Distintas vías para abordar el dolor crónico

Escrito por:

Dr. Carlos Luis Nebreda Clavo

Unidad del dolor

Publicado el: 02/11/2016
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Se estima que aproximadamente un 30% de la población sufre de algún tipo de dolor crónico. Debido a esto, en los países desarrollados se ha originado una “explosión” de Clínicas del Dolor. Sin embargo, se estima que el 40% de los pacientes con dolor agudo no son bien tratados, un porcentaje aún mayor en los pacientes con dolor de origen en enfermedad cancerosa.

 

De ahí que aliviar el dolor se haya convertido en una meta universal, siendo, por ejemplo, uno de los principales objetivos de la Organización Mundial de la Salud.

 

Es frecuentemente observado que el dolor se menos trate. Por ejemplo, no es ampliamente apreciado que una simple operación pueda generar un severo síndrome doloroso. Recientes investigaciones han demostrado que incluso pequeñas incisiones en la piel pueden producir alteraciones en la médula espinal. A pesar de todo esto, las escuelas de medicina ofrecen poco entrenamiento en el área.

Se calcula que el 40% de los pacientes con dolor agudo no son bien tratados

¿Cómo abordar el dolor?

Actualmente es mucho lo que se le puede ofrecer a una persona que padezca de enfermedad dolorosa para que pueda convivir con la misma. Cada día aparecen nuevos medicamentos con mejores resultados y menos efectos secundarios, dentro de los cuales los más utilizados son:

Analgésicos antiinflamatorios no esteroides (AINES): Ahora más selectivos y tolerables. Opioides: Existe una amplia variedad donde el experto de la Unidad del Dolor podrá escoger según el modo de actuar y duración. Actualmente, con la innovación, se encuentran en el mercado potentes medicamentos de este tipo disponibles en forma de parches que se adhieren a la piel y tienen una duración de 72 horas. Anticonvulsivantes: Son otros de los medicamentos que se utilizan frecuentemente para el tratamiento del dolor. Antidepresivos: Medicamentos de primera línea para tratar el dolor, aun en pacientes emocionalmente no deprimidos. Dosis menores a las utilizadas en enfermedad depresiva son co-administradas conjuntamente con otros medicamentos con efectos bastante alentadores. Dentro de este tipo de medicamentos se encuentran un gran número de compuestos, con los que el experto en Unidad del Dolor podrá hacer una terapia “a medida” para cada paciente. Simpatolíticos y relajantes musculares son otra opción a considerar. Intervenciones mínimamente invasivas: Bloqueos de nervios periféricos, centrales y diagnósticos e infiltraciones intra-articulares. Técnicas de destrucción de centros nerviosos que poseen receptores o transmisores del dolor, tales como; la ablación química, la radiofrecuencia o el calor. Pueden ser realizadas por vía transcutánea mediante punciones con resultados sorprendentes e inmediatos. Estimuladores de la médula espinal: Se emplean cuando todos los tratamientos convencionales han fallado. Se trata de electrodos que se colocan a través de la piel o mediante pequeñas incisiones quirúrgicas, para ser ubicados finalmente dentro de los centros nerviosos. Dichos electrodos son conectados a pequeños equipos que transmiten corriente eléctrica con la finalidad de producir una sensación distinta a la del dolor que posee el enfermo pero, en muchos casos, más tolerable. Bombas de infusión de medicamentos: Equipos computarizados programados para dispensar una cantidad exacta de medicamentos en un determinado tiempo. Supone una ventaja, sobre todo en pacientes con dolor asociado al cáncer. Con pequeñas dosis en el lugar del cuerpo donde está alojada la enfermedad se puede incluso abolir el dolor sin necesidad de recurrir a otras vías, intoxicar o crear un daño mayor que la propia enfermedad. Medicina complementaria: Debido a que el dolor es definido como una “desagradable experiencia sensitiva y emotiva asociada al daño actual o potencial en los tejidos”, no pueden obviarse las terapias psicológicas, el biofeedback, técnicas de relajación, hipnosis y todo aquello que tenga que ver con las emociones. Fisioterapia, medicina no tradicional bien concebida (acupuntura), TENS y otras terapias dirigidas al componente sensorial. 

Está demostrado que, mejorando la calidad de vida del paciente y controlando el dolor, las terapias específicas contra una enfermedad como el cáncer, tienen más efectividad y menos efectos secundarios que en aquellos pacientes que sufren dolor.

 

Pero todo esto debe ser dirigido y suministrado por especialistas en tratamiento del dolor de forma conjunta e interdisciplinar, y no de manera aislada, como se ha venido haciendo. Para conseguirlo se necesita de la creación y formación de verdaderas clínicas del dolor, tal y como pretende serlo el Instituto Aliaga.

 

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