Uno de cada cinco adolescentes está afectado por algún problema de salud mental

Written by: Lda. Ainara Etxearte García
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Edited by: Nerea Colomé Lamas

La adolescencia es la etapa de la vida que abarca entre los 12 y los 24 años. Está marcada por importantes cambios a nivel biológico que tienen una gran repercusión a nivel psicológico y social.

 

A nivel cerebral, las áreas superiores situadas en la parte frontal y prefrontal están en pleno desarrollo, lo que tiene su traducción comportamental en el autocontrol, la autonomía, la autodeterminación, la planificación y la gestión de tareas y actividades cada vez más complejas… De ahí el balanceo entre el deseo de autonomía y una actitud más dependiente que desconcierta a los padres y madres obligándoles a redefinir constantemente la nueva relación con sus hijos.

 

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En ningún caso debemos quitar importancia al malestar psicológico
que percibimos en nuestros hijos e hijas

 

La adolescencia no deja de ser una etapa de duelo para el propio adolescente, que mira con curiosidad e ilusión toda la nueva realidad que se abre frente a él pagando el peaje del estrés y vulnerabilidad al abandonar poco a poco el cómodo y amplio paraguas que sujetan sus padres.

 

Se iniciará una desvinculación de los padres en la búsqueda de la identidad propia dejando más de lado a estos como referentes principales y buscando los suyos propios, tanto entre sus iguales como en otros sectores y grupos de la sociedad. La autoestima y autoconcepto están en plena configuración. Comenzarán a desplegar sus propias estrategias de afrontamiento y gestión de distintas situaciones y, en consecuencia, a asumir y a resolver sus propios conflictos. En este sentido, la vulnerabilidad de sufrir problemas de salud mental aumenta, ya que los recursos psicológicos están todavía conformándose y la apertura al mundo va en aumento.

 

Según el psiquiatra Daniel Siegel, autor del libro “Tormenta Cerebral: El poder y el propósito del cerebro adolescente”, los cambios que sufre el cerebro adolescente recogen las formas sanas de vivir la edad adulta: la chispa emocional, la implicación emocional, la novedad y la exploración creativa. Es decir, vivir con sentido y vitalidad, creación de relaciones gratificantes y significativas, la búsqueda de nuevas experiencias y capacidad de abstracción y desarrollo de la conciencia.

 

 

Trastornos mentales en la adolescencia

 

Según la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, la prevalencia de trastornos mentales en la adolescencia es muy elevada. Uno de cada cinco adolescentes está afectado por algún problema de salud mental. Los problemas más importantes son:

  • Trastornos de ansiedad: ataques de pánico, fobias…
  • Depresión: duelo de la infancia, dificultad para integrar cambios y pérdidas, ansiedad sostenida en el tiempo que deprime al sistema.
  • Problemas de comportamiento: agresividad, estado anímico fluctuante…
  • Abuso de sustancias como desconexión con la realidad vivida.
  • Trastornos de la conducta alimentaria: rasgos de perfeccionismo y autoexigencia, sensación de control frente al descontrol en otros ámbitos…

 

 

¿Señal de alarma o conducta común?

 

Aunque la intensidad emocional y su fluctuación es algo característico de la adolescencia, un ánimo bajo persistente nos puede indicar una dificultad de regulación emocional y un afrontamiento que puede derivar en un estado depresivo. En este sentido, hay que tener en cuenta que el malestar se manifiesta a través de la tristeza y de otros estados emocionales como la irritabilidad o la ira, que pueden tener como consecuencia problemas de concentración, síntomas físicos, autolesiones o incluso, amenazas de suicidio.

 

Es frecuente que este estado se manifieste con carácter evidente a nivel académico, en el que se produce un círculo vicioso: la falta de concentración provoca malos resultados y estos generan problemas de autoestima y socialización.  Pero, además, este estado puede generar efectos directos en el sueño, falta de apetito u otras quejas somáticas producidas por dicho estado. Y, en consecuencia, puede haber un frecuente consumo de sustancias, con cuyo uso, el adolescente trata de evadir la inestabilidad psicológica a la que se enfrenta. Por todo ello, es importante estar atentos a cambios que se puedan producir en estas materias, sobre todo cuando los cambios se producen de manera abrupta.

 

 

¿Qué podemos hacer como padres?

Y una vez más haciendo alusión a Siegel, tal y como dice el título de uno de sus libros, el secreto está en: “El poder de la presencia”. La presencia se transmite a través de la apertura a la comunicación, la calma, el cariño, los límites y la comprensión.

 

El o la adolescente percibirá, en ocasiones, como invasivo, tocar la puerta de su habitación para preguntarle qué tal está y puede incluso que lo demuestre de forma brusca. Si nos dejamos llevar por nuestro propio sentimiento de rechazo es posible que también respondamos de forma inadecuada y tendamos a disminuir los intentos de comunicación. También, puede ser que despierte en nosotros una angustia que nos lleve a comportarnos de forma invasiva sin respetar su intimidad y espacio, por ejemplo, revisando sus objetos personales. Sin embargo, si entendemos que esta conducta de nuestros hijos e hijas como parte de un proceso de aprendizaje de autorregulación y desarrollo, nos será más fácil sentirnos parte del proceso y estar motivados hacia nuestra propia autorregulación e implicación y desplegar conductas de acercamiento, cariño y calma.

 

Lo más importante es que sepan que vamos a estar disponibles cuando lo necesiten. Puede que pasado un rato o en otra situación, ese mismo adolescente que ha rechazado la comunicación con su madre o padre, quiera acercarse a ellos y, para eso, necesita encontrar apoyo fácilmente.

 

En ningún caso debemos quitar importancia al malestar psicológico que percibimos en nuestros hijos e hijas. Ante ello, la mejor decisión es acudir a un profesional de la salud mental que nos oriente y nos ayude en el proceso, tanto al joven o a la joven como a vosotros como padres.

 

*Translated with Google translator. We apologize for any imperfection

By Lda. Ainara Etxearte García
Psychology

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