Coronavirus: ¿cómo convivir durante la cuarentena con tu familia?

Escrito por: Luisa Fernanda Yágüez Ariza
Publicado: | Actualizado: 23/03/2020
Editado por: Nicole Márquez

 

¿Por qué la convivencia entre familiares es más complicada?

La convivencia se irá haciendo cada vez más difícil a causa del desgaste psicológico y emocional que produce estar en estado de alerta permanente, viviendo en una nueva situación en la que todos hemos abandonado nuestra rutina, pero especialmente por el peso de la incertidumbre.

 

En nuestra vida normal tenemos sensación de seguridad y control. Eso es lo que hemos perdido repentinamente. Además, está la propia gestión del miedo, a enfermar (o en su caso, a no poder superar el coronavirus por el contagio), a la ruina económica, e incluso el afrontamiento de pérdidas de seres queridos.

 

Por ello, pasaremos por diferentes estados y etapas. Desde la negación inicial, al abatimiento, a momentos de desahogo e hiperactividad, que no se manifestarán a la vez en todos los miembros de la familia. Eso es fundamental entenderlo para manejar los encontronazos o pequeñas discusiones que vayan surgiendo en el día a día en casa.

 

Estarán en mayor riesgo aquellas familias que previamente tenían conflictos graves sin resolver, o una comunicación afectiva deficiente. En esos casos es recomendable que pidan apoyo psicológico. 

 

Cuando gritas y pegas desmuestras descontrol y desbordamiento.

 

¿Cómo podemos gestionar un confinamiento de al menos 15 días con tu familia? Consejos para mejorar la relación familiar durante el confinamiento

  • Asegurarse que todos los miembros de la familia han comprendido y están aplicando las normas de seguridad y acatan el confinamiento. Esto implicará en algunos casos llamar al orden a aquellos que intenten seguirse exponiendo. Con cariño, pero con firmeza: No quiero que enfermes… NO hace falta que salgas… Acepta que esto es grave no solo por ti sino por nosotros. Lo que tu hagas nos afecta…. Puedes contagiarnos…. Responsabilidad y conciencia de grupo. 
  • Mantener una mínima rutina con flexibilidad. (Observo que algunos padres y madres en el afán de tener a los niños ocupados, se pueden estar pasando de imponer multi-actividad y con rigidez). Despertador, ducha, vestirse. No quedarse en pijama. Rutina de limpieza y orden de casa, compartida, implicando a todos los miembros de la familia que puedan participar (desde los dos años los niños aprenden a recoger sus juguetes, para ellos es un juego) 
  • Cuidar las formas: prohibido el insulto, el grito y el golpe. Intentar pactar, acordar las tareas y hablar sobre aquello que molesta del otro (antes de perder el control). Reconoce que el golpe no soluciona nada y sí, hace daño. Cuando insultas, gritas y pegas estás demostrando simplemente tu descontrol y desbordamiento. Inoculas miedo en tus hijos y dañas las relaciones, este miedo y violencia se va acumulando y seguro que conseguirás que todo empeore mucho más.
  • Avisar y dar pistas a los demás sobre el propio estado de ánimo: Los demás no son adivinos, no pueden saber lo que nos pasa dentro, ni como fluctúa nuestra ansiedad. Por ello, si notas que estas más impaciente, triste, rabioso, con pocas ganas de hacer cosas, ¡dilo! Y pide que te dejen ese día un poco de espacio, o si lo que te apetece es hablar, desahógate, no pierdas el derecho a la queja; llora si es preciso, pero no intentes luchar contra ti mismo. Si te es posible por tu condición física o factores de riesgo, ese día “negro” ofrécete tú a salir a tirar la basura, sacar al perro o comprar el pan. Un poco de ventilación te vendrá bien.
  • Cuidado con los consumos de sustancias. El alcohol y las drogas siempre multiplican el riesgo de mayor descontrol conductual. Aunque quien consume sustances lo hace buscando "anestesia" ante el dolor, la ansiedad y el malestar; realmente lo que obtiene a corto plazo es una mayor sensación de descontrol y desosiego que va a provocar mayor agresividad, impulsividad y violencia que soportarán los familiares.
  • Empieza cada día desde cero. Si ayer tuviste un mal día, hoy no tiene por que ser igual, no acumules. Date la oportunidad de reciclar y rebobinarte. Eso posibilita el funcionamiento por relevos entre los miembros de la familia; así puedes ocuparte por ejemplo de los niños, mientras tu pareja se oxigena o pasa su mal día. No os obliguéis a estar sincronizados emocionalmente. Eso es diferente a funcionar como equipo y como familia. Se trata de cuidarse mutuamente.
  • Tendréis que desarrollar vuestra capacidad empática. Eso quiere decir, no solo mirar hacia adentro, sino también intuir qué necesita el otro en ese momento, y si es posible, proporcionárselo. Puede ser espacio, momentos de soledad, o por el contrario, hablar, o un abrazo. O que le saques de su abatimiento inyectando alegría, una broma, música o jugar…..Intuición, ponerse en el pellejo del otro,es es la empatía.

