Curiosidades sobre la lengua

La Clínica Dental Padrós-Serrat, con motivo de su 50 aniversario, nos descubre varios conocimientos sorprendentes sobre las estructuras de la lengua. La lengua está constituida por 17 músculos con un funcionamiento tanto o más espectacular y difícil de entender que el de los labios. Los labios se mueven gracias a 11 músculos principales, con un funcionamiento mucho más sofisticado y sutil de lo que creemos, casi inexplicable por las leyes básicas de la mecánica de palancas y poleas que rigen la actividad de la mayoría de los otros músculos del cuerpo humano.

A diferencia de la mayoría de los músculos, los de la lengua no están destinados a mover ningún hueso. Pero la lengua, es capaz de proyectarse hacia arriba, hacia abajo, a los lados y hacia fuera con movimientos inverosímiles para cualquier músculo ortodoxo. Y le es posible combinar movimientos, girando sobre sí misma, contorneándose, arqueándose, ejecutando un ballet de fuerza y precisión del que casi no tenemos consciencia.

Las papilas gustativas se encuentran solo en la lengua

Una de las particularidades más interesantes de la lengua es la de contener las papilas gustativas. Se habla de paladear los alimentos, de tener “buen paladar”. Y muchas personas creen que las papilas gustativas están en el paladar. Sin embargo, esto no es cierto. El paladar solo colabora en el sentido del gusto, facilitando la extensión del alimento sobre la lengua.

Las papilas gustativas se encuentran solo en la lengua y preferentemente en la periferia de la lengua. El sabor amargo se percibe en las papilas de la parte posterior. El sabor ácido lo detectan las papilas de los bordes laterales. El dulce lo advierten las de la punta. Y el salado excita las papilas situadas en la punta y los bordes laterales. Ni en el área central ni en el dorso existen sensores gustativos. Así pues, decir de un adulto que “tiene buen paladar” es una inexactitud. En todo caso deberíamos decir que tiene “buena lengua”. En el recién nacido, en cambio existen receptores gustativos no solo en toda la lengua y en el paladar, sino incluso en las amígdalas y en la pared faríngea.

Precisión y finura extraordinarias  

La sensibilidad de la lengua puede detectar la presencia de un cabello intruso (cuyo grosor viene a ser de 40 micras) y, si abrimos milímetro a milímetro las puntas de un compás y las aplicamos a diferentes partes de nuestra anatomía, observamos que la punta de la lengua logra percibir las dos puntas del compás cuando solo están separadas un milímetro. Ninguna otra parte del cuerpo posee tanta finura de percepción táctil.

La lengua no solo es de una precisión y una finura extraordinarias en la percepción táctil, también en la parte de la pronunciación. Observemos, por ejemplo la sutil diferencia entre los movimientos que hacemos con la lengua al pronunciar las letras “T” y “D” y, sin embargo, podemos obtener los resultados apetecidos, a gran velocidad, en el lenguaje corriente. Algo parecido ocurre con la pronunciación de la “L” y la “N”.

El punto débil de la lengua

La lengua, sin embargo, tiene un punto débil, que es el riesgo inherente al roce continuo con algún molar mal posicionado. Actualmente, los dentistas disponemos de lectores de fluorescencia que advierten de una posible lesión cancerígena en cualquier zona de la mucosa oral, especialmente en su parte posterior, el suelo de la boca, y las mejillas. Solo este riesgo (sobre todo en fumadores y personas que se muerden a menudo la lengua o la parte interna de las mejillas) merece una revisión anual. Lamentablemente, el cáncer de boca es uno de los pocos que están aumentando su incidencia en la actualidad. La operatoria dental y la ortodoncia pueden hacer mucho por su prevención, aparte de sus reconocidos servicios a favor de la importante estética de la sonrisa.

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