Artrosis de rodilla: síntomas, tratamientos y opciones quirúrgicas

Escrito por: Dr. Joan Carles Monllau Garcia
Publicado: | Actualizado: 07/09/2023
Editado por: Inés Acuña

La artrosis de rodilla, también conocida como gonartrosis, es una enfermedad degenerativa que afecta a la articulación de la rodilla. Se produce cuando los cartílagos que recubren las superficies de fricción de los huesos (fémur y tibia) se deterioran o se destruyen, lo que provoca dolor, inflamación y rigidez en la rodilla. Aunque esta afección tratada por especialistas en Traumatología actualmente no tiene cura, existen diversas opciones de tratamiento que pueden mejorar los síntomas y la función de la articulación.

 

La artrosis de rodilla se produce cuando los cartílagos que recubren el fémur
y la tibia se deterioran, provocando dolor, inflamación y rigidez.



¿Qué síntomas caracterizan la artrosis de rodilla?

El síntoma más frecuente de la artrosis de rodilla es el dolor articular, que suele aparecer con la carga y el movimiento, mientras que mejora con el reposo. Otros síntomas frecuentes son:

  • Inflamación de la rodilla.
  • Rigidez articular que puede dificultar tanto la extensión completa, como la flexión, además de entorpecer la movilidad después de un periodo de reposo.
  • Crepitación o ruidos articulares que aparecen con el movimiento.
  • Sensación de bloqueo articular.


¿Cuál es el tratamiento recomendado?

El tratamiento de la artrosis de rodilla varía en función de los síntomas, la pérdida de función y la edad del paciente. En cualquier caso, este puede ser quirúrgico o no quirúrgico y cada uno implica la toma de unas medidas diferenciadas.

En primer lugar, para la consecución de un tratamiento no quirúrgico, sería necesario:

  • Uso de analgésicos como el Paracetamol para aliviar el dolor.
  • Control del peso corporal para reducir la carga en la rodilla.
  • Terapia física para fortalecer los músculos y mejorar la movilidad.
  • Uso selectivo de rodilleras para proporcionar soporte.
  • Infiltraciones con medicamentos viscosuplementadores (ácido hialurónico) u ortobiológicos (plasma rico en plaquetas) que pueden aliviar los síntomas.


Por otro lado, el tratamiento quirúrgico involucra las siguientes medidas:

  • En pacientes jóvenes, se pueden realizar técnicas para sustituir parcialmente el cartílago, como los trasplantes meniscales o los injertos de fragmentos ostreocondrales frescos de un donante.
  • En casos en que la extremidad esté desalineada, las osteotomías también son un método de tratamiento efectivo para realinearla.
  • Como última alternativa para casos muy avanzados, también puede recurrirse a la sustitución articular, total o parcial, mediante una prótesis. Esta medida es la más resolutiva para pacientes mayores, obteniendo resultados significativamente más rápidos, con una durabilidad media de 15 años.


¿Qué ejercicios y terapias complementarias existen?

Para aliviar los síntomas de la artrosis de rodilla, es fundamental mantener una función y tono muscular adecuado en las extremidades inferiores. En este sentido, se recomiendan ejercicios de fortalecimiento suaves. El ejercicio en descarga, como montar en bicicleta o nadar, contribuye a mantener la elasticidad articular, evitando el impacto y la consiguiente sobrecarga de los cartílagos lesionados. Por último, el reposo periódico y la aplicación de hielo localizada (crioterapia) pueden también contribuir al bienestar articular.


¿Cuáles son las medidas de prevención más efectivas?

En términos generales, dado que la artrosis de rodilla es un proceso crónico y que sucede a una articulación de carga (como también es el caso de la cadera o el tobillo), es esencial tomar precauciones para no contribuir al empeoramiento de los síntomas. Algunas de estas medidas son:

  • Controlar el peso corporal para no sobrecargar las rodillas.
  • Con el mismo objetivo, también es fundamental mantener la función muscular a través de ejercicios como nadar o montar en bicicleta, y evitar la movilidad en carga, como andar. Además, los pacientes deben recordar hacer el ejercicio preferentemente en superficies poco agresivas en términos de impacto, como el césped o la tierra.
  • Aplicar hielo y compresión local tras el ejercicio para aliviar los síntomas y mantener la flexibilidad de la rodilla.
  • Considerar el uso de plantillas o rodilleras de descarga para actividades específicas.

Por Dr. Joan Carles Monllau Garcia
Traumatología

Prestigioso traumatólogo barcelonés, cuya actividad profesional desarrolla como director de servicio de Cirugía ortopédica y traumatología en el Hospital Sant Pau, y como Jefe de Unidad de Rodilla de ICATME en el Intituto Universitaro Dexeus. Miembro de numerosas asociaciones médicas nacionales e internacionales, y autor de centenares de publicaciones de proyección en el extranjero. Ha recibido varios premios nacionales e internacionales de entidades como la European Federation of National Associations of Orthopaedic Sports Traumatology (EFOST).  

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