Beneficios del deporte en el desarrollo social e intelectual de los niños

Escrito por: Dra. María Eugenia Russi Delfraro
Publicado:
Editado por: Patricia Fernández Ramos

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha tenido que hacer del “movimiento” su principal aliado en la lucha por la supervivencia. Su capacidad para correr, saltar, nadar, trepar y utilizar sus manos como herramienta, le han permitido explorar y explotar el entorno a su favor. Y es que estamos hechos para el movimiento, y en gran medida dependemos de él para la formación, el desarrollo y la consolidación anatómica y funcional de nuestro ser.

 

Beneficios de las actividades deportivas en niños

La práctica de actividad física es natural y fundamental en la vida del niño. Le ofrece momentos de felicidad, diversión y aprendizaje, a la vez que le introduce en un ámbito psicosocial que le estimula y fortalece como individuo. Es esencial en la prevención de enfermedades del adulto y le fortalece física, mental y emocionalmente.

No obstante, en las últimas décadas la presión y competitividad académicas propias de la sociedad moderna en la que vivimos -con jornadas escolares excesivamente largas y sesiones de deberes interminables, clases de idiomas y cursos de informática -, han llevado a la sustitución de las actividades deportivas por actividades más “intelectuales”. Es un hecho conocido, que la cantidad de deporte que realizan niños y adolescentes provenientes de países industrializados está disminuyendo de forma notable y se encuentra muy por debajo de las recomendaciones oficiales.

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Las actividades deportivas introducen al niño en un ámbito psicosocial que le estimula y fortalece como individuo
 

 

Practicar deporte mejora la atención y la memoria

Sin embargo gracias al avance de las neurociencias, hoy día sabemos que el intelecto no solo se nutre del conocimiento, y que la actividad física regular y mantenida en el tiempo (en especial el ejercicio cardiovascular), puede producir cambios funcionales y estructurales en el sistema nervioso al liberarse un gran número de sustancias (como la serotonina, la dopamina, la adrenalina y la noradrenalina, entre otras) que modulan y consolidan determinados procesos cognitivos, como la memoria.

Sabemos también que existe otro importante grupo de sustancias que aumenta con el ejercicio físico (como el factor neurotrófico derivado del cerebro o BDNF, el factor de crecimiento insulínico tipo 1 y el factor de crecimiento vascular endotelial), y que en modelos animales dichos factores pueden modular tanto el aumento en el número de neuronas, como en el de los capilares sanguíneos y las conexiones entre las propias neuronas o sinapsis.

Por tanto, hemos descubierto que la práctica regular de deportes ayuda a optimizar el proceso del aprendizaje mediante la secreción de una serie de sustancias químicas que son facilitadoras de los procesos cognitivos relacionados con la atención y la memoria. Y por si esto fuera poco, hemos aprendido que el hábito del ejercicio físico introducido desde edades tempranas, podría llegar a reducir el riesgo de padecer enfermedades mentales a largo plazo (depresión, ansiedad).

 

El ejercicio aeróbico es el más beneficioso en niños

A pesar de los indudables beneficios que la actividad física aporta a dichos aspectos cognitivos y de salud mental, la relación entre actividad física y cognición es sumamente compleja y no todos los tipos de ejercicio parecen mejorar de forma evidente todos los aspectos cognitivos.

En este sentido parece ser que el “ejercicio cardiovascular” o “aeróbico” (caminar, trotar, correr, bailar, esquiar, ir en bici, etc.), es posiblemente el más efectivo en cuanto a mejorar la función cognitiva en niños. Y aunque se necesitan más estudios al respecto, existe suficiente evidencia en la literatura científica actual como para recomendar la práctica regular de este tipo de deportes como parte de un tratamiento integral que permita optimizar el rendimiento académico en niños y adolescentes.

 

El valor pedagógico del deporte: valores personales y sociales

Porque el deporte (independientemente de los beneficios biológicos antes mencionados) cuando es entendido y planteado desde un diseño pedagógico adecuado, puede resultar generador de valores sociales y personales muy positivos y contribuir a la formación integral de la persona.

Es en definitiva educación, puesto que trasmite unos valores asociados (que son esenciales en la formación de la persona y de sus habilidades sociales), como son la tolerancia, la solidaridad, el esfuerzo, el sacrificio y el respeto a los otros y a las normas. Es pues, una fuente de conocimiento, una oportunidad para fortalecer el carácter y adquirir determinados valores extrapolables a muchos otros campos de la vida familiar, profesional y cívica.

Porque en definitiva el deporte es alegría de vivir, juego y diversión; y como tal hay que valorarlo y rescatarlo de los excesos del tecnicismo y del profesionalismo, mediante la recuperación de su gratuidad, de su capacidad de estrechar vínculos de amistad y de favorecer el diálogo y la apertura de los unos hacia los otros.

Por Dra. María Eugenia Russi Delfraro
Neurología infantil

La Dra. María Eugenia Russi Delfraro es una reconocida especialista en el campo de la Neuropediatría; con una amplia experiencia en el diagnóstico y tratamiento del TDAH, los trastornos del aprendizaje (como la dislexia, la discalculia, la disgrafía, el trastorno del desarrollo de la coordinación, etc.), la neurología cognitiva y los diferentes trastornos del neurodesarrollo como el trastorno del espectro autista (TEA), el trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF), o la discapacidad intelectual (DI). Asimismo, también es especialista en dificultades del aprendizaje derivadas de patologías neurológicas como la prematuridad, la epilepsia, los trastornos genéticos o el daño cerebral adquirido.

Cuenta con más de 15 años de experiencia en la profesión y una exhaustiva formación en diferentes campos de su especialidad, con numerosos cursos y titulaciones de postgrado adquiridas, como el Máster de Neurología Infantil otorgado por la Universidad de Barcelona (UB) o el Máster de Práctica Clínica en Psiquiatría del Niño y el Adolescente. Dedicando buena parte de su tiempo a la formación médica continua y a la actualización en el campo de la Psicofarmacología y especialmente en el tratamiento farmacológico del TDAH, realiza numerosos cursos de renombre internacional; como el "Curso de Formación Medica Continua en Psicofarmacología en Niños y Adolescentes" del Hospital General de Massachusetts, dependiente de la Universidad de Harvard.

A lo largo de su trayectoria profesional ha combinado su actividad médica en centros hospitalarios de prestigio con una extensa actividad docente, siendo al momento actual profesora del Máster de Neurología y de Neuropsicología infantil de la Universidad de Barcelona, e impartiendo charlas en diferentes ámbitos y cursos de actualización relacionados con su especialidad. Por otra parte, la Dra. Russi ha publicado numerosos artículos científicos y capítulos de libros sobre diferentes temas de Neurología infantil, y realiza una gran labor de divulgación científica mediante la elaboración de diferentes artículos de interés general.  

También es miembro de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), donde forma parte del grupo de trabajo de TDAH, e integra el equipo de "Trastornos del Aprendizaje Escolar", de la Sociedad Catalana de Pediatría. 

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