Vídeos de Javier Álvarez Cáceres
La ansiedad es una emoción que nos prepara para algo importante. O sea, que tendría una función adaptativa. Adaptativa para el enfrentamiento y realizar una buena ejecución de una tarea. Imaginemos, por ejemplo, que vamos a cruzar un paso de peatones y vemos un coche y viene hacia nosotros y no frena. Nuestro cerebro nos preparía a través de la amígdala para indicarnos que hay un peligro, a través de nuestro organismo iría haciendo una respuesta que sería, por ejemplo, tensar los músculos, dilatación de las pupilas, sudoración, prestaríamos más atención y podríamos salir corriendo para que este coche no nos atropellase. Por lo tanto, lo que hace la ansiedad es indicarnos que hay un peligro. Un ataque de pánico es la aparición repentina de un sentimiento de alta intensidad asociado a pensamientos de catástrofe. Los más típicos, pensar que vamos a sufrir un ataque al corazón o que nos vamos a volver locos. La sensación que tenemos es de que tenemos que huir con lo que al final se va agravando y cada vez vamos teniendo más sensación, pensando en un peligro que en realidad no existe. El ataque de pánico suele durar unos minutos y en algunos casos que no son demasiados, un par de horas.
Tenemos tres motivos por los que produce la ansiedad. Que sean los factores predisponentes, los factores desencadenantes y factores de mantenimiento. ¿Qué son los factores predisponentes? Son factores biológicos, los factores de personalidad y también los estilos de crianza, que en realidad es un poco lo que más nos encontramos en los despachos. Sería cómo ha influido un poco nuestra infancia, nuestra adolescencia y cómo nos está provocando ahora ansiedad. Los factores de mantenimiento serían las soluciones que hemos intentado para quitar la ansiedad, que en realidad lo que han provocado es un círculo vicioso en que lo intentamos quitar, pero realizamos conductas de evitación y cada vez seguimos teniendo la misma ansiedad. Y por último, serían los factores desencadenantes que serían un poco situacionales, como podría ser el consumo de tóxicos, o cuando tenemos una situación en nuestra vida diaria que nos está provocando ansiedad, como podría ser crisis familiares o crisis laborales.
Como síntomas de ansiedad, tenemos tres grupos. Uno son las sensaciones físicas, otros son los pensamientos y otro son las conductas. Las sensaciones físicas son las más típicas con las que la gente nos viene a consulta, que son sensaciones de taquicardia, mareo, sequedad de boca, náuseas, problemas estomacales, visión borrosa, un sin fin. La verdad es que hay bastantes y es una de las características de la ansiedad, que a cada persona le puede estar provocando una sintomatología diferente. Los pensamientos serían un poco lo que pensamos alrededor de todo lo que nos provoca la ansiedad. Hay pensamientos como son que nos estamos volviendo locos, sensación de irrealidad o pensamientos asociados a cualquier peligro, cualquier circunstancia que nos cause malestar. Y por último, tendríamos las conductas. Las conductas normalmente están relacionadas con conductas de evitación, sin darnos cuenta de que esta propia evitación es lo que hace que cada vez tengamos más ansiedad.
Cuando la ansiedad es muy alta tenemos que intervenir de dos maneras: una es con el tratamiento farmacológico y otra el tratamiento psicológico. El tratamiento farmacológico vendría dado por el médico de cabecera o el psiquiatra y consiste en la administración de antidepresivos que actúan sobre la ansiedad. El problema que tienen los antidepresivos es que tardan dos semanas en hacer efecto, con lo que durante dos semanas vamos a estar notando la ansiedad. En estas dos semanas lo que se hace es que también se administran benzodiacepinas que actúan directamente y rápidamente sobre la sintomatología de la ansiedad. A la vez, luego tenemos que intervenir con terapia psicológica. Hoy por hoy, la terapia que mejor resultado tiene es la terapia cognitivo conductual en la cual trabajamos los pensamientos y cómo esos pensamientos influyen en las emociones y en la conducta. A mí esto me gusta explicarlo de la siguiente manera. Imaginemos un iceberg. La punta del iceberg, lo que se ve, sería la sintomatología de la ansiedad, las taquicardias, sensación de irrealidad, náuseas, todo lo que nos puede provocar. Y lo que está debajo del iceberg, lo que no se ve, son los pensamientos asociados. Una terapia psicológica es importante siempre trabajar todo esto que en realidad no se ve. Es lo que menos importancia damos porque no nos está causando la sintomatología, pero es lo que hace que prevalezca y que no consigamos quitarnos la ansiedad.