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La vida que generalmente se vive, especialmente en las ciudades en el hemisferio occidental, suele ser una vida con un alto nivel de exigencia en cuanto a las funciones que uno tiene que desarrollar. En algunos casos, este alto nivel de exigencia comporta que nos pongamos en una situación de vulnerabilidad. Asimismo, hay algunos puntos que sí que podrían tener una capacidad preventiva de evitar que esta ansiedad se pueda disparar o se pueda poner en marcha. Por ejemplo, es sabido que el ser humano funciona mejor si tiene un cierto nivel de actividad física y si además tiene un cierto grado de alimentación que sea relativamente equilibrada; luego hay algunos puntos que son muy propios de la vida urbanita que tienen que ver, por ejemplo, con la ingesta de tóxicos, los más conocidos serían los que tienen que ver con la cafeína o con el alcohol, y por supuesto con cualquier otro tipo de sustancias de abuso. Por otra parte, en muchos casos hay que evitar las situaciones en las cuales la persona vaya más allá de lo que realmente su capacidad funcional le determinaría. Por ejemplo, no tomar más de una cantidad de trabajo determinada que va a comportar una situación de extraordinaria dificultad, o no tratar de tener una vida social tan extenuante que al final no va a dejar tiempo para que la persona tenga el adecuado descanso. El tratar de mantener un cierto equilibrio entre la vida social, la vida familiar, la vida profesional y, en este sentido, las personas, tiene que tener un cierto punto de conciencia de tratar de no ir más allá de este punto en el que, como dicen los ingleses, todo el mundo tiene un nivel de ruptura. Es decir, las personas que hacen que su organismo, que su maquinaria biológica, vaya más allá del punto que puede ser relativamente llevable se enfrentan a una situación de ruptura. Aquí siempre conviene entender que el punto de estrés, el punto que hace que nos podamos disparar es el punto inmediatamente anterior al de ruptura cuando se somete una barra de metal a dos fuerzas contrapuestas. Tenemos que saber y tener conciencia de parar en una situación de equilibrio que no nos lleve a situaciones que luego, lógicamente, van a forzar de una forma excesiva nuestra maquinaria.
A lo largo de la historia, en los estados de ansiedad se han utilizado muchas variaciones tanto de actuaciones -vamos a decir- de comportamiento como actuaciones de tipo farmacológico. Actualmente, el tratamiento de la ansiedad es altamente eficaz si se hace de una forma adecuada. Tiene dos dimensiones: - La de la palabra, que es la psicoterapia cognitivo-conductual: se trata de un tipo específico en el que se consigue, en primer lugar, una información detallada y siempre en signo positivo, y en segundo lugar, se intenta explorar en cuáles son los mecanismos (tanto de tipo cognitivo del paciente como también las interpretaciones) que él ha hecho sobre cómo encarar o afrontar determinadas situaciones, y que generalmente son interpretaciones o bien sesgadas e incluso falsas, es decir, equivocadas y que no se corresponden con la forma adecuada de encarar esta situación. La psicoterapia cognitivo-conductual tiene un alto nivel de eficacia y además tiene la particularidad de que no se alarga en el tiempo sino que es una cuestión de unas cuantas semanas (entre cuatro y ocho), aunque luego pueda ser necesaria alguna dosis de recuerdo, por así decirlo. La psicoterapia cognitivo-conductual, en algunos casos, es ya por sí misma resolutiva aunque en la mayoría de los paientes es conveniente asociarlo a una actuación de tipo farmacológico. - La actuación de tipo farmacológico se establece tanto con los llamados ansiolíticos, que son los pedidos preparados que consiguen reducir el sufrimiento psíquico sin alterar la capacidad funcional de la persona y, por otra parte, están los antidepresivos, que son más entendidos no como antidepresivos exactamente sino como reguladores, ya que lo que consiguen es que el organismo tenga una cierta capacidad para evitar que su nivel de ansiedad pase de un determinado nivel. Generalmente, en una actuación típica contra un estado de ansiedad de una cierta severidad la actuación sería actuar inmediatamente con la dimensión farmacológica consiguiendo que la persona reduzca suficientemente su nivel de ansiedad como para que pueda entrar con altas posibilidades de eficacia en el aprendizaje de lo que significa la psicoterapia cognitivo-conductual.
