¿Cómo actuar frente a un ataque de pánico?

Escrito por: Lydia Brea Montilla
Publicado:
Editado por: Cristina Mateo

El ataque de pánico no constituye un trastorno, pero sí está presente en diferentes cuadros clínicos. Se caracteriza por producir un malestar intenso en quien lo padece.

 

Estar nervioso cuando hablamos en público o antes de un examen no son síntomas de un ataque de pánico (AP), ya que para ser considerado como tal la reacción debe ser intensa e inesperada. La posibilidad de que se repita un episodio de ataque de pánico dependerá de las expectativas y la información acerca de qué ha sucedido.

 

El ataque de pánico, según criterios del manual diagnóstico DSM-V, se define como la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intenso, acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros diez minutos.

 

Se caracteriza por la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intenso.

 

¿Qué síntomas aparecen?

 

Los síntomas pueden variar de un sujeto a otro e incluso en una misma persona. El paciente puede experimentar una sensación de agobio y sudores y pasar a un estado de constante mareo o sensación de desequilibrio. Los ataques de pánico tienen diferentes componentes: fisiológico, cognitivo, emocional y conductual.

 

Según la Asociación de Psiquiatría Americana los principales síntomas de un ataque de pánico son:

  • Sacudidas o palpitaciones del corazón.
  • Elevación de la frecuencia cardíaca.
  • Sudoración.
  • Temblores.
  • Sensación de ahogo o falta de aire.
  • Opresión del pecho o de la zona torácica.
  • Molestias abdominales o náuseas.
  • Inestabilidad, desmayo, parestesias, sofocos o escalofríos.
  • Desrealización y despersonalización.
  • Miedo a perder el control a volverse loco y/o a morir.

 

 

¿Cómo reacciona el cuerpo ante una amenaza?

 

La reacción de ansiedad comienza en el cerebro, concretamente en la amígdala localizada en el lóbulo temporal, y se propaga a través del cuerpo para hacer ajustes y mejorar la defensa del organismo.

 

Cuando percibimos un estímulo que valoramos como amenaza, se genera una respuesta de ansiedad, lo que produce una activación de la amígdala. Todo ello promueve la activación de las áreas involucradas en funciones motoras, se produce una liberación de sustancias y se activa el sistema nervioso simpático.

 

Como consecuencia se producen cambios a nivel físico que nos va a preparar para ser más eficientes ante un peligro, bien sea real o imaginario.

 

Así pues, el cerebro se pone en modo de hiperalerta que dan lugar a reacciones fisiológicas y físicas como:

  • Las pupilas y los bronquios se dilatan.
  • Se acelera la respiración.
  • La frecuencia cardíaca y la presión arterial aumentan
  • El flujo sanguíneo y la glucosa que nutre los músculos esqueléticos aumentan, mientras que los órganos no vitales para la supervivencia, como el sistema gastrointestinal, se ralentiza.

 

Conviene saber que todas estas reacciones son benignas. Pero cuando una persona interpreta de manera errónea estas sensaciones, por ejemplo cree que le va a dar un infarto, se produce un aumento de muchas de las sensaciones que inquietan a quien sufre un ataque de pánico o crisis de ansiedad, lo que va a generar en esa persona una espiral muy angustiante.

*Перевод с переводчиком Google. Мы приносим извинения за любые несовершенства
 Lydia Brea Montilla

Por Lydia Brea Montilla
психология

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