El asma y su relación con la alergia: importancia de tratarlas de forma precoz

Escrito por:

Dr. Ángel Ferrer Torres

Alergólogo

Publicado el: 19/12/2016
Editado por: Patricia Pujante Crespo


El asma son un conjunto de enfermedades que se manifiestan por obstrucción de la vía respiratoria o sensación de falta de aire y que puede mejorar de forma parcial o completa cuando administramos broncodilatadores. También se acompaña de inflamación en la pared de los bronquios y produce el estrechamiento al paso del aire, que  se manifiesta por sibilancias o pitos. La mayor producción de moco por las células del bronquio en el paciente asmático se asocia en ocasiones con tos y expectoración.

El paciente con asma siente que le falta aire

En el asma existe hiperreactividad bronquial, donde la vía aérea ante estímulos se contrae y produce broncoespasmos (obstrucción de los bronquios con sensación de falta de aire importante). Estos estímulos pueden ser alérgenos (sustancias alérgicas), infecciones, sustancias químicas, aire frio, etc.

 

En los niños el asma puede manifestarse únicamente por tos o tos con el ejercicio.


Asma, ¿patología congénita o adquirida?

El asma tiene un componente hereditario muy importante, y en otras ocasiones, el asma puede aparecer “de novo”. La predisposición genética interactúa con factores externos, como infecciones, contaminación, alergia, tabaquismo, y pueden favorecer el desarrollo de asma.  

 

Un estado de ansiedad, angustia o miedo extremo puede inducir un ataque de asma, pero en personas que ya sufren la enfermedad.

 

Por otra parte, la obesidad es un factor que agrava el asma, al igual que las infecciones respiratorias.

 

No existen medidas para evitar la aparición de asma, aunque sí podemos reducir las crisis reduciendo los factores desencadenantes que lo desencadenan.

 

Un 5% de los pacientes asmáticos están sensibilizados a una sustancia del lugar de trabajo. Es lo que se conoce como asma ocupacional o laboral. Las sustancias que con más frecuencia causan esta sensibilización son los cereales y enzimas en los panaderos, el látex en el personal sanitario, los decolorantes (persulfatos) y tintes en las peluquerías, o los isocianatos y acrilatos en muchos procesos industriales.


Relación entre el asma y la alergia

En los primeros cuatro años de vida el desencadenante más habitual de asma son las infecciones respiratorias. En estos casos, en la mitad de los niños desaparecerá el asma.

 

A partir de los cinco años y hasta el final de la adolescencia la causa más frecuente de asma es la alergia (80% de estos pacientes).

 

En la mitad de los pacientes asmáticos adultos la alergia desempeña un papel importante en el desencadenamiento del asma. En el resto de estos pacientes, el asma se debe a una alteración del sistema inmunitario y la inflamación desarrollada es indistinguible de la producida por el asma alérgica. 

 

Los alérgenos que con mayor frecuencia producen asma son los ácaros del polvo, hongos, pólenes cuando se encuentran a concentraciones elevadas, algunos epitelios de animales, como caballo, gato, etc. 


Cómo diagnosticar el asma

Los síntomas clínicos del asma son importantes pero se pueden confundir con otras enfermedades similares. Hay que realizar pruebas alérgicas cutáneas para descartar que el asma sea alérgico.

 

Aunque para el diagnóstico de asma es necesario realizar una espirometría y un test broncodilatador (se administra un broncodilatador como salbutamol o similar y debemos observar  mejoría importante en la capacidad para expulsar el aire) que debe ser positivo.

 

En caso de una respuesta negativa al test broncodilatador y que tengamos una sospecha alta de asma, se puede realizar un test de hiperreactividad bronquial mediante provocación bronquial con sustancias que producen broncoconstricción en asmáticos (reduccion de la capacidad para expulsar el aire del pulmon) como son metacolina, adenosina o manitol. Si el paciente presenta broncoconstricción positiva ante una de estas sustancias podemos indicar que tiene hiperreactividad bronquial y, apoyándonos en otros signos clínicos, confirmaremos el diagnóstico de asma.


Opciones de tratamiento para el asma

El asma, al ser una enfermedad crónica, el especialista en Alergología debe informar primeramente al paciente de su enfermedad, cuáles son los síntomas, cuáles son los signos que nos indican que la enfermedad empeora, para administrar los tratamientos y dosis necesarias en cada momento clínico y valorar cuándo debe acudir a urgencias.

 

El tratamiento antiasmático debe comenzar por los fármacos inhalados que se dirigen directamente al órgano afectado, el pulmón, y presentan pocos efectos secundarios.

 

Disponemos de los corticoides inhalados, que reducen la inflamación y la producción de mucosidad por los bronquios y los broncodilatadores de acción prolongada, que abren la vía aérea para poder respirar mejor y su efecto dura entre 12 y 24 horas y, para las crisis agudas de falta de aire, se utilizan los broncodilatadores de acción corta, que tienen una acción inmediata sobre la diltación de la vía aérea.
    

También se dispone de otros fármacos en caso de no encontrar una respuesta adecuada, como son los antileucotrienos, teofilinas, anticolinérgicos y corticoides orales.

 

En pacientes de difícil control y mala calidad de vida o múltiples ingresos en urgencias o necesitar ingresos hospitalarios, se debería probar la administración de fármacos especiales de uso hospitalario como el omalizumab o el mepolizumab.

 

Y sobre todo, si el paciente  está sensibilizado a un alérgeno y se observa que es un factor desencadenante del asma se debería iniciar tratamiento con inmunoterapia frente a la sustancia responsable de la rinitis o el asma.

 

Si las alergias o la rinitis no se tratan, ¿desembocan en asma?

Existe una relación entre rinitis y asma porque la vía respiratoria es única para ambos y un proceso inflamatorio puede afectar a la nariz y al pulmón. Entre el 70-90% de los pacientes que tienen asma se asocian con rinitis.

 

Los pacientes con sensibilización a los ácaros del polvo, hongos o epitelios de animales, si están expuestos a alguno de estos alérgenos y no se les administra inmunoterapia tienen muchas posibilidades de desarrollar asma. Por tanto, una buena prevención con medidas de control ambiental en lo posible y la administración de un tratamiento con vacunas específicas frente a los alérgenos sensibilizados en los pacientes con rinitis se ha observado que previenen el desarrollo de asma. 

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