Mitos y realidades sobre la Dislexia

Escrito por:

Dra. María Eugenia Russi Delfraro

Neuróloga infantil

Publicado el: 20/05/2020
Editado por: Nicole Márquez


Existen muchos tópicos en torno a la dislexia basados ​​en conceptos totalmente superados por el conocimiento neurobiológico actual. Desgraciadamente muchos de estos conceptos sin base científica alguna continúan utilizándose tanto como signos de alarma y detección, como de base para algunos tratamientos. Veamos algunos ejemplos….

 

“La dislexia es un problema de “maduración”, que desaparece con el tiempo…”

Si bien es cierto que cada niño tiene su propio ritmo y proceso de aprendizaje, la dislexia es un trastorno de origen biológico que no desaparece espontáneamente esperando a que “desaparezca con el tiempo” o cuando “el niño madure”.

 

Dejando “pasar el tiempo” lo único que se consigue es poner en grave peligro el desarrollo emocional, social y académico de quien la padece. Es por tanto, un trastorno que se debe tomar muy en serio, que no desaparece por sí sólo y para el que existen intervenciones psicopedagógicas muy eficaces.

 

La dislexia no desaparece por si sola sino que requiere de un tratamiento psicopedagógico.

 

“La dislexia se produce porque el niño tiene “lateralidad cruzada”…

La mayoría de las personas  presentan una preferencia natural por un lado de su propio cuerpo; es lo que se denomina “lateralidad”. Este lado suele ser el derecho - en el caso de los diestros-, o el izquierdo en el caso de los zurdos.

 

No obstante, el dominio de un lado del cuerpo no siempre es constante (por ejemplo un individuo puede escribir con la mano derecha, pero ser más hábil chutando un balón con la pierna izquierda, o por el contrario escribir con la mano izquierda y enfocar un objetivo con el ojo derecho). Es lo que se conoce con el término de “lateralidad cruzada”, y que expresa una dominancia mano-pie-ojo no homogénea.

 

Sin bien la dominancia manual suele estar bastante clara al final del primer año de vida, esta puede permanecer inestable durante mucho tiempo (incluso hasta los 6 años), formando parte del proceso madurativo normal del cerebro humano en crecimiento.

 

Antiguamente era una creencia habitual considerar a la “lateralidad cruzada” como la causa de determinados trastornos del aprendizaje (entre ellos la dislexia). Afortunadamente gracias al avance de las neurociencias, los profesionales que nos dedicamos al estudio de estos trastornos contamos con evidencia científica sólida de que el dominio no homogéneo entre mano-pie y ojo no solo no comporta ni predispone a ninguna patología ni dificultad del aprendizaje en particular; sino que constituye una denominación carente de significación clínica.

 

Su mayor contribución en este campo ha sido demostrar que determinados tratamientos basados en movimientos sacádicos o de seguimiento ocular, en ejercicios para mejorar el equilibrio o la coordinación mano-ojo y las gafas especiales; se basan en estudios no controlados y casos anecdóticos (y por lo tanto no están indicados).

 

 “La dislexia se relaciona con problemas visuales…”

En la dislexia existe un problema en el funcionamiento de las áreas cerebrales encargadas de procesar la lecto-escritura, no en el área visual.

 

Si bien es cierto que un déficit visual puede repercutir en la habilidad del niño para leer y escribir, también lo hará en todos los aspectos de su vida cotidiana, y a la hora de sumar, de dibujar ó de utilizar los videojuegos. De modo que si este fuera el caso, el niño no sólo tendría dificultades en la lectura como sucede en los disléxicos.

 

Resulta importante por ende descartar un problema visual (miopía, estrabismo, astigmatismo, etc.), sin perder de vista que los problemas oculares por sí solos no producen dislexia ni otras dificultades del aprendizaje. Si la valoración oftalmológica resulta normal, no es necesario ningún otro estudio ni tratamiento visual.

 

“La dislexia está relacionada con problemas de orientación visuoespacial y de identificación derecha / izquierda…”

En la dislexia existe una disfunción en las áreas del lenguaje del hemisferio cerebral izquierdo. La orientación espacial depende mayoritariamente del hemisferio cerebral derecho, por lo que no existe una relación causal con la dislexia. Por ende los ejercicios de orientación espacial no están indicados en la dislexia.

 

En algunos niños disléxicos los padres refieren en sus hijos dificultades para fijar términos como los de derecha/izquierda, ayer/hoy/mañana. Las investigaciones lo explican por el mismo motivo que por lo que les cuesta denominar colores o formas: es decir, por dificultades de acceso al léxico. En conclusión, ser disléxico no necesariamente implica confundir derecha e izquierda.

 

“Los niños que giran letras son disléxicos…”

El cerebro humano tiene una tendencia natural a la “invariancia en la rotación” de un objeto. Esta es la capacidad que nos permite reconocer un mismo objeto aunque lo veamos rotado, por ejemplo, en 90 o 180 grados. En el aprendizaje de la lectoescritura es necesario "romper" esta tendencia para llegar a comprender que las letras p, d, q o b son diferentes, y que por tanto no son el mismo objeto girado (ver figura).

 

Cuando esto no sucede se realizan los denominados errores en espejo. Muchos niños durante el aprendizaje de la lectoescritura cometen este tipo de errores sin ser disléxicos y muchos disléxicos no cometen estos errores al inicio del aprendizaje lector. Por tanto, rotar letras por si sólo no constituye un elemento diagnóstico.

 

Figura: Invariancia a la rotación. En la figura de la izquierda se ve como el dibujo continúa siendo el mismo independientemente de la orientación que tenga. En cambio si rotamos las letras, estas se convierten en otras distintas.

 

 “Los niños disléxicos son superdotados o excepcionalmente creativos…”

La base de la dislexia radica en la alteración de áreas muy concretas del cerebro, por lo cual en el resto de áreas y funciones cognitivas existen todas las variaciones que se encuentran en la población general (mayor o menor capacidad intelectual o creatividad, mayor o menor inteligencia social o emocional, etc.). 

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