¿Cómo afecta el TDAH en la toma de decisiones en la vida adulta?

Escrito por: Celia Charro Gajate
Publicado:
Editado por: Lucía Ramírez Vilanova

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno evolutivo con una más que estudiada continuidad a lo largo de la vida, llegando a ser clínicamente relevante en al menos un tercio de los pacientes adultos.
 

Las clasificaciones diagnósticas actuales como el DSM-V-TR y la CIE plantean como síntomas nucleares del trastorno el déficit de atención, la hiperactividad e impulsividad, o una combinación de ambas. Así podemos distinguir tres subtipos: 1) presentación combinada de síntomas de inatención e hiperactividad-impulsividad; 2) presentación predominante con falta de atención y 3) presentación predominante con hiperactividad-impulsividad.
 

En el 25 al 40% de los casos el TDAH persistirá en la edad adulta

 

A pesar de que tradicionalmente se ha considerado el TDAH como un déficit de atención sostenida, otros modelos teóricos más recientes consideran el TDAH como un trastorno del control de la conducta. Así consideran que la falta de inhibición es la función ejecutiva más afectada, resultando en patrones de impulsividad e hiperactividad, que secundariamente generarían el déficit atencional.

 

Estrategias de manejo y técnicas de intervención efectivas

La sintomatología asociada pasa desde problemas del aprendizaje, de habilidades sociales, de falta de control de impulsos, hasta graves problemas de conducta, lo que implica una amplia gama de áreas sobre las que intervenir. Para enfocar de una forma adecuada el tratamiento psicológico, es necesaria una evaluación exhaustiva por parte del especialista en Psicología.
 

A pesar de que el diagnóstico es siempre clínico, a partir de la presencia de criterios diagnósticos, la evaluación neuropsicológica puede desempeñar un papel crucial en la comprensión de los procesos y las funciones cerebrales que se encuentran alteradas en el TDAH. Nos permite comprender qué componentes del proceso de atención se encuentran afectados, cuál puede ser el origen o incluso predecir el desempeño de actividades sociales, escolares o laborales.
 

Es importante tener en cuenta que el tratamiento debe de ser multidisciplinar y ajustado al momento de desarrollo. Es necesario intervenir no solo con el paciente, sino también con los padres y el colegio desde la psicoeducación y las técnicas de modificación de conducta. El entrenamiento en autocontrol y solución de problemas permite abordar los procesos mentales que regulan la conducta para ayudar al niño a ser autónomo e incrementar su autocontrol.
 

Por otra parte, existen abordajes más novedosos como el neurofeedback, siendo ya numerosos los estudios que en los últimos años han demostrado su efectividad, y estando considerado por la Asociación Americana de Psicofisiología Aplicada y Biofeedback como un tratamiento eficaz y específico para el tratamiento del TDAH. El neurofeedback es una técnica no invasiva de entrenamiento funcional del cerebro. A través del registro y visualización en tiempo real de la actividad eléctrica del cerebro es posible modificar su funcionamiento y ayudarlo a evolucionar hacia un estado más eficiente y equilibrado reforzando determinados tipos de actividad neuronal e inhibiendo otros.

 

¿Cómo puede el TDAH afectar la toma de decisiones en la vida adulta?

Los estudios longitudinales refieren que del 50-70% de los niños con TDAH aún lo presentarán en la adolescencia, y en el 25 al 40% de los casos persistirá en la edad adulta (Gelder, 2003).
 

No es infrecuente que el diagnóstico de TDAH en un adulto lo realice el mismo paciente tras leer información al respecto en algún artículo de prensa y sentirse identificado. Aunque hay muchos casos que pasan inadvertidos durante la infancia, no se considera que el trastorno pueda comenzar en la edad adulta.
 

Generalmente la hiperactividad motora disminuye con la edad y permanece una inestabilidad motriz más discreta y un sentimiento de tensión interna. Las dificultades atencionales y la disfunción ejecutiva son determinantes sobre todo en la adolescencia debido a una mayor exigencia académica. Los pacientes adultos suelen tener un estilo de vida caótico, con dificultades de concentración, inquietud, impulsividad y dificultad para organizar sus tareas y tiempo. Por su dificultad para concentrarse y terminar tareas, tienden a pasar de una a otra sin un claro propósito. Pueden elegir trabajos muy activos o trabajar muchas horas como respuesta a su propia inquietud.
 

Por su impulsividad suelen interrumpir con impaciencia, entrometerse en conversaciones y pueden dar la sensación de que no escuchan. Los síntomas de inatención suelen predominar con el tiempo y manifestarse como una incapacidad para recordar citas o manejar el tiempo.
 

Los síntomas de impulsividad pueden dar lugar a accidentes de tráfico, juego patológico, uso de sustancias u otras conductas de riesgo. La falta de previsibilidad y la toma de decisiones en muchas ocasiones impulsiva puede conllevar frecuentes problemas laborales, cambios de trabajo o problemas de pareja.

 

Impacto del TDAH en la autoestima y la autoimagen

Es frecuente observar sentimientos de fracaso y de no alcanzar los objetivos potenciales con independencia de los logros reales, siendo muchas veces el motivo más frecuente por el que se solicita ayuda, pues la persona se siente incapaz de rentabilizar todo su potencial innato. Los adultos con TDAH son pobres observadores de sí mismos, por lo que tienden a verse como menos efectivos y capaces de lo que otros los ven.
 

Los problemas crónicos de autoestima son el triste e inevitable resultado de años de frustración, fracaso o simple desajuste.

Por Celia Charro Gajate
Psicología

Celia Charro es una prestigiosa psicóloga clínica y neuropsicóloga experta en el tratamiento de la ansiedad, la depresión y el trauma psicológico. Además, centra su psicoterapia en pacientes con demencia, TDAH o trastornos del aprendizaje

Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca, se diplomó en Estudios Avanzados en Neuropsicología Clínica por la misma institución. Además, estudió un Máster en Neuropsicología por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP), Máster en Salud Mental Social por la Universidad de Burgos y un Experto Universitario en Estadística Aplicada a las Ciencias de la Salud por UNED. También se ha formado en terapia EMDR por la UNIR y terapia de Neurofeedback por la Sociedad Española de Bio y Neurofeedback (SEBINE).

Por otro lado, en el año 2010 recibió una beca para la promoción de estancias en centros de excelencia a nivel internacional, por lo que realizó una formación en el Center for Cognitive Medicine (University of Illinois).

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