¿Por qué es importante aprender a gestionar las emociones?

Unas emociones bien gestionadas mejoran la satisfacción con uno mismo, la calidad en la relación con los demás y además la consecución de mis objetivos en la vida.

Es cierto que no siempre es fácil; en ocasiones, cuando las emociones son muy intensas, se produce lo que se conoce como secuestro de la amígdala (área del cerebro encargada de la parte emocional) y nos impide acceder a la corteza prefrontal, el área de la toma de decisiones y la razón. Debido a esto, podemos dejarnos llevar por el remolino emocional y que después sintamos otras emociones como tristeza, culpa o vergüenza, puede perjudicar nuestras relaciones personales o tener otras consecuencias desagradables como perder nuestro trabajo.

Es importante destacar que, llegar a regular nuestras emociones, supondría el último eslabón de la cadena emocional. Es decir, que para aprender a gestionarlas primero debemos aprender a identificarlas y entenderlas.

¿Cómo podemos detectar y aprender a nombrar nuestras emociones?

Podemos empezar reservando en el día un momento para pensar cómo nos hemos sentido, de qué emoción podría tratarse y qué podría haberla desencadenado. Al principio podemos hablar de emociones más básicas como enfado, tristeza, alegría, sorpresa o asco y, poco a poco, intentar concretar si se trata de emociones más complejas como frustración, satisfacción y decepción, entre otras.

Es importante aprender a chequearnos a nivel emocional, igual que lo podemos hacer cuando nos duele algo a nivel físico, tenemos dolor de espalda o cualquier otra molestia.

Aprender a estar en contacto con nuestras emociones nos puede ayudar a conocernos y a entender cómo nos sentimos.

¿Qué pasa si negamos lo que sentimos?

Lo que puede ocurrir si negamos lo que sentimos son varias cosas; la primera de ellas es que se mantenga o dure más la emoción que intento reprimir. Hay que entender que las emociones tienen un carácter temporal, es decir que cuando vienen lo hacen para darnos información y cuando negamos esa información es cómo si negáramos que nos entregara la carta el cartero. También puede ocurrir que ante la negación de lo que siento de forma habitual, se puedan desencadenar otros problemas como trastornos de ansiedad o del estado de ánimo o incluso somatizaciones.

¿Cuál es la diferencia entre intentar controlar las emociones y aceptarlas y trabajarlas?

Cuando intentamos controlar nuestras emociones, solemos pretender decidir cómo deberíamos sentirnos e intentar cambiar la manera en la que nos sentimos. Esto que a simple vista funciona en el mundo externo, es una regla que no se corresponde con nuestro mundo interno.

Es decir, que mientras nosotros podemos ejercer un control sobre donde ponemos nuestros muebles de la casa, no podemos hacer lo mismo con nuestras emociones, ya que no podemos decidir cómo nos sentimos.

Por ello, aceptar nuestras emociones, entenderlas y trabajar la manera en la que puedo regularlas o me pueden ayudar es una manera más eficaz de enfrentarnos a ellas.

A veces, esto nos puede resultar muy difícil y que nos ayuden de forma profesional puede ser una buena opción.

¿En qué ámbitos de la vida, por lo general, cuesta más gestionar las emociones?

En general, suele resultar más difícil gestionar nuestras emociones en el ámbito social, esto incluye tanto a nivel familiar o de relaciones personales como a nivel profesional. Esto es debido a que es el ámbito que está sujeto a más incertidumbre, cambios y en el cuál, las creencias o ideas que podemos tener cada uno de nosotros puede entrar en conflicto con las del otro.

¿Cómo es el trabajo terapéutico para aprender a gestionar las emociones?

El trabajo emocional en terapia consistiría en un sentido amplio, en la identificación de esas emociones más desagradables que se experimentan en la vida de la persona y la asociación con las situaciones y con el autodiálogo en que se presentan.

Dotaríamos de sentido y entendimiento a lo que está ocurriendo, y ayudamos a la persona a ver posibles variables que pueden estar manteniendo su malestar. Aquí estaríamos hablando de experiencias pasadas o creencias que nos pueden estar limitando, entre otras.

Por medio de herramientas y técnicas, le enseñamos al ¿Y ahora qué hago? Es decir, cómo facilitar la expresión emocional, cómo autorregularse y “entrenarle” para que las emociones no sean un impedimento para conseguir lo que quiere sino más bien esa fuente de sabiduría que le ayudará a conseguir una vida más plena y satisfactoria.