Sobre la soledad (Parte I)

Y de repente sientes que algo te oprime en el pecho, y tienes ganas de llorar, pero no lloras, y tienes ganas de abrazar, pero no abrazas… y tienes ganas de llenar un vacío, pero no lo llenas…

Estas reflexiones de una persona sobre “la soledad” se podrían generalizar a muchos otros aspectos de la vida, pero nos centraremos en este tema. Multitud de autores de todas las áreas sociales han tratado y tratan “la soledad” desde hace cientos de años, pero si algo está claro es que hoy en día llega a ser una de las mayores y más extendidas “preocupaciones” de muchas personas.

El humano es un ser eminentemente social, estando ya predispuesto genéticamente a establecer una serie de vínculos con otros sujetos desde el nacimiento para cubrir uno de los aspectos más básicos, la “supervivencia”. Pero tratemos más la soledad en ciertos momentos de nuestras vidas.

¿Por qué necesito estar con alguien si quiero estar sol@? ¿cómo aprender a convivir mejor conmigo mism@? ¿A qué edad se consigue vivir feliz en soledad? ¿La soledad es necesaria? ¿Se puede estar sol@ entre mucha gente?

Lo cierto es que la palabra “necesidad” es muy a tener en cuenta, ya que en ocasiones confundimos los beneficios de la compañía con la necesidad de compañía. En este sentido, no es cuestión de lo que yo disfrute e intercambie, sino de cómo llenar otras partes de mi vida que, creo, solo pueden llenarse con la presencia de otras personas.

Un factor que determina, en ocasiones, nuestro apremio por no estar solos es la edad y más si nos centramos en el tema de pareja; si a esto le sumamos el hecho de tener descendencia o no ya tenemos un cóctel espléndido para, en caso de no conseguir estos aspectos, acrecentar un sentimiento de desasosiego por no haber cumplido ciertos objetivos vitales.

Cuando somos pequeños buscamos otros niñ@s con los que relacionarnos, cuando somos adolescentes ya vamos siendo bastante más selectivos en cuanto a la compañía requerida y ya de adultos tenemos más claro eso de con quién estar y cómo. Todo esto, en cambio, queda supeditado a algo muy importante… que no podemos hacer que otras personas quieran estar con nosotr@s, o bien que quienes están se queden todo el tiempo que yo desee. Así pues, llega un momento en el que miramos en nuestro interior y buscamos aquello que nos haga sentir bien con nosotr@s mismos sin necesidad de alguien que nos lo confirme, pero aquí es donde aparecen algunas carencias: qué tengo yo, de qué me vale, y un largo etc. de pensamientos negativos que atacan directamente a la autoestima, posiblemente porque esté basada en lo que otros piensan de mí y no en lo que yo pienso de mi mism@.

En una segunda parte de este artículo se abordará más el tema de la soledad elegida o impuesta, entre otros aspectos, y qué se puede hacer para sobrellevarla mejor.