¿Cómo debemos actuar en caso de síncope y cómo prevenirlo?

Written by: Dr. Ismael Martín de Lara
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Edited by: Margarita Marquès

El síncope se define como la pérdida brusca de conocimiento debida a una disminución global y transitoria del flujo de sangre a nivel cerebral. Dicha pérdida de conocimiento suele ser breve, desde unos segundos hasta no más de 4-5 minutos, y la recuperación tras el episodio es completa, sin somnolencia posterior ni otros síntomas.

 

¿Qué puede provocar un síncope?

En aproximadamente 9 de cada 10 síncopes, existe un mecanismo neuromediado por el cual se desencadena una disminución de la frecuencia cardiaca (disminución del número de latidos por minuto) y/o una bajada de la presión arterial. Distintas situaciones o estímulos pueden poner en marcha este mecanismo a través del nervio llamado “vago” (estimulación vagal) y dar lugar al síncope.

 

Al notar síntomas que pueden indicar un síncope, es importante acercarse
al suelo para evitar posibles traumatismos que podrían llegar a ser graves

 

¿Cuáles son los tipos de síncope que existen?

Dependiendo del desencadenante que genere esa disminución súbita, global y transitoria de la presión de flujo sanguíneo a nivel cerebral clasificamos los síncopes en:

  • Neuromediados situacionales: una situación favorece la estimulación del nervio vago, así como la disminución de presión arterial. Ejemplos: un traumatismo con dolor agudo e intenso, realizar una maniobra de Valsalva (toser enérgicamente, soplar contra resistencia, apretar durante el estreñimiento…), ejercicio físico muy intenso en ambiente caluroso, bipedestación prolongada, levantarse bruscamente tras un largo tiempo en decúbito, ayuno prolongado o comidas muy abundantes, etc.
  • Vasovagales o por impacto emocional: la estimulación del nervio vago se produce debido a una emoción intensa. Ejemplo: ver sangre, recibir la noticia del fallecimiento de un familiar, visión de algo desagradable, etc.
  • Cardiovasculares: supone solo 1 de cada 10 síncopes, pero es de vital importancia su adecuado diagnóstico. En ellos, la disminución sanguínea a nivel cerebral se debe a una patología cardiovascular, ya sea debida a una malformación congénita o, más frecuentemente, a la presencia de una arritmia cardiaca. En ambas situaciones, se ve alterado de forma repentina el bombeo de sangre por parte del corazón, desencadenándose el síncope. Datos que hacen sospechar de este tipo de síncopes son el hecho de que se produzcan estando el paciente acostado o tumbado, no de pie; cuando se produzcan en pleno esfuerzo físico; o bien cuando el paciente refiera notar anomalías en el latido cardiaco (palpitaciones), inmediatamente antes de perder el conocimiento.

 

¿Qué debemos hacer en caso de síncope?

No debemos hiperactuar, no debemos realizar maniobras de reanimación cardio-pulmonar. Solamente debemos favorecer la llegada de sangre a la parte superior del cuerpo y a la cabeza tumbando al paciente, elevando un poco las piernas, aflojando las prendas de ropa apretadas y, normalmente, con estas medidas el paciente recuperará la consciencia rápidamente. Si no es así, se debe avisar a Emergencias, ya que podría ser necesaria la utilización de un desfibrilador en aquellos casos de síncope cardiovascular arritmogénico.

 

¿Se pueden prevenir?

Se pueden tomar una serie de precauciones que van a disminuir las posibilidades de sufrir un síncope. Se deben evitar las “situaciones” desencadenantes antes referidas:

  • Estar mucho tiempo de pie
  • Estar en ambientes calurosos y mal ventilados
  • Estar muchas horas sin comer
  • No hidratarse adecuadamente
  • Levantarse bruscamente

 

Para las extracciones sanguíneas, es preferible tumbarse en una camilla. Es también de vital importancia mantener en todo momento una hidratación adecuada, especialmente antes, durante y después de la práctica deportiva.

 

Finalmente, es importante acercarse al suelo al notar los síntomas que avisan de que se va a sufrir un síncope (mareo, debilidad, visión negra, sudoración…). De esta forma, se evitarán posibles traumatismos que podrían llegar a ser graves.

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By Dr. Ismael Martín de Lara
Pediatric Cardiology

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