La ansiedad tiene diversas manifestaciones a nivel clínico. En general, existe una ansiedad que es lo que se llama un estado de ansiedad generalizada en la cual la persona tiene, por un lado, una sintomatología subjetiva en la cual siente un desasosiego, una sensación de malestar interno, una desazón que hace que tenga como una visión un poco defensiva ante la vida y, por otro lado, una sintomatología somática que puede ser tanto de tipo respiratorio (por ejemplo, sensación de dificultad a la hora de inhalar el oxígeno), circulatoria (que podría ser en forma de taquicardias, palpitaciones, etc.) y, en otras ocasiones, pueden ser dolores de cabeza de los que son llamados los tensionales; también puede tener cambios en la sensibilidad de la piel con sensación de hormigueos, parestesias, etcétera, sin olvidar los digestivos, que son también muy frecuentes, especialmente los que tienen que ver con los clásicos del antiguamente llamada dispepsia. Todos estos síntomas y signos forman parte del que es el repertorio habitual de los estados de ansiedad generalizada. Existe también otro tipo de ansiedad que tiene un componente particularmente notable, que es el estado de ansiedad con ataques de pánico, que se manifiesta -además de con los síntomas antes dichos- con ataques o crisis de ansiedad de alto voltaje que dejan a la persona durante minutos o incluso hasta media hora, una hora o dos horas, en un estado de altísima preocupación en el que la persona puede tener la sensación de catástrofe inminente o de que pierde el control de su propio ser. Existen también los llamados estados obsesivos compulsivos en los cuales la ansiedad se acompaña de obsesiones que son pensamientos que no puede lanzar de su conciencia y que son uniformes, repetidos y generalmente muy mortificantes; esto suele acompañarse también de compulsiones, que son ceremonias o rituales que el paciente realiza tratando de que sirvan como antídotos para el nivel de ansiedad. También existen las llamadas ansiedades muy focalizadas, que son las fobias, y desde estas hay una amplia gama porque pueden ser fobias tanto de tipo social, como fobia a los espacios abiertos, como fobias a situaciones específicas, fobias a las alturas a los espacios cerrados, etcétera.
Cuando hablamos de ansiedad, desde el punto de vista de los clásicos, se consideraba que había dos conceptos distintos: por un lado estaba el miedo, que era el temor a algo conocido y, en cambio, la ansiedad era el temor a algo desconocido. En realidad, la ansiedad hoy día se entiende como una situación que puede ser también, si es en un grado ligero, beneficiosa en el sentido de que es una señal de alarma que nos prepara para encarar una situación que pueda ser problemática o difícil. La ansiedad desde este punto de vista sería una reacción que el organismo tiene para enfrentarse a situaciones difíciles. Cuando el estímulo es excesivo, sea por su intensidad o por su duración, se puede dar una reacción del organismo desproporcionada y entonces es cuando consideramos que el nivel de ansiedad va más allá de un cierto punto y se considera entonces que la ansiedad es patológica. Así pues, la ansiedad patológica es una situación muy desagradable en la que el organismo tiene ya una serie de signos y síntomas que alteran su capacidad tanto de bienestar subjetivo como también de tener unos signos de tipo somático que de una forma o de otra afectan la capacidad de aquella persona para realizar sus funciones. Hay también un factor que es importante cuando hablamos de cuándo se da una reacción desproporcionada patológica de ansiedad que es el factor personal. Hay personas que tienen, por su personalidad o por sus rasgos temperamentales, una mayor dificultad para enfrentarse a situaciones y, en esos casos, es cuando más fácilmente se puede dar una situación en la cual el grado de ansiedad ya comporte un nivel clínico. En este sentido, la tendencia actualmente es considerar que el ser humano tiene una maquinaria biológica que es la que permite que se enfrente a todas las situaciones que le proporciona su vivir en el contexto ambiental en el que se encuentre y, desde este punto de vista, cualquier situación que comporte un cierto grado de emocionalidad va a incidir sobre esta persona. Este individuo entonces lo que tiene que hacer es gestionar, procesar adecuadamente el nivel de emocionalidad que aquella situación trae con él. Si su capacidad para procesar o para gestionar esas emociones es correcta, buena, probablemente no se va a dar una situación de ansiedad patológica. En cambio, si su capacidad es precaria o es muy limitada probablemente aquella persona, al no poder gestionar este grado de emocionalidad, va a sufrir esa reacción en la cual el organismo demuestra que al no poder procesar adecuadamente se expresa en forma de una sintomatología clínica que llamamos estado de ansiedad. Por otra parte, hay que tener en cuenta que en algunos casos el estímulo, aunque sea un estímulo no particularmente pronunciado, puede encontrarse con una persona que, como hemos mencionado antes, tenga una personalidad que le dificulte el adaptarse a aquella situación que tiene que encarar. Y, en algunos casos, puede haber también una cierta base que probablemente es de una raíz familiar que es lo que dificulta que aquella persona entonces se pueda hacer cargo de la situación a la que se está enfrentando. El punto clave aquí es que la persona no tiene el mismo nivel, la misma capacidad de funcionalidad que tendría sin el estado de ansiedad, es decir, el estado de ansiedad, cuando es patológico, no solamente consigue una mejor adaptabilidad del organismo sino que le dificulta su capacidad funcional para enfrentarse al tipo de dificultad en el que se encuentra. El Dr. Bueno es un profesional altamente reconocido, al aunar un nivel científico de primer nivel con una actitud clínica profundamente humanística. Formado en Estados Unidos, ha desarrollado su labor, tanto en investigación como en la docencia universitaria y la práctica clínica. Actualmente ejerce en la Clínica Teknon de Barcelona. ¿Deseas más información? Solicita tu cita aquí https://www.topdoctors.es/doctor/jose-angel-bueno