Toxina botulínica: ¿la sustancia milagrosa?
Escrito por:La toxina botulínica es una neurotoxina cuyas propiedades como herramienta para la medicina estética fueron descubiertas, de forma completamente accidental, por una oftalmóloga a finales de los 80.
La doctora J. Carruthers empleaba esta sustancia para el tratamiento de pacientes con comportamientos espasmódicos en los ojos. Para su sorpresa, acabó observando una mejoría colateral notable en las arrugas que estos mismos pacientes presentaban en zonas como las patas de gallo o el ceño.
Hoy en día, la toxina botulínica ha demostrado ser una herramienta efectiva para el tratamiento de patologías médicas, así como un elemento indispensable en las consultas de los especialistas en medicina estética.
¿Qué patologías trata?
Los usos de la toxina botulínica son tan numerosos como variados, siendo algunas de las patologías tratables por esta sustancia milagrosa las siguientes:
- Rosácea, afección dermatológica que enrojece las mejillas
- Cicatrices queloides o hipertróficas
- Hiperhidrosis o sudoración excesiva
- Bruxismo
- Espasmos en los ojos
¿Cómo funciona la toxina botulínica?
La toxina botulínica puede actuar como método único, así como unido a otras técnicas o tratamientos, dependiendo de la patología a tratar. En el caso de la rosácea, por ejemplo, su aplicación consiste en la inyección de pequeñas cantidades de esta sustancia en la zona afectada, normalmente rostro o mejillas, mejorando así el enrojecimiento.
Asimismo, el tratamiento con toxina botulínica dirigido a otra afección estética como las cicatrices hipertróficas o las cicatrices queloides acostumbra a ser acompañado de otros métodos. No obstante, su aplicación también consistiría en infiltrar la sustancia directamente sobre la zona afectada (la cicatriz).
De la misma manera, patologías como la hiperhidrosis en palmas de las manos, axilas o pies, pueden de ser tratadas con toxina botulínica, por medio de pequeñas infiltraciones dirigidas a diversas zonas del espacio a atacar.
Estas mismas inyecciones, asimismo, pueden mejorar dolencias como el bruxismo. La aplicación de la toxina botulínica sobre los músculos maseteros, la contracción de los cuales provoca sintomatología tan desagradable para el paciente como las cefaleas, las contracturas o el desgaste dentario, tiene como resultado una relajación de la musculatura y un alivio notable de sus molestas manifestaciones.