Enfermedades reumáticas: tratamientos y consideraciones clave para aliviar los síntomas

Escrito por: Dr. Jesús Tornero Molina
Publicado:
Editado por: Nerea Colomé Lamas

Los principales síntomas de este tipo de enfermedades son el dolor, la rigidez y la limitación de la movilidad. El dolor es una experiencia sensorial desagradable generalmente debida a la lesión orgánica y tisular y, por lo tanto, proporcional en su intensidad a la severidad del daño. Puede acompañarse con frecuencia de componentes neuropáticos y de reacción psíquica.

 

La rigidez es la sensación de gelificación y dificultad para iniciar el movimiento. Aparece después de un período de tiempo de reposo del aparato locomotor en el momento en que se va a reiniciar el movimiento. Todo esto conduce a la pérdida de función articular, que es fundamentalmente el movimiento.

 

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Los tratamientos para enfermedades reumáticas
son físicos, farmacológicos y quirúrgicos

 

 

¿Cuáles son algunas de las opciones de tratamiento disponibles para las enfermedades reumáticas?

Hay tres grandes grupos de tratamientos: la terapia física, la farmacológica y la quirúrgica. La terapia física utiliza medios físicos para el alivio del dolor y el mantenimiento o mejoría de la función osteoarticular.

 

En este tipo de tratamiento se incluyen los ejercicios, los dispositivos de descarga articular (bastones y muletas), el masaje y la manipulación numerosos tipos de radiaciones y ondas (ultrasonidos, onda corta, infrarrojos y/o magnetoterapia).

 

El tratamiento farmacológico persigue la curación, la remisión o el alivio sintomático. Se puede aplicar por vía tópica, sistémica (oral o parenteral) o intraarticular (infiltraciones y bloqueos articulares). Entre los medicamentos utilizados se incluyen los analgésicos, los antinflamatorios no esteroideos, los derivados de la cortisona y los medicamentos para reducir los niveles de ácido úrico en sangre.

 

Finalmente, el tratamiento quirúrgico tiene la misión de corregir deformidades, desalineaciones y daño estructural osteoarticular a través de, fundamentalmente, osteotomías y artroplastias (prótesis articulares). El especialista en Reumatología indicará en cada caso el tratamiento a seguir.

 

 

Consideraciones clave en la gestión clínica

Las enfermedades reumáticas no afectan únicamente a personas mayores. Es verdad que en las personas mayores de 50 años son más frecuentes los trastornos reumáticos, ya que a partir de esta edad se manifiesta la enfermedad reumática más frecuente, que es la artrosis. Pero hay artropatías inflamatorias que se presentan típicamente en varones jóvenes, como la gota. Los reumatismos de partes blandas, como la tendinitis y la bursitis se presentan a cualquier edad y no es infrecuente diagnosticarlos en personas jóvenes. Lo mismo sucede con la fibromialgia.

 

También hay formas de artritis que aparecen en la infancia. En las mujeres postmenopáusicas se puede diagnosticar osteoporosis y, en ancianos, la polimialgia reumática.

 

 

¿Cómo puede la alimentación impactar en la inflamación y los síntomas de enfermedades reumáticas, como la artritis reumatoide?

Una dieta equilibrada y el abandono de hábitos nocivos, como el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, son muy importantes para mantener una correcta salud osteoarticular. Los alimentos ricos en calcio (lácteos) permiten mantener una buena densidad mineral de los huesos y una resistencia a adecuada a los golpes y traumatismos, evitando las fracturas.

 

Se citan como alimentos proinflamatorios los azúcares, las grasas trans, las procesadas y los carbohidratos refinados. Por el contrario, podrían favorecer la reducción de la inflamación articular el consumo de alimentos ricos en ácidos grasos omega 3, como el pescado azul, el marisco, las almendras o las nueces, y en ácido linolénico, como las semillas de lino trituradas, las semillas de calabaza, el aceite de soja, el cártamo o el maíz, así como los frutos secos y algunas verduras de hoja verde como las espinacas, la col rizada y las coles de Bruselas. El aceite de oliva virgen extra, además de los grandes beneficios cardiovasculares y menor riesgo de cáncer, se suma al poder antiinflamatorio.

 

Se debe investigar la posibilidad de que algunas personas con enfermedades reumáticas tengan intolerancias alimentarias, incluyendo la enfermedad celíaca y el déficit de lactasa. La vitamina D es fundamental para la regulación del metabolismo el calcio y la unión del esqueleto.

 

 

¿Cómo afecta el peso corporal a la progresión de enfermedades reumáticas?

El índice de masa corporal (IMC) se debe mantener entre 20 y 25 kg/m2 superficie corporal. El sobrepeso (IMC mayor de 25 y menor de 30) y la obesidad (IMC superior a 30) son muy perjudiciales para el aparato locomotor. Hay dos razones para ello. En primer lugar, el excesivo peso corporal supone una sobrecarga mecánica para las articulaciones de carga, como son la columna lumbar, la cadera, la rodilla, el tobillo y el pie. Al aumentar la presión ejercida sobre estructuras articulares y óseas se puede desencadenar la artrosis y doler con mayor intensidad a medida que aumenta el peso corporal.

 

En la artrosis de rodilla sabemos que la obesidad es un factor causal de la enfermedad y que la intensidad del dolor que se origina por este trastorno es proporcional al exceso de IMC del paciente. De esta manera, si se reduce el peso, puede mejorar mucho la intensidad del dolor articular y enlentecer la evolución del daño cartilaginoso.

 

Hoy día sabemos que el tejido adiposo acumulado en los pacientes con obesidad actúa como un órgano proinflamatorio, ya que en él se producen sustancias como adoquinas que favorecen la inflamación y dificultan la respuesta a algunos tratamientos.

Por Dr. Jesús Tornero Molina
Reumatología

El Dr. Jesús Tornero Molina es un reputado especialista en Reumatología, experto en las patologías de la artritis, la artrosis, osteoporosis, espondilitis, polimagia reumática y colagenosis, entre otras. Es jefe de la sección de Reumatología en el Hospital Universitario de Guadalajara desde el 1987. Dispone de su propia consulta privada desde el 2001. Compagina su labor profesional con la docencia, siendo profesor asociado de Medicina en la Universidad de Alcalá desde el 1988. Asimismo, ha sido Presidente de la Sociedad Española de Reumatología.

En sus más de 34 años de experiencia en el tratamiento de enfermedades reumáticas, ha atendido a más de 200.000 pacientes.

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