Entender los ataques de pánico

Escrito por:

Lluís Maestre Funtané

Psicólogo

Publicado el: 30/12/2019
Editado por: Nicole Márquez


 

¿Qué es un ataque de pánico?

 

Un ataque de pánico, también llamado crisis de angustia, es un estado de ansiedad extrema que aparece, aparentemente, sin causa justificada (en ausencia de un peligro real), en distintos lugares y situaciones. Provocan la sensación de estar a punto de morir (de un ataque al corazón, de asfixia…), de volverse loca o de desmayarse.

 

Una característica común que acompaña estas crisis o ataques es la imposibilidad de controlar los síntomas fisiológicos o psicológicos, que se disparan rápidamente.  Los esfuerzos desesperados de la persona para controlar estas reacciones involuntarias se convierten en una parte fundamental del problema, así como las conductas de evitación de lugares y situaciones en los que la persona afectada ha experimentado crisis anteriormente, debido al temor a sufrir un nuevo ataque.

 

Un ataque de pánico, o crisis de angustia, es un estado de ansiedad extrema.

 

¿Cómo saber si estamos padeciendo un ataque de pánico?

 

Para que un estado de ansiedad se considere ataque de pánico -o crisis de angustia- se deben presentar como mínimo cuatro de los síntomas siguientes:

Palpitaciones Golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca Sudoración Temblor o sacudidas Sensación de dificultad para respirar o de asfixia Sensación de ahogo; dolor o molestias en el tórax Náuseas o malestar abdominal Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo Escalofríos o sensación de calor Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueos) Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo) Miedo a perder el control o de “volverse loco”, o miedo a morir

 

Se considera Trastorno por ataques de pánico cuando al menos a uno de los ataques le ha seguido un mes (o más) de uno o los dos hechos siguientes:

Inquietud o preocupaciones continuas acerca de otros ataques de pánico o de sus consecuencias (p. ej., pérdida de control, tener un ataque de corazón, “volverse loco”).  Un cambio significativo en el comportamiento relacionado con los ataques poco adaptativo (p. ej., comportamientos destinados a evitar los ataques de pánico, como evitación del ejercicio o de las situaciones no familiares).

 

Debe descartarse que sean debidos a otros trastornos, por ejemplo, los ataques de pánico no se producen únicamente en respuesta a situaciones sociales temidas, como en el trastorno de ansiedad social; en respuesta a objetos o situaciones fóbicas concretos, como en la fobia específica; en respuesta a obsesiones, como en el trastorno obsesivo-compulsivo; en respuesta a recuerdos de sucesos traumáticos, como en el trastorno de estrés postraumático; o en respuesta a la separación de figuras de apego, como en el trastorno de ansiedad por separación.

 

¿Por qué ocurren?

 

Una de las características del trastorno es que no existe una causa conocida; de hecho, las personas que experimentan una crisis de angustia o ataque de pánico no entienden porque les está ocurriendo, pues no ven ninguna causa en la situación. Parece que ocurre porque sí; que no tiene ninguna explicación.

 

Pero los psicólogos sabemos que nada es porque sí. Lo que pasa es que a veces la explicación no está en lo que ocurre en ese preciso momento, sino en lo que la situación actual ha disparado en la persona que sufre el ataque, a modo de detonador. Para comprenderlo es necesario hablar un poco de la importancia del sentimiento de seguridad y de las situaciones que pueden ponerlo en riesgo.

 

Necesitamos sentirnos seguros o razonablemente seguros para funcionar. Algunas situaciones pueden sobrepasar nuestra capacidad de afrontamiento (vernos cerca de la muerte, abandonados por los seres queridos, sin trabajo, a punto de enloquecer, etc...). No obstante, como adultos tenemos muchos recursos psicológicos que nos permiten afrontar y adaptarnos a situaciones límite sin que esto provoque necesariamente un trastorno psicológico.

 

En general, parecen más propensas a sufrir ataques de pánico las personas que, en su manera de gestionar sus emociones, tienden a controlarlas o minimizarlas en vez de aceptarlas y aprender a tolerarlas sin dramatismo. Experimentar emociones negativas intensas se les hace más insoportable y es precisamente el intento desesperado de controlarlas lo que provoca el efecto contrario, es decir, un incremento rápido de dichas emociones y lo que conocemos como un ataque de pánico o crisis de angustia.

 

¿Es normal padecerlos, o es síntomas de problemas de salud emocional?

 

La ansiedad, según la OMS, afecta a 1,9 millones de personas en España (el 4,1% de la población) que experimentan un sentimiento de aprehensión o de miedo, una preocupación incontrolable y excesiva sobre gran cantidad de acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral o escolar) o ataques de pánico, que suele prolongarse más de seis meses.

 

El trastorno de pánico afectó durante un año al 1.8% de los europeos de entre 18 a 65 años y la AG al 1.3%. En EEUU se halló una prevalencia del 3.5% para el Trastorno de pánico y del 6.7% para el Trastorno de pánico con Agorafobia.

 

El 15% de las personas encuestadas informó de la ocurrencia de un Ataque de pánico a lo largo de su vida, y un 3% informó de la ocurrencia de un Ataque de pánico en el mes previo, y un 1% cumplía criterios para el diagnóstico de trastorno de pánico en el mes previo.

 

En general, los resultados de los estudios sugieren que va aumentando el porcentaje de personas que a lo largo de su vida experimenta un Ataque de pánico. Con estas cifras, podemos afirmar que el Trastorno de pánico, que afecta a un 2-3% de la población, es un problema de salud mental relativamente frecuente, si bien, indica en la gran mayoría de casos un problema de salud emocional de quien lo padece.

 

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