¿Qué pasos podemos seguir para conseguir agilidad emocional?

La agilidad emocional hace referencia a la capacidad para poder conectar con nuestro mundo emocional interior.

Se trata de poder convivir con nuestros pensamientos, emociones y recuerdos de forma saludable, procurando que éstos no condicionen de manera inmediata nuestra conducta, tratando de distanciarnos de ellos para poder comprenderlos.

Y de ese modo no “reaccionar”, si no “responder”, un proceso mucho más maduro y racional que la reacción animal y no meditada que nos trae, la mayor parte de las veces y salvo que esté en juego nuestra supervivencia, consecuencias no deseadas.

¿Por qué es importante conseguir agilidad emocional?

Porque como decía, nos va a permitir validar nuestras emociones permitiendo así que entendamos cuál es el mensaje que nos están enviando, y acercándonos, por tanto, a la toma de decisiones y soluciones realistas y maduras.

No hay emociones buenas o malas, todas son necesarias y a pesar de que muchas resultan incómodas, esa es precisamente su función, generarnos incomodidad para llamar nuestra atención.

Las emociones son mensajes y atenderlas nos va a permitir vivir de manera más coherente y alineada con nuestros valores, lo cual es esencial para la paz interior.

¿Cómo se puede alcanzar la agilidad emocional?

Los psicólogos decimos que es fundamental que nos aprovechemos del regalo que nos brinda el lenguaje. Cuanto más precisos seamos a la hora de describir lo que sentimos y lo que pensamos, más fácil nos resultará comprenderlo y, por tanto, tratar de cambiarlo.

Estar “bien” o “mal” es una descripción muy limitada, debemos profundizar más en cuál es la verdadera emoción. ¿Estoy enfadado porque te has hecho daño jugando a lo loco y por eso te he gritado? ¿O en realidad estaba asustada por pensar que podrías haberte hecho mucho daño y te amo y temo perderte?

Hay que escarbar más y nombrar más: enfado, decepción, envidia o frustración, entre otros. Hay un abanico enorme, no nos limitemos al “estoy estresado”.

Una vez hecho esto seguiremos los siguientes pasos que son esenciales:

• Aceptación: ni reprimir ni bucear en la emoción, simplemente validarla y comprenderla.
• Actuar en consonancia a nuestros valores: si me frustro en un trabajo donde no me siento realizada, una vez aceptado esto, hay que tratar de cambiarlo para reequilibrar la balanza. Debo hacerme preguntas realistas: ¿De qué manera puedo sentirme más realizada? ¿Hay algo que pueda cambiar en mi trabajo? ¿O aquí nunca lo seré y es mejor que busque en otras empresas?
• Debemos siempre alinear emociones con valores: no se trata de ser prejuicioso ni moralista, ni de decidir si hay valores mejores que otros. Lo importante es que tú actúes conforme a los tuyos y que tu entorno esté también lo más alineado con esos valores.

¿Cuándo podemos decir que tenemos agilidad emocional? ¿Las personas lo sienten?

Cuando nos sentimos en paz con nosotros mismos. Podemos estar tristes, enojados, asustados. La vida no es fácil ni siempre de color de rosas, pero si lo que hacemos con esas emociones está equilibrado con lo que creemos que tenemos que hacer, habremos alcanzado el verdadero bienestar emocional.