¿Por qué tenemos miedo al cambio?

Muchas veces nos encontramos ante situaciones que nos gustaría cambiar, pero no hacemos nada. ¿Por qué? Porque tenemos miedo.

Pero, ¿qué es el miedo?

El miedo es una de las emociones básicas en los seres vivos. La función esencial del miedo es prepararnos para enfrentar los peligros a fin de garantizar nuestra supervivencia y, más ampliamente, la de nuestra especie.

¿Cómo se manifiesta el miedo?

Frente a estímulos atemorizantes, nuestro cuerpo produce una hormona, la adrenalina, que induce cambios físicos y mentales que nos preparan para escapar o paralizarnos. Las reacciones corporales del miedo incluyen principalmente:

• Boca seca.
• Aumento de la frecuencia respiratoria.
• Taquicardia.
• Tensión muscular.
• Aumento de la sudoración.

Estos cambios fisiológicos son preparatorios para dos tipos de acciones: ataque o huida. Esto significa que, ante un evento o una situación que nos asusta, podemos establecer una serie de acciones para enfrentarlo de manera activa, o bien podemos retirarnos y evitar ese peligro. En algunos casos la reacción desencadenada por aquello que nos produce miedo es la inmovilidad: nos quedamos quietos, atrapados en sensaciones y pensamientos que parecen abrumarnos. En ese momento la situación que nos asusta se percibe como todavía más aterradora, lo que termina bloqueándonos.

Cambiar lo que podemos cambiar

Los problemas no desaparecen cambiando lo que nos rodea. Si nuestro jefe, por ejemplo, nos da más trabajo, difícilmente podemos revertir su decisión. Lo que podemos hacer es cambiar nuestras creencias sobre esta nueva situación y nuestras acciones. La solución a nuestros problemas está en nuestras manos. El miedo inmoviliza, de manera que hay que reaccionar.

Aunque es natural tener miedo al cambio, es algo que nos deja atrapados en esta burbuja, que no nos protege sino que más bien exacerba la inmovilidad que sentimos.

No hay que detenerse ante lo que no sabemos solo por miedo al fracaso. No hay que permanecer inmóvil bajo el pretexto de “no tener otra opción”.

Actuamos hacia el cambio sabiendo que podemos mejorar y evolucionamos solo cambiando aquello que hemos hecho hasta ahora, lo que nos ha permitido lograr los resultados deseados.

El cambio es evolución

La rutina nos brinda estabilidad y seguridad, pero no nos permite avanzar, evolucionar. Visualicemos la famosa viñeta de la rueda cuadrada, donde un ser primitivo ofrece una rueda circular pero los demás no lo escuchan, y siguen empujando el carro de rueda cuadrada. Estos que empujan el carro no se detienen, están demasiado ocupados para poder captar lo que él les dice. En realidad, lo mismo sucede antes del cambio: podemos seguir empujando un carro con ruedas cuadradas o bien escuchar a ese loco que propone ruedas redondas.

Qué hacer cuando el miedo nos detiene

Si el miedo al cambio nos inmoviliza, puede ser útil imaginar todos los escenarios posibles y mirar todo “como si” el cambio ya hubiera ocurrido.

El hecho de imaginar los detalles nos permitirá definir las acciones que nos pueden llevar en esa dirección. No hay que temer cometer errores, no cometerlos o no ser lo suficientemente fuertes porque cada uno de nosotros tiene dentro de sí todos los recursos necesarios para enfrentar cualquier situación que pueda surgir.

De hecho, la teoría de Darwin sobre la evolución de las especies dice: “No es la especie más fuerte e inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta al cambio”.

Los especialistas en Psicología pueden ayudar a realizar ese cambio y dar un giro a la rutina.