¿Cuál es el papel de la identidad en la construcción del comportamiento adictivo?

La identidad es un factor psicológico fundamental en el desarrollo y mantenimiento de una adicción. ¿Y qué es la identidad? La identidad es cómo se entiende la persona así misma en el mundo. La identidad, sería una respuesta subjetiva, que va más allá de lo que pone en el DNI, que se da la persona a la pregunta “quién soy yo”.
 

Para responder a quién soy yo, el individuo atiende a componentes psíquicos (cognitivos, afectivos y comportamentales) y a componentes relacionales, que son reiterativos en el tiempo. Es decir, si una persona siente que tiene ganas de fumar heroína, la fuma, y piensa que consumir heroína es lo mejor que hay en el mundo y, si añadimos a esto que su mundo relacional está en torno a la heroína, podemos concluir que el individuo se concebirá como heroinómano sin remedio.
 

¿Cómo se construye la identidad?

La identidad se construye, primordialmente, en la etapa evolutiva a la que denominamos adolescencia. La persona explora y experimenta la realidad de la que se rodea y, en términos generales, hace una criba en la que deshecha lo que le disgusta y se queda con lo que le agrada. En torno a lo que le agrada, se van construyendo una serie de sentimientos, pensamientos y comportamientos, unidos como en un todo armónico y coherente que lo denominaremos identidad.
 

Si señalamos el hecho de que la inmensa mayaría de los adictos desarrollan su problemática en la adolescencia, la cual tiene como tarea evolutiva la construcción de la identidad, no podremos obviar la necesidad de abordarla en el proceso terapéutico de aquellos, con ayuda de un especialista en Psicología.

¿Cómo se produce el arraigo de la identidad en el adicto?

El adicto que construye la identidad en torno a su enfermedad no se entiende de otra manera en el mundo. Por ejemplo, el cocainómano puede tener la siguiente subjetividad: “yo soy un fiestero, lo voy a ser hasta que me muera y eso no lo puedo cambiar”. Pedirle que cambie es pedirle que entierre lo que él cree como su “verdadero yo”. Para él abandonar el rol desde el que se ha ubicado en la realidad puede ocasionarle como una especie de sentimiento de pérdida de lo más íntimo.
 

Resistencia al cambio

El toxicómano no se comprende en la realidad de otra manera y, en su interior, cree no poder cambiar. Podemos detectar varias resistencias al cambio de esta identidad patológica: una sería el duelo y la tristeza que supone toda pérdida, otra sería la creencia irracional de “soy como soy y, esto no lo puedo cambiar”, y, la última, el estado de confusión y vacío que puede causar la transición de la vieja a la nueva identidad. Hasta aquí, el “lado oscuro” de la relación identidad-adicción.
 

La finalidad del tratamiento: motivo para la esperanza

Lo positivo de todo esto es que la identidad puede cambiar. ¿Cuál es el objetivo del proceso terapéutico con el toxicómano? Los objetivos terapéuticos con el drogodependiente, dichos desde mi subjetividad, a grandes rasgos, radican en un cambio en la identidad (cómo él se entiende en el mundo) y un cambio en el estilo de vida. Y, para alcanzar estos objetivos, tenemos varias vías de acceso: la conducta (que haga cosas que no ha hecho hasta ahora, aunque en un principio no le digan nada), el pensamiento (que empiece a percibirse así mismo, al mundo y a los demás de forma distinta) y el sentimiento (componente meta, porque puede ser el más resistente al cambio y, a su vez, el más interesante).
 

Bibliografía

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• Kliewer, W y Murrele, L (2007) Risk and protective factors for adolescent substance use: finding from a study in selected Central American countries. Journal of Adolescent Health, 40, 448-455.