 

¿Cómo podemos crear nuestro propio espacio en casa conviviendo con familiares?

El espacio psicológico no necesariamente debe coincidir con el espacio físico. Debemos hacernos conscientes de que en la vida normal ya tenemos creados esos espacios, que usamos según nuestras necesidades.

  • Los espacios creados para estar juntos, suelen ser la cocina, el comedor, el salón, un jardín o terraza…. Recuperar, si los habíais perdido esos momentos de compartir en familia la comida, cocinar con los niños, jugar, ver la tele o una película comiendo palomitas, salir un poco a tomar el sol a la terraza o jardín y “estar con”.
  • Espacios propios de trabajo: En muchas familias hay personas que deben seguir tele trabajando o tele estudiando, por ello, si no existían esos espacios de trabajo en casa, es importante crearlos y pactar quien cuida de la familia mientras el otro/a trabaja.
  • No es bueno abusar del trabajo y usarlo como escudo, para aislarse o evitar estar en familia. Mantener el equilibrio es lo ideal. No extender la disponibilidad laboral mas allá de lo necesario para tener momento de ocio, descanso y participación familiar.
  • Espacios para el desahogo en soledad: En algunos momentos, cuando nos sentimos inundados de sentimientos de miedo, rabia, tristeza, desasosiego, es bueno y necesario no reprimir y permitir ese desahogo. Aprovecha la ducha, o enciérrate en una habitación a hablar con tu mejor amigo/a o con alguien que te escuche. O pide ayuda psicológica. En estos momentos los psicólogos estamos trabajando en ello. Para otras personas es muy terapéutico hacer ejercicio físico, yoga, pilates, o meditar. Es bueno hacerlo. Todo con tal de no permitir la acumulación de malestar emocional, pues esto favorecerá el descontrol de la conducta y el aumento de reacciones psicosomáticas.

En estos momentos la situación está poniendo a prueba nuestra capacidad de afrontamiento y la solidez de nuestras relaciones. Somos los adultos los responsables de proporcionar seguridad a neustros hijos y de dar ejemplo a través de las decisiones que tomemos.

Valora cada día que pasas al lado de tus seres más queridos como el mejor regalo que te da la vida... y cuidales.

Por Luisa Fernanda Yágüez Ariza
Psicología

La Sra. Luisa Fernanda Yágüez es psicóloga clínica especialista en psicología infanto juvenil. Licenciada en Psicología por la Universidad Santo Tomás, acumula una experiencia de más de 25 años en Terapia familiar sistémica, intervención en crisis y orientación de parentalidad.

A lo largo de su profesión ha compaginado su labor clínica con la docencia, ejerciendo como docente en másteres de psicología de la Universidad Europea y la Universidad Francisco de Vitoria. En cuanto a su labor divulgativa, la Sra. Yágüez ha publicado: "Ojos verdes, cuento de prevención del abuso sexual para niños de 6 a 12 años".

Actualmente, ejerce ​como consultora en el área de Protección a la infancia y adolescencia y también desempeña su labor en la clínica privada. 

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