, en Julio César: “Los cobardes mueren muchas veces antes de su muerte”, y también en Hamlet; “Ser o no ser, esa es la cuestión”.

 

Combatiendo el miedo con buen humor, podremos aprender más fácilmente de este año pandémico y tratar de remediar los errores avanzando hacia una sociedad más igualitaria y sostenible y por lo tanto más sana globalmente. También puede ayudarnos a salir de este atolladero con un nuevo paradigma más saludable, el libro de James Néstor, Respira, best seller internacional recién aparecido en castellano, citado en las referencias. Así pues, prioricemos la salud, que es una y trina la vez (física, mental y emocional) tanto si tenemos pandemia como si no.

Por Dr. Fernando Marquínez Bascones
Psiquiatría

El Dr. Marquínez Bascones es especialista en Psiquiatría, Doctor en Medicina con calificación Cum Laude por la Universidad del País Vasco. Con más de tres décadas de experiencia, fue presidente de la Sección de Salud Mental en la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, además de ejercer en su consulta privada.

Fue Presidente de la primera Junta Directiva de la Asociación Vasca de Salud Mental - Osasun Mental Elkartea (Federada con la Asociación Española de Neuropsiquiatría) en octubre de 1986. 

El Dr. Marquinez ha realizado múltiples trabajos publicados en revistas de su especialidad y presentaciones en congresos y reuniones científicas. Entre 1979 y 1983 compaginó su labor con la docencia, siendo profesor en la Universidad del País Vasco.

El trabajo de los procesos mentales que realiza en sus tratamientos viene inspirado por la obra de Mario Bunge y su acrónimo P.N.E.I.F.: psico, neuro, endocrino, inmuno, farmacológico.

Su actividad psicoterapéutica está regulada en el tiempo. Las primeras consultas son sin límite horario y las sucesivas de 50 minutos de duración. Los objetivos terapéuticos se consensuan y quedan definidos en las primeras sesiones, para tratar de alcanzarlos lo antes posible. 

El Dr. Marquínez realiza únicamente sesiones individuales y de pareja, ya que suspendió hace tiempo los tratamientos grupales. El seguimiento, "follow up", también es consensuado y a demanda de las personas consultantes.

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