Este año 2017 se celebra el 200 aniversario de la descripción de James Parkinson de la enfermedad que lleva su nombre y de la cual hoy es el Día Mundial. Conocemos de la mano del Dr. Arcaya Navarro, especialista en Neurología, su incidencia en la población y la complejidad de su tratamiento.
Incidencia del Parkinson
El Parkinson es la segunda enfermedad más frecuente de todos los procesos neurodegenerativos, por detrás de la demencia del Alzheimer.
Hoy por hoy, la enfermedad aún no tiene cura, ni se puede prevenir; no es mortal, pero puede llegar a ser incapacitante. Por otro lado, tiene rasgos muy especiales que la diferencian de otras enfermedades neurológicas por su complejo tratamiento farmacológico, que puede llegar a mejorar enormemente la calidad y la esperanza de vida de los pacientes bien tratados.
El aumento de la incidencia y su larga duración actual (20 años de promedio) la hace comportarse como una enfermedad crónica que demanda muchos recursos. Además, no es solo una enfermedad de “viejos” ya que cada vez hay más casos en personas menores de 50 años.
En un 30% de los casos el Parkinson puede asociarse a demencia (diferente a la de Alzheimer), y en un 50% pueden tener también depresión, lo que induce a errores diagnósticos (sobretodo inicialmente). Un dato curioso que se ha descubierto recientemente es que la pérdida clara y permanente del olfato (lógicamente si se descartan otras causas manifiestamente locales de la nariz o bulbos olfatorios) en algunas personas puede ser premonitorio de padecer la enfermedad de Parkinson en estadios muy iniciales sin que hayan aparecido aún (años antes) los síntomas motores.
La complejidad del tratamiento del Parkinson
Los Neurólogos disponemos de un amplio abanico de posibles fármacos que van a mejorar sustancialmente la calidad de vida de estos pacientes, pero hay que elegir con criterio: cual y en qué momento es el más adecuado para introducirlos en el transcurso de esta larga enfermedad. Esto se complica aún más si tenemos en cuenta que también existe la opción de un tratamiento con cirugía funcional, especialmente con estimulación subtalámica, que cada vez gana más adeptos y más precozmente por sus buenos resultados.
Entonces, ¿cuál es la pauta a seguir para tratar bien a los pacientes de Parkinson?
En primer lugar, hay que hacer un diagnóstico de sospecha precoz por los Médicos de Familia o por los propios familiares si observan: un temblor, una rigidez muscular o una lentitud de movimientos que suele afectar también al caminar. La causa fundamental es la falta de dopamina en el cerebro. El neurólogo diagnosticará y valorará cual fármaco utilizar de inicio (agonistas dopaminérgicos y/o levodopa, etc.) y según la progresión de la enfermedad introducirá los cambios que le beneficien más pero siempre minimizando las posibles complicaciones futuras (movimientos involuntarios anormales y/o deterioro motor incontrolable) que pueden aparecer, con más frecuencia, debido a una inadecuada medicación inicial.
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