¿Qué es la fobia al dentista?
La fobia al dentista es el miedo extremo e irracional a ir a la consulta del dentista. Se considera fobia cuando ese temor se prolonga durante más de seis meses. Puede ser miedo a la clínica dental o a los tratamientos en sí. Se trata de una fobia bastante común, ya que es una especialidad donde los métodos son muy invasivos. Estos pueden generar ansiedad y estrés en el paciente.
No acudir al dentista puede acabar derivando en un deterioro de la salud dental y provocar dolor bucal o incluso la pérdida de dientes, entre otros.
Síntomas de la fobia al dentista
Las personas con odontofobia suelen sentir miedo, pánico o ansiedad de forma repetitiva cada vez que piensan en el dentista o deben acudir a él. Esas sensaciones provocan un malestar extremo que impiden al paciente poder ir al especialista, ya que no se sienten cómodos y tienen ganas de huir. Se sienten en peligro.
Además, esa ansiedad puede conllevar a un aumento en la sensibilidad del dolor. Y, por otro lado, también existe un reflejo de ahogo en el paciente. Es más habitual en hombre que en mujeres y se produce cada vez que el profesional introduce algún instrumento en la boca del paciente.
¿Cuáles son las causas de la fobia al dentista?
Las causas son psicológicas. Provienen del miedo y pánico a acudir al dentista. Hay que tener en cuenta que la odontología son prácticas invasivas, donde tienes que estar inmóvil, con la boca abierta y con profesionales manipulando instrumentos dentro de la misma.
A todo eso, hay que sumarle la incomodidad a la hora de tragar saliva, no poder toser, bostezar o, incluso, no espirar con normalidad.
Tratamientos para la fobia al dentista
El tratamiento dependerá según cada paciente y su fobia, por ejemplo padecer dolor, las agujas, el coste del tratamiento… Numerosos especialistas en odontología se forman y especializan para saber cómo gestionar el miedo que sienten estos pacientes.
Se pueden utilizar sedantes o agentes contra la ansiedad, como por ejemplo el óxido nitroso para tratar de rebajar la ansiedad y la tensión. Estos se suelen administrase por boca, inhalación o inyección. Si la fobia es muy grande siempre se puede optar por la anestesia general; recomendada sobre todo cuando son niños.
Es muy importante acudir a un dentista con el que se tenga confianza, para poder hablar y discutir sobre las diferentes opciones de tratamiento frente a la fobia concreta.