Alcoholismo en menores: cómo abordarlo
Escrito por:La edad media en el inicio de consumo de alcohol en España es de 13,8 años, una de las más bajas de Europa. A esas edades, el cerebro está en pleno desarrollo no solo desde el punto de vista biológico, sino psicológico. Justamente esta fase de maduración será determinante para la edad adulta. Sin duda, supone un problema de salud muy importante ya que estas tempranas edades son especialmente vulnerables para despertar enfermedades adictivas o problemas psicológicos que requerirán un abordaje terapéutico específico.
¿La sociedad española penaliza el consumo de alcohol en menores? ¿Es un tema presente en la sociedad?
A pesar de que la sociedad y las autoridades están pendientes de las conductas de riesgo de los menores, es necesario dar forma y estructura a intervenciones de prevención de la salud en el campo de la adicción a drogas y el alcoholismo. La sociedad, las autoridades, las familias y los especialistas en Psiquiatría y de la educación estamos de acuerdo.
Estas actuaciones tienen el objetivo de conseguir una mayor sensibilización en temas tan importantes como son los consumo de riesgo y las consecuencias medicas, psicológicas, sociales y funcionales cuando despierta un consumo problemático de drogas o alcohol.
¿Los anuncios televisivos y el marketing incitan al consumo en niños y adolescentes?
Los estímulos visuales y auditivos que dan forma a estas campañas de neuromarketing son muy poderosos. Existe una delgada línea que separa el mensaje de fomentar un consumo de alcohol responsable y el consumo repetido que puede convertirse en excesivo o abusivo.
Además, el mensaje de éxito y ser diferente que lleva implícito muchos tipos de estos anuncios, dista de la realidad cotidiana, aunque es un mensaje muy seductor para las personas más jóvenes y que llevan una inmadurez acorde a su edad.
¿Qué consecuencias tiene el alcohol en el cuerpo de un menor? ¿Puede influir en las neuronas y en la capacidad de aprendizaje?
Las consecuencias puramente orgánicas pueden pasar desapercibidas durante un largo periodo de tiempo, ya que la capacidad de adaptación del cuerpo a esas edades es alta, por lo que la percepción de daño a este nivel por la persona joven no le supone una excesiva alarma. Las consecuencias psíquicas son más precoces y más evidentes cuando el consumo de alcohol u otras drogas empiezan a suponer una habitualidad en la vida del joven. El aumento de la impulsividad, la apatía, los estados de irritabilidad, la ansiedad o las alteraciones comportamentales se traduce en tensiones en la convivencia y distorsiones en las relaciones sociales.
Indudablemente, el cerebro de los menores está en pleno neurodesarrollo. Los procesos atencionales y cognitivos pueden quedar mermados a largo plazo, o lo que es peor, no alcanzar nunca un desarrollo esperable a la edad. Por otro lado, tenemos otras dimensiones cerebrales, como el cerebro emocional y el cerebro de recompensa, cuya maduración también queda alterada con el riesgo de generar patologías psiquiátricas a temprana edad.
¿Cómo debe abordarse un caso de consumo de alcohol en menores para evitar consecuencias?
El abordaje preventivo y terapéutico debe ser interdisciplinar y multidimensional. Supone integrar una conciencia social capaz de redirigir creencias y hábitos culturales hacia patrones de vida más saludables.
Las herramientas vendrían de un compromiso político común que diera prioridad a campañas de promoción de la salud y de prevención que integre al menor y a sus familias junto a profesionales de la educación y profesionales de la salud. Estas campañas, además de estar dirigidas antes de que la adicción sea una realidad en el joven, suponen un detector precoz de la existencia de menores en riesgo que redundaría en una mejor conciencia ciudadana y evitaría tener que actuar cuando el trastorno derivado del consumo de alcohol o drogas queda instaurado como enfermedad en la persona.